Ficción y naturaleza, una conversación que fluye

Dos escritores con búsquedas muy distintas, que tienen puntos en común que trascienden lo personal. Los españoles Virginia Mendoza y Rafael Navarro conversaron esta semana en Medellín durante el Hay Festival.

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Sus recorridos han tenido tanto de ancho como de largo. Son andariegos, observadores, amorosos con la naturaleza, conscientes del daño que se le ha hecho al medio ambiente y sus repercusiones para la humanidad. Los dos escriben sobre temas que a todos nos conciernen, reconocen sus orígenes y la importancia que estos tienen en sus textos. Los escritores e investigadores españoles Virginia Mendoza y Rafael Navarro de Castro dialogaron en el Hay Festival de Medellín con la bióloga colombiana y doctora en ecología Rosana Arizmendi Mejía, directora de Educación y Transformación Escolar del Parque Explora.

Virginia Mendoza, periodista y antropóloga social y cultural, presentó su más reciente libro, La Sed, una investigación profunda, llena de curiosidades y matices, sobre la historia de la humanidad a través de la búsqueda del agua. Es ensayo y memoria. Ella va y viene, mira al pasado más remoto, también a sus ancestros, a su ser.

Rafael Navarro es sociólogo y agricultor. Y presentó Planeta invernadero, una novela en tono íntimo que, a través de su protagonista, una ingeniera agrónoma, es denuncia, advertencia, un llamado para hacer un giro en la manera como nos relacionamos con nuestro hábitat. Antes, había una relación simbiótica con la naturaleza, ahora es parasitaria, dice.

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Virginia Mendoza y Rafael Navarro conversaron en el Hay Festival con Rosana Arizmendi Mejía. La responsabilidad que todos tenemos en el cuidado de la naturaleza es uno de los temas de su agenda temática.

Sugieren un vínculo amistoso con el ecosistema, desde el cuidado, sin agresión. El ánimo de ganar dinero ha convertido los campos en invernaderos que atentan contra el medio ambiente y sus trabajadores, expuestos a temperaturas insoportables y a altas dosis de venenos aplicados para mejorar la producción; a su vez, la construcción de presas y la minería producen dolorosos desplazamientos.

Virginia recordó a su abuelo, de quien aprendió del arraigo y del amor a los ríos y bosques y a la siembra noble. Un ser sin mentalidad extractiva. Trajo a su memoria el momento en que cavó su propia tumba, y la de su abuela, adelantándose al tiempo, en un hecho que más tarde ella reconoció como un símbolo del respeto que él tenía por la tierra y por sus muertos enterrados en ella. 

“Quiero escribir sobre la España seca… Retrocedo sobre el pasado y hago conexión con la gente. Recojo historias a punto de perderse”.

Virginia Mendoza, escritora

Muchos se van de los campos. Sin embargo, hay quienes permanecen en la tierra que aman, en la que nacieron y en la que quieren morar para siempre. 

La Sed habla de la eterna búsqueda del agua, sagrada para muchas culturas, y cómo esta ha marcado la historia de las civilizaciones. Agua bendita, también terrible cuando su fuerza produce grandes catástrofes o cuando escasea. Su autora lo vivió. 

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Rafael, quien vive en el campo desde hace 24 años, ha visto la transformación del entorno. Hasta los olivos, tan fuertes, han sufrido por las nuevas condiciones meteorológicas. Ha visto ríos convertirse en riachuelos; ha visto secarse los bosques de nogales y desaparecer águilas y perdices, insectos y pájaros. ¿Dónde están? Esto le produce una sensación de pérdida, de desastre y hecatombe. De esto habla en su libro. Su protagonista, vinculada al mundo de la gran producción de alimentos, entra en crisis y replantea su papel frente a la naturaleza y a los seres humanos. Esas pequeñas acciones cuentan. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, hay que hacer algo, dice el autor, también activista ecologista.

“Es importante nombrar el mundo que tenemos. La literatura, desde el compromiso, me lo permite sin pontificar, solo desde donde yo lo veo”.

Rafael Navarro, escritor

Rosana Arizmendi señaló que La Sed y Planeta invernadero nos conectan con el territorio. El primero es la historia de la humanidad a través del agua, en medio de una inteligente estructura que le permite a su autora hacerle zoom a su familia; en Planeta invernadero, Sara, su protagonista, transmite un pensamiento universal con un mensaje contundente.

En un principio, Virginia revisó sus recuerdos de la infancia y allí estuvo esa época en la que en su pueblo solo tenían media hora de agua al día y, entonces, escribió sobre la España seca. Al tiempo que indagó sobre una historia milenaria, hizo una conexión con su gente. Contar las sequías desde la prehistoria, las naturales y las que no lo son, y las sequías cercanas, las vividas en carne propia. No faltan los rituales ni las romerías con San Isidro al que en España se le tiene mucha fe para atraer las lluvias. En La Sed son clave, por ejemplo, los refranes, a los que, dice la autora, la ciencia les debería poner más atención, porque encierran una sabiduría popular llena de razón, comprobable en muchos casos.

Para plantear su visión sobre los invernaderos, Rafael se decantó por la ficción porque le permite conectar con sus lectores de una manera directa, no se trataba de escribir un texto académico sobre las técnicas de cultivo y los daños posibles. Su personaje femenino -que existe- humaniza y recuerda a otras mujeres que valientemente han criticado la agricultura industrial. Quería hablar de una problemática global desde la vida, evidenciando el contraste con los cultivos tradicionales. 

Virginia, que ha viajado por distintas regiones dando testimonio de desplazamientos y genocidios, señala que le interesa recuperar las voces de personas al margen, voces que hacen eco en aquellos que han vivido experiencias similares de pérdidas y duelos.

Hay en Virginia y Rafael esperanza y desazón, dos ángulos, dos miradas. Quieren difundir, denunciar y poner en el tapete inquietudes que, gracias a la palabra escrita, convocan a una reflexión. Somos parte de la naturaleza, si lo reconocemos y lo vivimos con conciencia, puede que algunas cosas comiencen a cambiar para bien.

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Otros de sus libros

Virginia Mendoza nació en Valdepeñas, España, en 1978. Títulos suyos, además de La Sed, son: Detendrán mi río. Desarraigo y memoria en un rincón de la España sumergida; Quién te cerrará los ojos. Historias de arraigo y soledad en la España rural y Heridas del viento. Crónicas armenias.

Rafael Navarro de Castro nació en Lorca, España, en 1968. Su más reciente libro titulado Planeta invernadero se sumó a otra novela, La tierra desnuda. Vive en Monachil (Granada), un pueblo donde se dedica a escribir, a sus cultivos tradicionales y a su activismo por un mejor vivir en la tierra.

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