Llevada a cabo en 2018 por científicos en el Nordeste, en una zona de bosque tropical húmedo calificada como la más grande de Antioquia, incluyó el descubrimiento de dos orquídeas.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
Juan Fernando Díaz aún recuerda la emoción que sintió cuando se dio cuenta de que tenía al frente a una especie de ratón de la que no había registro en Antioquia. “Algunas de sus características coincidían con ratones centroamericanos, que nunca habíamos visto en Suramérica”, cuenta el docente del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Eafit y coordinador de la Expedición Científica Bio Anorí. Cuando regresaron a Medellín y pudieron hacer pruebas de ADN, ratificaron que se trataba de una especie nueva.
Bio Anorí hace parte de un grupo de 20 expediciones impulsadas por Colciencias en la Alianza EPM – PNUD, que se hicieron en el territorio colombiano tras la firma de los Acuerdos de Paz con la guerrilla de las Farc. “Antes, llegar a lugares como en el que hicimos la expedición era imposible”, valora el profesor Díaz.
Pero no solo fue un ratón. También dos cucarrones, un lagarto y ocho plantas, dos de ellas de la familia Araliaceae, tres ciclantáceas, dos Melatomatoceae y dos orquídeas. Un total de 14 especies nuevas en 38.000 hectáreas. “Es el bosque tropical húmedo más grande de Antioquia”, agrega Juan Fernando Díaz.
Pero, más allá de recorrer un territorio, lo que buscaba la expedición era resignificarlo y reconocerlo y ser, además, una herramienta para el apropiamiento social del conocimiento, en tanto que participaron miembros de las comunidades aledañas a la zona y excombatientes de las Farc que hacían parte del Frente 36 y que hoy están en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) La Plancha, ubicado en Anorí.
Trabajo en equipo
Fueron diez excombatientes los que acompañaron el grupo de 50 científicos. “No eran solo guías, ellos contribuyeron y aprendieron de todo el proceso”. Juan Fernando recuerda que al principio ganarse su confianza fue difícil, “no entendían qué era lo que íbamos a hacer”. Pero no hay nada que el fútbol no logre y después de compartir varios partidos, lograron comprender que su trabajo era vital, pues nadie como ellos conocía la zona y lo que se iban a enfrentar. Al mismo tiempo, los rostros fueron cambiando y de la dureza del principio, aparecieron sonrisas y mucha curiosidad. “Todo su conocimiento del área estuvo al servicio de la ciencia”.
Fueron ellos, además, los que armaron el campamento en el que vivieron por doce días, tiempo en el que documentaron un total de 1.022 especies.
Una vez iniciado el trabajo de campo, los expedicionarios se dividieron en equipos, según los grupos bióticos. Cada uno estaba conformado por un campesino o un excombatiente, un estudiante de Eafit y un líder académico. Los dos primeros no eran fijos, pues la idea era que pudieran aprender de todo el proceso.
Un nuevo mundo
En Bio Anorí, más allá de la evidente riqueza natural descubierta, el trabajo que se hizo fue proponer un trabajo de cocreación con personas que hicieron parte del conflicto armado.
Además fue la oportunidad de mostrar un mundo nuevo. “El posconflicto nos abre posibilidades de acceso, eliminar restricciones de movilidad es un avance gigante, los resultados lo demuestran”, anota el profesor.
“Cuando uno estudia la biodiversidad, sabe que hay un mundo desconocido, muchas especies por descubrir. Y mucho trabajo por hacer”, cierra Juan Fernando.