Las carreras de drones, modalidad que ya tiene aficionados en Medellín. Pedro Ochoa y su equipo acaban de competir en Corea en representación de Colombia.
Por Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]
El resultado no fue el mejor -de hecho ni siquiera saben de qué quedaron-, pero la experiencia fue “impresionante”. Pedro Ochoa y sus compañeros Daniel y Santiago Echeverry, Daniel Arcila y Juan Garcés regresaron hace una semana de Corea del Sur, donde representaron a Colombia en el International Drone Sports Championship, que contó con la participación de 14 equipos de 16 países.
Al evento asistieron gracias a la invitación del gobierno del país sede, que brindó los tiquetes y el alojamiento en la ciudad de Yeongwol, y el resto de gastos se los sufragaron algunos patrocinadores nacionales y otros internacionales tras conocer el trabajo que han desarrollado especialmente Pedro y los hermanos Echeverry. Esta fue su segunda participación en el evento, tras el debut en Hawái en 2016.
Estos jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, se han convertido en especialistas en las carreras de drones, una modalidad que desde hace dos años viene consolidando su estructura como deporte profesional. En 2016 fue creada la primera liga mundial, la Drone Racing League, que se asemeja a la Fórmula 1 en el automovilismo, la cual reúne a los principales pilotos del planeta, quienes compiten por el título en todos los continentes.
También se han formalizado algunas federaciones internacionales, una de ellas la Drone Sports International, de la cual es miembro el Miniquad Racing Colombia, una comunidad de pilotos en Colombia con cerca de mil integrantes, incluidos los cinco jóvenes que asistieron a Corea.
De verlos en Youtube al cara a cara
Cuando Pedro acudió a Hawái, junto a Daniel y Santiago, además de Constantino Díaz, Manuel Martínez y Álex Díaz, no podía creer que aquellos pilotos que alguna vez vio en Youtube y a quienes admiraba por su destreza al mando de los drones, se hubieran convertido en sus rivales.
“Fue una experiencia impresionante, aparte de conocer un lugar como esos a punta de volar drones”, recuerda Pedro.
El mismo año en que fue a Hawái, este estudiante, que hoy cursa décimo semestre de Ingeniería Mecatrónica de la Universidad EIA, había comenzado a practicar la modalidad. Averiguando dio con el grupo en Facebook del Miniquad Racing Colombia, del cual se hizo miembro.
A los meses se enteró que había una clasificatoria para asistir al torneo en Hawái y decidió inscribirse, con tan buen resultado que obtuvo el cupo.
Un equipo con pilas
Una empresa de baterías y pilas de Medellín, Trónex, creyó en Pedro y su equipo y les financió parte del viaje hasta la isla del Pacífico. En contraprestación, ellos lucieron el uniforme con la marca que, a su vez, fue como llamaron al conjunto.
Allí corrieron junto a otros 200 pilotos. Los resultados, como se dijo, no fueron los mejores en el plano individual -al menos ninguno de los colombianos quedó en los primeros diez puestos-, pero quedó un bagaje que les ha servido para ir consolidando el deporte en la región y el país.
Pedro, además, se ha especializado en el armado de estos aparatos. Al principio debía importar los repuestos desde China, pero hoy en día hay varios almacenes que los ofrecen en Medellín.
Los drones que fabrican son hechos puntualmente para las carreras, los materiales que se requieren son marco de fibra de carbono, motores metálicos, hélices plásticas y la electrónica como cualquier otro producto de estas características, con baterías pequeñas.
Para las prácticas los pilotos buscan espacios abiertos. En La Estrella tienen una zona donde con frecuencia, los fines de semana o entre semana cuando hay cómo, se reúnen para medir sus habilidades.
¿Cómo son las carreras de drones?
Las competencias pueden ser desarrolladas en espacios cerrados o abiertos, el torneo internacional de Corea fue en modalidad cerrada. Constan de circuitos de cien metros, a los cuales generalmente les dan tres vueltas, para un tiempo aproximado de un minuto y medio, ya que la batería del dron suele tener una autonomía de dos minutos de vuelo. El costo de un aparato de estos, hecho para carreras, puede ser de un millón y medio de pesos en adelante.