Desde su creación en el 2006, Mi Sangre ha evolucionado de ser una organización de apoyo a víctimas del conflicto armado en Colombia a convertirse en un pilar fundamental para la transformación social en el país. Lo que comenzó como la movilización de recursos técnicos y financieros para apoyar a organizaciones en el terreno, pronto se convirtió en un modelo de intervención sistémica que aborda las necesidades de individuos, comunidades e instituciones desde una perspectiva integral.
Con un impacto directo en 2 millones de personas a través del desarrollo de liderazgos conscientes, se han desarrollado iniciativas de transformación social y estrategias de innovación para el cambio sistémico, la Fundación ha logrado tejer una red de colaboración que ha movilizado a más de 7 millones de personas en todo el país.
Catalina Cock Duque, cofundadora y presidenta de la fundación, destaca el “efecto multiplicador” como clave del éxito de la organización, donde cada persona alcanzada tiene el potencial de influir positivamente en muchas más. Este enfoque ha llevado a la Fundación Mi Sangre a redefinir el concepto de liderazgo como un verbo, centrado en el empoderamiento, la colaboración y la toma de decisiones éticas.
El trabajo de la fundación ha sido un viaje de aprendizaje a lo largo y ancho de Colombia, con presencia en 29 departamentos y 277 municipios y un enfoque integral al trabajar con diversas poblaciones, incluidas comunidades rurales y urbanas, pueblos indígenas, afrocolombianos, campesinos, migrantes, mujeres y población sexualmente diversa. Además, la Fundación Mi Sangre reconoce con gratitud el apoyo de su cofundador, Juanes, así como el respaldo de organizaciones aliadas y cooperantes que han hecho posible su labor.