Aunque no se considera el mejor bailarín, Fernando Caro Duarte tiene la habilidad para enseñar la danza urbana y, sobre todo, para inspirar a niños y jóvenes con su historia de vida.
Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]
Fernando Caro Duarte, 37 años, le hizo una gambeta a la vida. No sabe si esa capacidad para hacerle el quite a un camino torcido la aprendió de sus días de apasionado futbolista; lo que no duda es que hace 25 años encontró la pasión que les cambió el ritmo a sus días.
La niñez de Fernando transcurrió en medio de una soledad prolongada en el Popular 1, un barrio que por esos días “estaba consumido en la droga, el robo, en el que los pelados querían dinero fácil”; eran los años en los que no se nacía pa’ semilla. Sus “amigos” se convirtieron en sus “enemigos” por sus reiteradas negativas a cometer un acto ilícito como atracar el carro repartidor de la leche o la gaseosa.
Y en la historia de Fernando no se puede decir que el ejemplo de casa fue el que le impidió tomar ese camino. Allí también se vivía el infierno con una familia disfuncional: una madre adicta al bazuco y que pasaba las noches en camas extrañas y unos hermanos “conflictivos”. Él se enfocó en cambiar esa historia.
Así fuera para entrenar fútbol o asistir a sus primeras clases de baile, podía irse caminando la distancia que fuera o montarse por la puerta de atrás del bus con tal de escapar de lo que vivía en ese entorno. El baile se le volvió un reto. Cuando vio la primera coreografía supo que quería hacer parte de uno de esos grupos, pese a que era el más tieso y “no coordinaba una mano con un pie”.
Con las primeras presentaciones, y de la mano de Henry Arteaga, quien hoy hace parte de Crew Peligrosos —uno de los grupos de hip hop más reconocidos del país y que ha compartido tarima hasta con la Filarmónica de Medellín— fueron llegando las oportunidades para Fernando, quien en algún momento tuvo que compartir su gusto por la danza con el reciclaje y la albañilería.
Así llegó hasta la academia de danza de Claudia Cadena con los bailes urbanos, hasta hace dos años cuando decidió independizarse y abrir en San Lucas su propia academia llamada Urbam Soul Medallo y en la que ya tiene un centenar de alumnos.
Fernando ya cumplió el sueño de tener su espacio para la enseñanza del hip hop y lo sigue actualizando con nuevas metas, ayuda a su familia y, sobre todo, entrega su carisma para enseñar a que lo único que esté patas arriba sea el baile y no la vida.