Este italiano es el único en Colombia con el certificado de director de curso Padi, organización líder mundial en la formación de instructores.
A Medellín llegó en noviembre de 2015 por razón de sus hijos, Luca y Matteo, quienes le pidieron que se trasladaran de ciudad, pues querían una mejor educación. Vivían en Santa Marta, en donde Fabrizio había creado la primera de las dos escuelas de buceo que tiene en el país. Fue en el Zuana Beach Resort, en 2011.
Allí juega de local, dice, pero la mayor parte del tiempo la pasa en esta ciudad, en su apartamento del sector de La Frontera. Ya conocía Medellín en tiempos pasados cuando se desempeñaba como fotógrafo de modas y viajes, y eso también influyó en su decisión.
En la sala y en la terraza acomodó las instalaciones de Aquarius Diving Club, para dictar los cursos teóricos en los que pide mucha disciplina y concentración a sus alumnos que llegan a él para que los forme recreativa y profesionalmente en este deporte.
Aquí se siente cómodo, en especial porque “los paisas son buenos clientes y les gusta la actividad”. Está casado con Marixa González, colombiana, y habla un español muy fluido con marcadas notas de su idioma natal.
Los mejores destinos para bucear
Al explicar el buceo lo hace con la propiedad que le da ser el único en Medellín que cuenta con el certificado de director de curso PADI, la organización líder en la formación de instructores. En el resto del país hay otras cuatro personas con esa jerarquía.
Las prácticas las ofrece en la piscina de Brazadas, en San Lucas, y en la represa de Guatapé, un destino que dice no es el ideal, pero que por ser el “mar interior” más cercano a la ciudad, abarata costos. Sin embargo, la turbiedad de las aguas, que dificultan la visibilidad, y las bajas temperaturas afectan la experiencia.
Por eso, en los planes que Fabrizio habilita él tiene claros cuáles son los mejores lugares para bucear en el país: Santa Marta, San Andrés y Providencia, por la claridad y las temperaturas cálidas de las aguas. Algunos clientes, teniendo en cuenta eso, se programan para finalizar sus cursos en periodos vacacionales.
A sus clases van personas de todas las edades, pero los certificados los entrega a partir de los ocho años en piscina y de diez en aguas abiertas. Ha tenido clientes hasta de 70 años. “El buceo hace bien a todos”, cierra.
Las bondades del buceo
A todos los clientes los atiende con su conocimiento y servicio, pero hay algunos que disfruta recibir: los clientes con alguna discapacidad. Personas sin alguna de sus extremidades, con tetraplejia y cuadriplejia, con síndrome de Down. No trabaja con quienes padecen de autismo, porque por su condición pueden en algún momento de la práctica retirarse el regulador de oxígeno y sufrir algún percance.
Recomienda el buceo para algunos tratamientos de salud mental, por ser un deporte muy social. Incluso algunos médicos, dice, lo incluyen en sus sugerencias.