Epidemia de soledad: un llamado a conectarnos

Si usted fue una de las personas que compartió la Navidad y el fin de año rodeado de amigos y familiares, puede sentirse muy afortunado. No hizo parte del 25% de la población mundial que dice sentirse muy sola. La soledad, catalogada como un problema de salud pública en 2023 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad es un problema tan grave que ha llevado a países como Japón y Reino Unido a crear ministerios para combatirla y a Seúl, en Corea del Sur a anunciar la inversión US$ 327 millones, buscando adecuar su ciudad para que nadie se sienta solo.

La soledad crónica es mucho más que un estado emocional; se convierte en una condición que afecta tanto la salud mental como física. Estudios de la OMS destacan que la soledad aumenta el riesgo de enfermedades como hipertensión, diabetes, accidentes cerebrovasculares, ansiedad, demencia, depresión y suicidio. En fechas especiales como Navidad, que enfatizan la conexión humana, la ironía es evidente: mientras algunos celebran, millones enfrentan sentimientos de aislamiento.

En Colombia, la soledad también deja marcas significativas. Según el DANE, en los últimos 15 años el número de hogares unipersonales aumentó del 13% al 18%, evidenciando un aumento en el aislamiento social. En Medellín, el panorama es igual de preocupante. La Encuesta de Calidad de Vida de Medellín 2024 reveló que solo el 70% (frente al 80% reportado en 2021) de los ciudadanos califican su salud mental como buena, con una marcada brecha de género: las mujeres reportan niveles significativamente más bajos de bienestar emocional, un 64 %, frente al 76 % de los hombres.

Las cifras relacionadas con el suicidio son alarmantes. En 2024, Antioquia registró 5.954 intentos de suicidio, de los cuales cerca de un tercio ocurrieron en Medellín. Entre enero y octubre, 161 de estos casos resultaron en muertes consumadas, posicionando a Medellín como la segunda ciudad capital con más suicidios en el país, después de Bogotá (279) y seguida por Cali (106). Las principales causas incluyen la soledad, problemas interpersonales, dificultades económicas y violencia intrafamiliar.

¿Qué podemos hacer?. Aunque el panorama parece desalentador, existen acciones concretas que pueden marcar la diferencia. Estrategias locales como la política pública de salud mental y acciones como “Los escuchaderos” en Medellín ofrecen espacios para que las personas compartan sus sentimientos y busquen apoyo. Este tipo de iniciativas son fundamentales en una sociedad que enfrenta una creciente desconexión social.

A nivel individual, es fundamental fortalecer nuestras relaciones. Dedicar tiempo de calidad a nuestros seres queridos, escuchar con empatía y expresar afecto son claves para contrarrestar la soledad. Además, participar en actividades sociales y en voluntariados puede expandir nuestras conexiones humanas, superando la superficialidad de las interacciones digitales. Cuidar nuestra salud también es vital: el ejercicio no solo mejora el estado físico, sino también refuerza la autoestima y reduce el estrés.

La pandemia del COVID-19 nos enseñó la importancia de cuidar nuestra salud mental y fomentar relaciones humanas significativas. Ante una sociedad que enfrenta una baja tasa de natalidad y un envejecimiento progresivo, y enfrentará retos sociales cada vez más complejos, es esencial actuar de manera colectiva. Cuidemos nuestra salud mental y cultivemos relaciones con empatía.

Que la indiferencia no sea el legado que dejemos; construyamos una ciudad más solidaria y consciente. Salgamos al espacio público y conozcamos a otros, conectémonos con nuestra identidad colectiva cálida y amable. Al final, prevenir la epidemia de soledad comienza con pequeñas acciones diarias que nos vinculan: tender una mano, iniciar una conversación, cuidar de los otros y reconocer lo valioso que existe en todos.

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