Por Laura Montoya Carvajal
Greenpeace, una organización global que protege el medio ambiente, llegó a Colombia en 2013 para llamar la atención sobre los recursos naturales en riesgo. Esta institución lleva 40 años trabajando por causas de esta índole y tiene 3 millones de socios en el mundo.
< Silvia Gómez es antropóloga y magister en Sostenibilidad, y ha trabajado con comunidades indígenas, con la ONU y el Ministerio de Cultura
La regional Colombia tiene 140 voluntarios en Bogotá, Medellín, Cali, Pereira, Barranquilla y Cartagena, y promueve desde el sitio web nuestrosparamos.co la apropiación de la causa en contra de la explotación minera en los páramos del país, iniciativa que tiene hasta ahora 80.000 suscritos.
Vivir en El Poblado habló con Silvia Gómez, directora de Greenpeace Colombia, sobre el problema del agua y la situación actual del activismo en el país.
¿En qué se centra la gestión de Greenpeace Colombia?
“Cuando llegamos en 2013, hicimos un diagnóstico sobre las amenazas y las potencialidades ambientales del país, y decidimos enfocar todos nuestros esfuerzos en la protección de los ecosistemas de páramos y las fuentes hídricas. De ellos se surte más del 70% de la zona andina, incluida Antioquia.
En Colombia tenemos más del 50% de los páramos de todo el mundo, y el páramo más grande del mundo, que es el de Sumapaz. Greenpeace está trabajando principalmente en el páramo de Pisba (Boyacá), uno de los más importantes y más afectados del país.
Tenemos un plan de acción hasta 2017 y su prioridad es garantizar la prohibición de minería en páramos, revocar las licencias ambientales que haya en estas zonas y gestionar la sanción de una ley que permita la protección de estos ecosistemas a largo plazo.
Estamos trabajando desde el Senado y la Cámara tratando de hacer lobby político para lograr esta ley. Nos preocupa que tenemos una autoridad ambiental muy débil, que no cumple con proteger los recursos. Hemos presionado a estas autoridades: el presidente Santos ya nos contestó una carta sobre nuestras denuncias al Plan Nacional de Desarrollo, que deja muy desprotegidos estos ecosistemas, y estamos en negociaciones con el Ministro de Ambiente para que revoque las licencias otorgadas de manera irregular”.
Hay racionamiento de agua en Antioquia y otras partes del país. ¿Qué analiza de esta situación?
“Lo que está pasando con la escasez de agua es un asunto que ningún colombiano puede desconocer y es una combinación de factores. Los páramos vienen teniendo mucha presión de minería hace unos 5 o 6 años, y esto contamina las aguas superficiales y las subterráneas, causa deslizamientos de tierra y erosión, y hace que la capacidad del ecosistema para generar el agua se reduzca considerablemente. Hace diez años la legislación ambiental estaba por encima de la minera y ahora no es así, y eso completamente reprochable.
El problema no son solo el derroche de agua y el Fenómeno del Niño. Es importante promover el ahorro, pero también lo es tomar medidas y generar estrategias para garantizar la protección del ecosistema y, por tanto, nuestro futuro. Sin duda es competencia de todos los departamentos. Creo que es un tema en el que todos los colombianos tenemos que responsabilizarnos, porque estamos hablando del agua de nuestros hijos”.
¿Cómo ha sido hacer activismo en Colombia? ¿Cuál ha sido la respuesta de la gente?
“Nos hemos sorprendido muchísimo. Creo que en términos históricos nunca había habido tanta movilización pública frente a los recursos naturales: desafortunadamente tampoco habíamos tenido una serie de gobiernos tan incisivos con posicionar la actividad minera como fundamental para el desarrollo.
En Colombia llevamos casi dos años, es un proceso nuevo que está en etapa inicial a la que estamos llegando con cautela. En el país no estamos acostumbrados a que nos digan abiertamente las verdades.
Otro aspecto es que Colombia es históricamente receptor de fondos: normalmente no financiamos este tipo de proyectos. En ese sentido es una plaza complicada porque hay mucha desconfianza en general, y por esto las personas tienen rechazo a que les pidan dinero.
Estamos tratando de involucrar a la gente y hacerle comprender que necesitamos socios que se comprometan con su participación y sus recursos, porque es la única manera en la que podemos financiar nuestras acciones, como la recolección de datos para respaldar denuncias.
Nos da alegría que la gente se dé cuenta de que los recursos naturales no son asunto solo de los ecologistas, sino de todos. Si no los cuidamos, vamos a ser cómplices como generación de la destrucción masiva de lo más valioso que tenemos, que es el medio ambiente”.
¿Qué viene para la organización?
“Nos vamos a estar enfocando en el tema de agua, energía renovable y sobre todo de minería de carbón. Colombia quiere convertirse en el segundo país que más exporta carbón: ahora es el quinto. Vamos a estar muy involucrados en las negociaciones que se hagan para lograr este objetivo, presionando mucho para que ese tema sea replanteado, porque es una actividad que está mandada a recoger: es el negocio que más contamina y promueve el calentamiento global”.