Equipo, la alquimia sucedió

Era la mañana del jueves 22 de mayo, cuando un grupo de personas, buscando respuestas, se reunía en un espacio seguro, abierto y lleno de ganas de aprender. Una potente frase abría el espacio para que esas 180 personas ahí reunidas se conectaran:

“Hoy estamos aquí como alquimistas. No para replicar el oro de otros, sino para descubrir los elementos que harán brillar el nuestro. Porque el verdadero oro se crea. Se forja. Se transforma.”

No, no era un evento más; era un espacio lleno de personas con ganas de hacer de sus organizaciones mejores lugares para trabajar. Un espacio al que asistían no para llenar sus mentes de conocimiento, sino para conectar con otros y aprender de ellos.

No dejo de hacerme esta pregunta en mi cabeza:

¿Por qué, si liderar organizaciones, cultura y estrategia es tan retador, había tantas personas ahí?

Me atrevería a decir que son personas que tomaron la decisión de hacerlo por convicción. Claramente no las mueve solo un salario; las mueve el reto, les apasiona ver evolucionar organizaciones y sus líderes; pero, sobre todo, las mueve hacer comunidad, activar la conversación, crecerla, enriquecerla. Como alquimistas modernos que, en lugar de transmutar metales en oro, buscan transformar ideas en impacto, conocimiento en acción y visión en cambio real. Creen en la alquimia de las conexiones humanas, en el poder de mezclar talento, propósito y estrategia para dar vida a algo más grande que ellos mismos: una comunidad que trasciende, que inspire, que evolucione.

Como decía Steve Jobs, “si no tienes la suficiente pasión, ni lo intentes, porque vas a querer salir corriendo frente al reto”. En este caso, el reto significa liderar la cultura para ponerla al servicio de la estrategia. Un reto de otro nivel, que incomoda, duele, se sufre, pero que, cuando se logra, produce orgullo y gratificación inmensa.

Cada intervención nos dejó aprendizajes clave:

  • La cultura, como el kitesurf, necesita práctica, disciplina y una conexión constante con el viento del propósito.
  • La polaridad constructiva permite decisiones más sostenibles, relaciones más saludables y organizaciones más resilientes.
  • La “Burbuja de la Neutralidad” en los equipos tiene un costo muy alto: debemos actuar con intención en los neutros, conectar personas con organizaciones.
  • Las emociones son el pegamento de la cultura. La gente no recuerda procesos, recuerda cómo la hicieron sentir.
  • La transformación comienza con la consciencia colectiva: cuando empezamos a observar con intención.
  • Una cultura viva se sostiene con acuerdos claros, compartidos y auténticos.
  • La cultura no es un lujo, es una necesidad básica para impulsar las empresas.

Estamos pasando de una época donde el conocimiento era de unos pocos y no se compartía para que no nos ganaran la carrera empresarial, a una época donde co-competimos, co-operamos, co-creamos juntos.

Solo hay una cosa que no se puede copiar en una organización por más que lo intentemos: su cultura. Por eso cada vez más empresas se atreven a compartir su historia, su experiencia y sus aprendizajes, porque cada vez que una persona cuenta su proceso, está guiando a muchas otras que vienen por el mismo camino.

Qué satisfactorio es ver personas reunidas, convencidas de que podemos:

“Cambiar el mundo desde adentro, co-creando mejores lugares para trabajar”.

Siento infinita gratitud con cada una de las personas que estaban ahí, y con cada miembro del equipo que lo hizo posible, porque juntos estamos dejando una huella en el ecosistema empresarial.

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