Después de aprender y practicar el oficio, Gloria Puerta regresó a Medellín con una intención: disfrutar los sabores nuestros y llevarlos a cada casa. Tolú, es la marca que creó y con la que se encarga de transmitir la alegría y las sensaciones del trópico. Una nota sobre sabores, en este tiempo de reuniones, celebración y comida
Hace unos años, Gloria Puerta tomó una de las contadas decisiones de la vida que cambian el camino: dejaría su carrera como ejecutiva de cuenta, en una conocida agencia de Publicidad, y para dedicarse a un sueño, que ocurre en un lugar querido y por el que pasan muchas sensaciones, sentimientos y recuerdos: la cocina.
Para empezar ese camino nuevo, viajó a Buenos Aires, una ciudad que siempre le gustó y donde la gastronomía tiene escuelas y profesores variados; un lugar de tradiciones, inmigrantes y apertura hacia sabores distintos. Hace un tiempo regresó a Medellín con su oficio, experiencia y con el deseo de resaltar y compartir los sabores del trópico.
¿Cómo tomó la decisión de estudiar gastronomía?
Toda la vida estuvo presente. En los cuadernos que me quedaban del colegio, en vacaciones, siempre había anotaciones. En las hojas que estaban en blanco, anotaba recetas. Aquí recuerdo una peluquera que alguna vez dijo: ‘hay que recordar a qué jugaba uno cuando era niño porque eso generalmente tiene relación con lo que uno es ahora que es grande. Recuerdo que jugaba a estar en un programa de cocina. En mi generación, ser cocinero no era uno de esos oficios muy populares; es algo que ha venido pasando. Como la cocina tiene que ver con creatividad, colores y composición, creo que lo más cercano que encontré fue Publicidad, un oficio que veo muy de la mano, y que agradezco haber estudiado. La cocina es mi vocación; trabajé en un restaurante durante el tiempo de Universidad, y siempre, de alguna forma, he tenido un vínculo con la gastronomía.
¿ Por qué escoger la pastelería?
Después de los estudios generales de cocina, me conecté con la parte dulce, y encontré que tiene aspectos que me gustan: poca improvisación, un ritmo más lento. Es más exacto, hay más calma. Disfruto trabajar con insumos que no tienen una relación tan predominante con la carne. Aunque no soy vegetariana, disfruto más otros ingredientes. Después de haber estudiado pastelería, perfeccioné la comida salada. La pastelería tiene más alquimia y esto te hace perfeccionar el conocimiento sobre otros ingredientes y alimentos.
De dónde viene el nombre Tolú?
Tiene que ver con la conexión con lo caribeño, con todo lo que nos aporta, la idiosincrasia y cultura de ese lugar. A la vez es un nombre corto que me suena dulce, también es una canción de Lucho Bermudez. Apoyé el nombre con el eslogan bazar de comida. Siempre que me preguntan qué es lo que más me gusta cocinar, me parece difícil responder esa pregunta porque creo en muchas cosas. En parte por el recorrido que he tenido en restaurantes franceses, tailandeses, italianos o argentinos. Los proyectos hablan de los gustos de las personas, y en Tolú tengo una oferta muy amplia, que habla de esos gustos y recorridos variados.
¿Dónde está la fuerza de Tolú?
Está en tres puntos: me encanta ir a las casas de las personas a cocinar, también está la oferta dulce de tortas, y además de esto, soy proveedora de algunos cafés y lugares de Medellín.
¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante?
Me encanta verle la cara a alguien cuando cocino. Cuando me dicen: ‘me encanta’, ‘está delicioso,’ es el mejor pago no monetario del trabajo que puedo recibir. Esto último me llena de mucho amor. A esto le sumo algo que siento: las ganas permanentes de cocinar; cada plato que hago es como si fuera el primero, el único, y como si fuera para mi. No he perdido el gusto, y esto me parece importante. También disfruto ser parte de las celebraciones y momentos de las personas. Me parece muy bonito la opción de dar amor, comunicar, reconfortar.
¿Cómo se ve en el futuro?
Me gustaría tener un local donde pueda ofrecer un menú diario. Me encanta innovar y proponer opciones distintas. En ese lugar, me gustaría tener un menú que pueda cambiar de forma semanal, y ahí me gustaría ofrecer mis tortas, y operar. Me encantaría seguir cocinando para las personas porque disfruto ese contacto con la gente. En Buenos Aires, ya tuve un local grande, con empleados. Fue una experiencia gratificante, y al mismo tiempo, agotadora. Un lugar grande necesita más presencia, y por eso me gustaría un sitio más pequeño. También espero poder aprender y compartir con otros mis conocimientos sobre cocina.