Una larga romería desciende lentamente por la nave central de la basílica de San Pedro para decirle adiós a Francisco, cuyo cuerpo fue trasladado este miércoles desde la Casa Santa Marta.
A la plaza llegan fieles de todo el mundo, la mayoría con expresiones de expectación, sus ojos cerrados en oración y sus rostros bañados por las lágrimas. A pesar de la multitud de mujeres y hombres de todas las edades y nacionalidades, en el sitio ha reinado un silencio respetuoso.
Ya en la basílica, algunos permanecen largo rato arrodillados ante las sillas colocadas cerca del féretro abierto del pontífice. Otros, rezan en silencio, pasan las cuentas de un rosario entre sus dedos, uno como el que mantiene juntas las manos de Francisco en su ataúd.
En el primer día de cámara ardiente, un hombre se acercó al féretro con una niña en brazos. Él le habló al oído, mientras ella mantuvo fija su tierna mirada en la imagen fallecida de Bergoglio.
Entre tanto, los gendarmes priorizan el ingreso de ancianos y personas en condición de discapacidad.
Las filas siguen creciendo, y se estima que la espera pueda extenderse hasta cuatro horas para poder ingresar al recinto.
La capilla permanecerá abierta hasta el viernes en la noche, cuando se selle el féretro papal para preparar su funeral de Estado, el día sábado, 26 de abril.
Par las exequias, el gobierno italiano espera entre 150 y 170 delegaciones extranjeras. La seguridad en Roma se ha reforzado.
El sepelio papal se efectuará en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma; primera vez, desde 1903, que un pontífice será sepultado fuera del Vaticano.