Bibliotecóloga. “Nací y fui criada en la vereda Pedregal Bajo, que es como el lindero entre la ciudadela Nuevo Occidente y el corregimiento de San Cristóbal. Por eso ya no es tan rural. Mi percepción ahora como funcionaria es que el impacto ha sido positivo, aunque para el corregimiento ha sido casi como ceder un territorio. Mi hija no tiene la posibilidad de jugar en las mangas y quebradas donde yo crecí, porque Pedregal Bajo ya está cercado por el proyecto urbanístico Ciudadela Nuevo Occidente. Lo positivo es que la vereda ahora se visualiza, aunque sea dentro de estos edificios, porque no aparece en los mapas del corregimiento. Está recibiendo ciertos recursos, el transporte ha mejorado gracias a la Ciudadela y disfruta de nuevos espacios de esparcimiento. En cuanto a impacto negativo, la escuela ya no es veredal, es una sede de la I. E. Ciudadela Nuevo Occidente y en un momento se empezó a desmoronar porque la gente no tiene sentido de pertenencia por algo donde apenas está aterrizando. La cancha parece arrasada por un vendaval y al principio hubo mucha violencia entre bandas, pero la vereda ha estado acostumbrándose a esa realidad y hay muchas acciones para menguarla un poco. Algunas instituciones han actuado como mediadoras, entre ellas el Parque Biblioteca San Cristóbal. Hoy la presencia del Estado es más fuerte en el corregimiento (…). Faltan algunos asuntos de movilidad, respeto al espacio público, los habitantes de San Cristóbal no tienen claridad sobre lo que es espacio público, entonces los vendedores están sobre la calle, los conductores no tienen precaución, los peatones van por las vías, las basuras afuera, no hay control…”.
Juan Paulo Campo
Director Parque Biblioteca San Cristóbal “Fernando Botero”. “San Cristóbal es un mundo con unas particularidades increíbles, que lo diferencian de todo el territorio en Medellín, porque su esencia sigue siendo rural (…) pero tiene un ingrediente desde hace siete años que es Nuevo Occidente. Eso obviamente impactó a la comunidad (que) está tratando de ensamblarse y aceptar esa circunstancia manteniendo su arraigo; hay que hacerles entender que ellos eran rurales. No es tan fácil convivir la ruralidad con lo urbano, de manera tan intempestiva. La gente de Pedregal Bajo vivía en fincas con territorios amplios, bosques, mangas y hoy esas mangas son edificios y entonces para los que nacieron y crecieron allá fue un impacto fuerte. (Igual) para Pajarito y para la gente de Pedregal Alto, aunque quizás a estos los afecta más la cárcel que Nuevo Occidente. Pero también tenemos unas veredas que son plenamente rurales donde su corazón es campesino como Naranjal, El Carmelo, San José de la Montaña, El Picacho (…). Es que son muchas cosas contrastantes: El Carmelo es una vereda, y allí la gente vive en otro mundo: eran campesinos y por la instalación de las antenas de radiodifusión y de transmisión (encontraron que) era mucho más productivo cultivar antenas que cultivar flores y hortalizas. Ellos están en contacto con el mundo a través de esas antenas pero son completamente rurales (…).Vamos a cumplir cuatro años y somos una de las bibliotecas con mayor afluencia de usuarios, porque la comunidad se ha ido adaptando de una forma increíble con el Parque (…). Tenemos problemas de conectividad tecnológica en casi todas las veredas. En algunas el transporte es muy deficiente. Nosotros hacemos en la biblioteca un ejercicio de acercamiento a la comunidad que se llama tomas veredales (…) Como producto de esa actividad, cada uno de los técnicos que asiste recoge la información para plasmarla en un documento. Inicialmente era un informe cualitativo, pero llegamos a la conclusión que los informes cualitativos no los lee ni uno, y fue cuando decidimos redactarlos en forma de crónica (…)”.
Vendedor de legumbres en San Cristóbal. “Soy del corregimiento Palmitas, pero desde hace siete años trabajo en San Cristóbal. Ha mejorado mucho, tiene nuevo hospital, buen transporte, biblioteca y mejor comercio que Palmitas. Lo que se necesita en San Cristóbal y en todas partes es que apoyen más el campo, porque los campesinos están solos, sin apoyo. Que nos ayuden económicamente con insumos para poder trabajar, en la forma de comercializar los productos sin comisionistas, porque estos se quedan con todo lo que trabaja el campesino y por eso los campos están solos. Dicen que el joven necesita estudio, sí, pero el joven no se va a ir a trabajar el campo. Y la ciudad sin el campo no se mueve. Hay que ponerle pilas a eso, pues es una bomba de tiempo: si el joven no va al campo, ¿qué va a producir el campo y qué va a comer en la ciudad el joven?”.
Bailarina. Vereda Pajarito. “San Cristóbal es un corregimiento muy agradable, tiene muchas zonas turísticas donde podemos entretener a la gente, y lugares donde podemos comunicarnos en el sentido de cultura, baile, etcétera. Siento que se ha avanzado bastante en los últimos años, sobre todo en lo cultural; el Parque Biblioteca ha ayudado mucho y a través de la Alcaldía y el Presupuesto Participativo nos dan mucho apoyo. Existen actividades para entretenimiento pero no se aprovechan mucho. Soy de la corporación Pasionarte Academia, la cual apoya dos grupos de baile, uno infantil y otro juvenil. Hace siete años soy pareja de baile de mi hermano, el director Jonhatan Orlas. Bailamos ritmos de salón, tropicales y demás (…). En San Cristóbal se necesita más espacio para transitar. En este momento hay demasiada población y debería haber otra vía donde pudieran transitar los carros”.
Vigía del patrimonio. Vereda La Loma. “San Cristóbal ha tenido un progreso muy grande y rápido. Los servicios de transporte y las vías han mejorado mucho; antes eran caminos de herradura, puro barro. También han mejorado mucho los centros de salud, las escuelas y colegios, pero hace falta que colaboren más con el campesino, porque San Cristóbal era lo mejor que había para la agricultura. Todas estas montañas y mangas estaban sembradas de maíz, yuca, fríjol, y hoy en día no se ve una mata de nada. Mucha gente se fue desplazando porque ganaba más como trabajador de la construcción o en fábricas que como agricultor, porque sacaban un surtido de legumbres o flores, llegaban a la plaza y lo vendían por cualquier cosa y no les daba para vivir. El grupo de vigías estamos recorriendo todas las veredas, mirando lo que están sembrando, preguntamos por qué dejaron tal sembrado y nos hemos dado cuenta de que eso no les está dejando, que todos los abonos y las semillas están muy caros y ellos tienen que vender muy barato. Anteriormente en todas las casas se sembraban las plantas medicinales aromáticas, y la gente no tenía que estar corriendo donde un médico por cualquier cosa. Hoy en día por un dolor de estómago o de cabeza se hacen filas enormes en las clínicas, mientras que antes cogían una ramita, hacían una bebida y con eso se aliviaban. Por eso estamos enseñando a sembrar las plantas, para qué sirven y cómo las van a comercializar; eso hace muchos años se está perdiendo porque al que veía trabajando con plantas medicinales o recetando algo lo metían a la cárcel, le decían tegua, pensaban que estaba haciéndoles la guerra a los médicos, pero ya vieron que era una necesidad…”.