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No es carreta, no es leyenda urbana. Al contrario, es apenas obvio. ¿Dónde se pueden conseguir fotos de niños, muchas veces semidesnudos o desnudos del todo, que felices posan para las cámaras? Los incidentes con personas que toman estas fotos para su propio uso se cuentan por montones. Lo raro es que los dueños de las fotos se den cuenta. Lo más normal del mundo es que, por ejemplo, los padres de familia le envíen por correo una invitación a familiares y amigos para que vean las fotos de la niña jugando en la piscina, recién subidas a Flickr, Picasa, Snapfish, Twitter, YouTube, Facebook o cualquiera otro de los tantos sitios para crear álbumes fotográficos. Y es también corriente que para ver esas fotos, en muchos sitios no se requiera tener una cuenta. Tener que poner un usuario y una contraseña puede ser una barrera infranqueable para las personas a las que un computador intimida, como suele ser el caso de abuelos y tíos, o, para que no demos vueltas, la mayoría de las personas. Por eso muchas veces las fotos van a dar a lugares de acceso público, en los que con un click basta para ver a los niños jugando, bailando, cantando, bañándose, es decir, en las situaciones normales de la vida diaria, preferidas por los padres para tomar fotos. Hay algunos casos célebres y terroríficos, sobre fotos inocentes, usadas en otros contextos por adultos con conductas reseñadas en el Código Penal. De ahí que cada vez sea más normal encontrarse con grupos y campañas en Internet que abogan por restringir la compartición de información que se ha hecho tan común en nuestro tiempo. Mientras hay padres que se muestran orgullosos cuando en la página web del colegio o la guardería hay una foto de su hijo, otros han elevado airados reclamos por el uso no autorizado de la imagen de sus hijos. Los argumentos a favor y en contra de ambas posiciones tienen tanto de largo como de ancho y en los foros de discusión de Internet las trincheras arden. Por un lado, unos quieren defender y proteger a sus hijos de situaciones que aunque estadísticamente son poco probables, son trágicamente posibles. Por el otro, argumentan que lo mejor es enseñar, a grandes y chicos, a vivir con las realidades del mundo actual, a identificar y a evitar los peligros posibles de la vida en línea, como se hacía antes con la vida en la calle. Recomendaciones como no recibir dulces de extraños, no hablar con desconocidos, etcétera, tienen su versión digital: no abrir correos electrónicos ni contestar mensajes instantáneos de desconocidos, etcétera. Calificación de riesgos | ||
Fotos en malas manos
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