Falta sensibilidad con las mascotas

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Falta sensibilidad con las mascotas
El maltrato animal, en casos de envenenamiento y otros métodos más crueles, pasa por debajo del radar público. La defensa de estos seres sin voz está en manos de sus propietarios

Durante su caminata de rutina, Lala y Milagros, dos perritas clumber spaniel del sector de La Toja, descubrieron entre los arbustos unos pedazos de salchichón que les abrieron el apetito. Estaban rellenos de alfileres. Por fortuna, Marcela Sierra y Ricardo Londoño, sus amos, estaban alerta desde la víspera, cuando supieron que, en ese mismo camino, un beagle ingirió un salchichón con chuzos que alcanzó a escupir a tiempo. Los amos de Lala y Milagros acudieron a Vivir en El Poblado para llamar la atención sobre lo sucedido.
La veterinaria Juliana Calle explica que, en ocasiones, se puede salvar la vida de un perro que consuma veneno, clavos, alfileres o vidrio molido. Pero, sin duda, la intención y el resultado más frecuentes son la muerte del animal. “El veneno produce desangramiento interno hasta causar una hemorragia masiva y el animal pierde oxígeno en medio de mucha agonía”, dice la veterinaria. Pero usar vidrio molido, clavos o alfileres en alimentos es un método peor. El movimiento del sistema gástrico para que el alimento transite por el intestino (peristaltismo), hace que los objetos cortopunzantes se muevan y perforen los órganos, causando hemorragia y septicemia por las bacterias que pasan al torrente sanguíneo. “Es sumamente doloroso y una muerte brutal que puede durar horas”, advierte.
El sufrimiento, sin embargo, no termina ahí. “Cuando a una persona le asesinan su mascota, lo vive como si muriera un hijo o miembro de la familia”, explica Edwin Alberto Carmona, psicólogo y miembro de la organización Defenzoores. Según Carmona, ese duelo intenso se debe a que la unión con las mascotas genera un vínculo afectivo que es constantemente retribuido, pues ellas son incondicionales y dan la vida por el cuidado y afecto de su amo.
Sobre el perfil de los asesinos de mascotas, el psicólogo habla de dos tipos de persona: el primero, son personas que ven los animales como un objeto prescindible. “Eso siempre ha sido una condición antropocentrista del ser humano, nos creemos el pilar de la evolución o creación, que considera que los animales no tienen importancia. El segundo, son personas que en un alto nivel de incomodidad con la mascota ajena, buscan cómo deshacerse del problema. En ese caso no se trata tanto de insensibilidad, sino de estrés agudo. Es el tipo de persona que pondría el veneno pero luego no miraría qué le sucede al animal, para poder lograr cierta desvinculación con el acto y la culpa”.
A pesar de ser una experiencia traumática para los amos, legalmente las mascotas son consideradas bienes, y provocar su muerte es considerado una contravención. Desde 2009, la Inspección Ambiental de Medellín ha atendido 3 mil quejas por maltrato animal y 20 casos de envenenamiento de animales de compañía. Por falta de pruebas, no ha habido sanciones. En El Poblado se han reportado tres incidentes: uno en La Chacona, otro en el sector de La Frontera y el tercero es el caso de La Toja, el único de los tres que no tuvo fatalidades.
El Estatuto Nacional de Protección Animal (ley 84 de 1989) establece que quien cause daño o realice cualquiera conducta considerada como cruel a un animal, será sancionado con pena de arresto entre 15 días y cuatro meses, y multas de cinco mil a 100 mil pesos. “Son unas sanciones irrisorias” dice el concejal Álvaro Múnera Builes, y asegura que ha luchado más de 10 años ante el Congreso de la República para modificar esta ley y convertir la contravención en delito. Además, quiere lograr que no sea excarcelable. Para el concejal, esto sería parte fundamental de la solución. “Como la gente sabe que los animales son bienes muebles y que por maltratar o matarlos no se van a ir a la cárcel, lo siguen haciendo”. Por otro lado están la educación y la sensibilización social. El concejal cuenta sobre el éxito que ha tenido el programa Animal de Compañía Escolar, por medio del cual siete colegios públicos han adoptado, de forma voluntaria, un perro del Centro de Bienestar Animal La Perla, para que sea cuidado por los niños.
La Subsecretaria de Cultura Ambiental, Mónica Jaramillo, y Etilvia Vallejo, veterinaria coordinadora del Programa de Fauna Doméstica del Municipio, explican que para sensibilizar a la comunidad, se hacen campañas de buenas prácticas y buen trato de animales, diseñadas según las denuncias realizadas en la Inspección Ambiental. También, en casos puntuales de conflicto, visitan un sector o una unidad residencial para explicar la legislación y los derechos y deberes de las personas involucradas. Existe, además, una línea de atención, desde La Perla, en la que se reciben llamadas para consultas y dudas sobre la tenencia de animales.
Pero sensibilizar no es un asunto sencillo, especialmente cuando se trata de los amos de mascotas que no tienen consideraciones con la comunidad. Así lo explica Marcela Londoño, quien fue promotora ambiental en el programa de Mejoramiento de Condiciones Técnicas del Manejo Integral de Residuos Sólidos para la comuna 14. A principios de 2012, su equipó concluyó un proyecto de seis meses que buscaba sensibilizar sobre la recolección de excrementos en cinco zonas de El Poblado. Se educaba sobre el decreto 874 de 2010 que multa con cinco salarios mínimos a quienes no recogen las heces de sus perros, y se regalaban palas y bolsas. Pero finalmente “la gente no sacaba la pala” dice Marcela decepcionada.
Tristemente, todas las fuentes consultadas por Vivir en El Poblado, coinciden, aunque no lo justifican, en que son los mismos dueños de animales los grandes responsables del maltrato o muerte de sus mascotas. Hay que educarlas, recoger las heces, tratar de controlar la bulla y llevarlas con traíllas.

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Detectar una emergencia y reportarla
Los propietarios conocen bien a sus mascotas y pueden detectar anormalidades, pero la saliva excesiva, desánimo, gemidos, encorvamiento o mucosa pálida, son indicios de alarma.


Ricardo Londoño y Marcela Sierra

 La sintomatología se deja ver media hora después de consumir algo y es ideal acudir al veterinario en la media hora después de detectarla. Solo el veterinario debe inducir el vómito porque en algunos casos se puede causar una broncoaspiración. Después se debe contactar a la Policía o la Inspección Ambiental por medio de la línea 123 o en el teléfono 213 3853 para denunciar lo ocurrido. De ser posible, la Inspección Ambiental recomienda obtener cualquier tipo de evidencia para ayudar con la investigación.


Educando ciudadanos caninos
Frente a los riesgos que tienen las mascotas, la veterinaria y experta en comportamiento canino, Juliana Calle, advierte que “lo primero que se hace al comprar un perro es empezar a crear un buen ciudadano”.

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Juliana Calle

Conseguir un entrenador de confianza que recompense el buen comportamiento, siempre en el hogar en el que vivirá el perro y acompañado del amo. Los perros no se deben acariciar o tratar de calmar cuando están ladrando pues esto estimula el acto. También hay productos éticos para castigar el ladrido como el aire comprimido y collares que expelen un olor fuerte con cada ladrido. Si el perro no es muy manso y no está muy bien entrenado, debe andar siempre con correa. Las heces tienen que ser recogidas. Y por precaución, se puede entrenar el perro para que no se coma ningún objeto en la calle.


Defensa de animales frente a la insensibilidad
Aníbal Vallejo, presidente de la Sociedad Protectora de Animales, comenta que la metodología de poner alfileres (vidrios o clavos) en un pedazo de comida es una práctica de la que hacía muchos años no oía hablar.


Aníbal Vallejo

Dice que en años recientes se usa el veneno para vengar, de forma desproporcionada, el descuido de los amos. Las mascotas están desprotegidas por una legislación laxa, por falta de denuncias de la comunidad ante la Inspección Ambiental y por falta de sensibilidad social. “En un país lleno de normas sin respetar, hay que apelar a la conciencia”. Aunque admite que Medellín es ejemplar, comparada con otras ciudades colombianas, insiste en que el caso de Lala y Milagros “le sigue mostrando a uno la maldad humana; es un síntoma de ignorancia y sadismo”. Aníbal le ha dedicado su vida a la protección animal y por eso cuenta con tristeza que “aquí hay historias de apaleamiento, degollamiento, electrocución, muerte por rifle y tenaza mecánica”. Lo cierto es que nos concierne a todos pues “el que maltrata un animal, fácilmente maltrata a un humano indefenso, a un niño o a un anciano”, dice Vallejo.

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