Cuando éramos niños, el mundo era un laboratorio. Probábamos, caíamos y nos levantábamos sin miedo. No había ansiedad por el futuro ni una obsesión con ser los mejores. Solo curiosidad. Pero, en algún momento, dejamos de hacerlo. Crecimos y nos convencimos de que debíamos tener todas las respuestas antes de siquiera intentarlo.
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Lo mismo ocurre en las empresas. Al inicio, una startup tiene las características del juego: prueba, error, iteración. Pero cuando crece, el miedo al fracaso se instala. Se prioriza la eficiencia sobre la experimentación. Se persiguen resultados rápidos y se castigan los errores. Sin seguridad, la curiosidad muere. Y sin curiosidad, no hay innovación.
Nos pasa a nivel personal también. Queremos correr una maratón, pero nos frustramos porque no podemos hacer 20 kilómetros de golpe. Queremos escribir un libro, pero la idea de cientos de páginas nos paraliza. Entonces, ni corremos ni escribimos. Nos bloqueamos antes de empezar.
No puedes cometer un error: cambiemos la relación con las equivocaciones
Uno de los principios fundamentales del Instituto para la Excelencia Profesional en Coaching (iPEC) dice: “You cannot make a mistake.” No existen errores, solo experiencias de aprendizaje. Si operamos desde esta base, el miedo al fracaso pierde poder.
Steve Magness, entrenador de alto rendimiento y autor en resiliencia y mentalidad, lo expresa bien:
“Los superpoderes que creemos tener son también nuestras mayores limitaciones. El crecimiento ocurre cuando exploramos, pero cuanto más crecemos, menos exploramos”.
Si queremos avanzar, tenemos que bajar la barrera de nuestras expectativas. No se trata de correr 20 kilómetros, primero camina. No se trata de escribir un libro, primero escribe una página. No se trata de lanzar la idea perfecta, primero experimenta.
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Cuando internalizamos el fracaso como parte de nuestra identidad (“si fallo, significa que no soy lo suficientemente bueno”), nos paralizamos. Pero si cambiamos la narrativa y vemos cada intento como un aprendizaje, recuperamos el impulso de explorar.
Volver a la curiosidad
Nuestra cultura actual es antagonista de la curiosidad. Antes, cuando nos aburríamos, explorábamos. Ahora, simplemente reaccionamos. En lugar de dejar que el aburrimiento nos lleve a descubrir, consumimos contenido, dejamos que el mundo piense por nosotros. Hemos cambiado la creatividad por la inmediatez.
Si queremos redescubrir la innovación en nuestras empresas y en nuestras vidas, tenemos que volver a la curiosidad.
- Crea espacios sin miedo al error: no se trata de evitar el fracaso, sino de cambiar nuestra relación con él.
- Fomenta la curiosidad en tu equipo: pregunta más, desafía más, explora más.
- Date permiso para no saber: la creatividad nace cuando nos permitimos cuestionar, aprender y jugar.
El verdadero logro es el camino
Nos han enseñado que el éxito está en alcanzar la meta: el título, el ascenso, el objetivo cumplido. Pero, la verdad, es que la satisfacción no está en el destino, sino en el recorrido. En el esfuerzo, en el descubrimiento, en los pequeños momentos de avance.
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Si nos obsesionamos con llegar, nos perdemos el vivir. El crecimiento no está en tachar una meta de la lista, sino en la experiencia de caminar hacia ella.Así que vuelve a explorar. Juega. Prueba. Nadie es bueno si no lo intenta. Porque, al final, el verdadero éxito no es llegar. Es disfrutar el camino.