En mayo de 2011, en el este de China, granjeros vieron explotar sus sandías debido al uso de sustancias químicas que las hacía crecer más rápido. Jiangsu Sheng (ver http://vimeo.com/user3888602) se llama el corto documental que, a causa de ese desastre, realizó el artista español Guim Camps junto a su amiga Eulàlia Rovira. Para evidenciar el suceso, los artistas introdujeron pólvora dentro de unas sandías. Un segundo trabajo en el que usaron pólvora, fue en una reinterpretación de una obras escultóricas que se crearon en Barcelona durante los juegos olímpicos en 1992. Guim Camps se ha inquietado de manera técnica por la pólvora y en lo conceptual por dar una mirada política y poética a esos hechos rutinarios de carácter global que parecen no tener importancia.
Cuando llegó a Medellín, la pólvora fue el concepto. En Buenos Aires, el barrio donde vivió durante su residencia en la ciudad, podría decir que cada día sintió una explosión. Encontró que lo que más se oye en Medellín no son los tiros del conflicto armado, sino los estallidos de la pólvora. “Por cualquier motivo, sea un cumpleaños, un partido del Nacional o la llegada de la Navidad, siempre hay pólvora”, dice. Esto le sorprendió y empezó a indagar de dónde venía este ritual y qué significaba.
Con el proyecto Fuegos Artificiales, Guim Camps fue el invitado en diciembre al Muua Lab, un espacio de experimentación para creadores internacionales y nacionales, en el Museo de la Universidad de Antioquia. El laboratorio buscó hacer una reflexión de cómo el festejo con fuegos artificiales sirve para escenificar poderes en la ciudad, tanto del institucional, como del subersivo o popular y cómo ciertas colectividades se autorepresentan a través de rituales como “La Alborada” y el “Muñeco del Año Viejo”.
“La Alborada”, un tema que causa controversia cada año en Medellín, ha sido un punto importante en su investigación. “Me he encontrado que hay una bipolaridad muy fuerte, hay a quien le encanta y hay quien no la puede ver y se esconde”. Su búsqueda lo ha llevado a visitar los puntos de venta de pólvora en municipios como La Estrella, Bello y Envigado y conocer cómo son y cómo se usan esos productos que se fabrican y distribuyen de manera ilegal. La investigación, que aún no termina, también ha sido visual. Por ejemplo, la exuberancia de las plantas tropicales llamaron su atención. La guadua ha sido una de ellas, pues la forma de sus ramas a su modo de ver es como la de una explosión. Ha tomado fotografías de guaduas y a estas les ha imprimido color púrpura para que den ese efecto visual similar al de los fuegos artificiales. La exhibición contó además con piezas donde la pólvora era un elemento escultórico y dibujos y escritos hechos con el material de dichos explosivos.
Incendiar el museo, de manera metafórica claro, fue su última presentación para cerrar la exhibición. Fuegos pirotécnicos electrónicos puestos al frente de la entrada, comenzaron a estallar creando la sensación de que este se quemaba. Varias personas presentes en las fiestas navideñas de la Universidad, pudieron verlo, entre ellos, una niña de 13 años, que pidió a su mamá quedarse un rato más para no perderse el espectáculo. “Esto es lo bueno”, decía. Esos voladores que ven desde su casa en San Javier, y que sólo hacen un estruendo, no le gustan. El día de la alborada se quedó en la casa. “Hay que hacerle caso a la mamá. El diablo es puerco y de pronto me pasa cacho”, agregó, entre sonrisas picaronas. Curiosa preguntó al artista de dónde venían los explosivos. “La mayoría chinos”, le contestó él. “Para manejar eso hay que saber mucho, no puede ser cualquier bobo por ahí”, dijo ella después, como quien tiene mucha experiencia en el asunto, cuando vio a la mujer profesional que en ese momento los manipulaba.
La intención del artista: ver a qué distancia están la cultura del museo y la cultura de la pirotecnia o si tienen alguna relación. “También aprovechar un espacio de arte y al mismo tiempo de festividad navideña para indagar precisamente qué piensan las personas, si lo ven como una imagen violenta o con una sonrisa” afirmó Guim. “La pólvora tiene ese punto temporal, por eso necesitamos vivirlo y ver qué pasa”, dijo antes de iniciar.
A propósito del tema, le preguntamos:
Y usted, ¿qué piensa del uso de la Pólvora en Medellín?
Aunque la alborada venga de un movimiento armado violento, como lo es un bloque paramilitar (Bloque Cacique Nutibara), que cuando se desmovilizó repartió pólvora en todos los barrios, me parece que hoy la gente ha revertido este concepto para recrear otra imagen, otro simbolismo que es el de la gente celebrando, apropiándose. Es muy potente cuando ves a todo Medellín en llamas. En cada pequeño punto, eso te está diciendo que existe, que está allí y que celebran su ciudad y su vivir.
¿Y de la campaña de la Administración Municipal que invita a tener una Navidad sin pólvora debido al aumento de la cifras de quemados?
Con lo de los quemados, yo opino que más que prohibir hay que educar. Las prohibiciones no llegan a ningún punto y está demostrado, porque la alborada y la pólvora está prohibida y todo el mundo la celebra.
Según usted ¿cómo debería ser entonces esa educación?
Estableciendo unos límites como por ejemplo, sí estás borracho no tires pólvora, si eres menor de edad, que te acompañe un familiar adulto, enseñándola a usar, porque es muy peligroso tanto manejarla, como almacenarla…se ganaría mucho más… No tanto decir qué está bien o qué está mal porque yo creo que es la moral la que va a limitar estas cosas y la ética que las personas tengan. Hay ciertos tipos de prohibiciones que son absurdos.
¿Y a usted como artista por qué le gusta trabajar con pólvora?
La explosión es algo que nos sorprende, nos asusta y me llamó la atención que las personas la usen en este sentido festivo. Me parece que es una contraposición buena a todos los tipos de violencia que la gente puede vivir pero que no son visibles. La pólvora no es violenta si no que es una imagen de la violencia, en cambio hay violencias que no tienen imagen. Creo que muchas de las violencias que se viven en esta ciudad no tienen la repercusión visual que tiene la pólvora.
El artista
Guim Camps vive y trabaja en Barcelona. Ha expuesto en Barcelona, Madrid, Bristol (UK), México y realizado residencias en BBXX, Basel, Suiza (2011) y en Casa Tres Patios, Medellín (2013). Ganó becas como Sala d’Art Jove, 2009, Unzip Prat, 2012 y Baumannlab, 2012.