El gremio de los Food trucks espera reglas claras para posicionarse como cultura en Medellín. POT los incluye, pero falta su reglamentación
Por Daniel Palacio Tamayo
Las cocinas de los food trucks, con su oferta gastronómica, se han expandido por el mundo desde los Estados Unidos y Europa. En Medellín son relativamente recientes, según Juan David Piedrahita, director de AsoFood Trucks, estos vehículos no tienen más de diez años en la ciudad. Hasta el momento se estima que hay 38 camiones de comidas y 35 eccotuks (motocarros adaptados para negocios sobre ruedas).
En un principio, la comunidad de los sectores aledaños donde se estacionaban los food trucks pedía a la inspección de Policía verificar la documentación de estos negocios, sin embargo la verificación se reducía a si los vehículos cumplían con las normas de circulación debido a la falta de una normativa.
Olga Arango es coordinadora administrativa de Parque Central del Río, unidad residencial vecina a uno de los distritos de operación de los food trucks. Ella no ha vuelto a recibir quejas de los residentes sobre mal comportamiento de estos comerciantes, sin embargo, llama la atención sobre un vehículo más pequeño que se ubica en cercanías a la Clínica del Prado en Ciudad del Río: “Ponen música hasta tarde, hablan y se ríen duro, tienen una fritanga impresionante”, señala.
Santiago Rendón asegura que es muy “complejo decirle a alguien cómo tiene que manejar el negocio, no todos tenemos la misma consciencia”, por lo que el comerciante de food trucks considera imperativo una regulación. Aunque la mayoría de ellos hacen parte de un proceso de formalización con la Alcaldía, en el que reconocen avances en materia sanitaria por ejemplo. Para la abogada Catalina Otero, hace falta que la Alcaldía reglamente el artículo relacionado con el aprovechamiento del espacio publico, incluido en el nuevo POT.
Para Daniel Carvhalo, urbanista y concejal de Medellín, los camiones de comida son una buena alternativa comercial, pero asegura que esta actividad se tendrá que regular, principalmente en la explotación comercial del espacio público. En su opinión, el dinero que estos comerciantes le podrían pagar al municipio “serviría para el mantenimiento de los espacios públicos”.
Rendón, quien es dueño de uno de estos vehículos, asegura que aunque pagan impuestos de industria y comercio y los relacionados con el vehículo, están dispuestos a pagar por el espacio. “No estamos en una política de que todo es gratis”, enfatiza.
El gremio, especializado en gastronomía bajo el concepto de planes al aire libre como picnics, autocinemas o actividades artísticas, reclama un diálogo abierto con la Alcaldía para participar de los eventos de la ciudad y tener estacionamientos asignados y una regulación clara.