En El Poblado, de la exclusividad a la exclusión

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Pero los hechos de rechazo de ciudadanos contra ciudadanos, del tipo que sean y fichados como “de afuera”, superan estos tres casos y más bien muestran cuadra por cuadra un síndrome del antivecino, que no es nuevo y que parece ir en aumento ahora con el auge residencial y comercial de estas tierras.

Lea aquí un poema de Constantino Cavafis sobre los bárbaros

De todos los colores

La primera querella conocida fue en Provenza, en 1991, por las noticias de mudanza de la Fiscalía al viejo convento de las Carmelitas Descalzas, querella que reviviría años después con la conversión de ese edificio en la discoteca Sanedrín, y que se replicaría a finales de los 90 debido al triángulo Santa María de Los Ángeles, Edificio Mónaco y Fiscalía, esta última de nuevo como objeto de rechazo.

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Es entendible que haya quienes no quieran pasar las noches en cama al lado de una discoteca, ni tampoco convivir con organismos de seguridad, porque temen un atentado o porque saben que terminarán siendo los sacrificados del régimen preventivo que estos imponen en el barrio, el cierre de vías por ejemplo, y por eso mismo en Manila alguna vez recogieron firmas para sacar la estación de Policía; sin embargo los casos del antivecino son de todos los colores y de todas las épocas: habitantes de Barcelona contra la estación Terpel de El Tesoro; de Palmar de La Concha contra la estación Mobil de la Inferior; de la loma de Floridablanca contra los edificios Los Juncos y Lisboa; de Rosedal contra el centro comercial Pinar del Río; de la calle 15A contra la conexión vial Castropol Las Palmas; de Rincón de Los Balsos contra la Orquesta Filarmónica; de Patio Bonito contra la sede del partido político Equipo Colombia; de Poblado del Campestre contra una supuesta funeraria; de Manila contra el corredor de la Buena Mesa.

Sin excepción en estas comunidades alguien al enterarse de la noticia de la llegada del nuevo vecino tocó puertas y acudió a las autoridades para expresar “la postura” del barrio, que en términos prácticos se resume en “fuera de aquí”.

No son conductas aisladas

Luis Fernando Betancur, Curador Primero de Medellín, lee en estos hechos una sola intención: no tener vecinos. Dice, “hay quienes creen que solo ellos pueden ocupar el suelo urbano y que el lote colindante debe permanecer de por vida lleno de árboles y maleza”. En consecuencia esa Curaduría no tiene mes sin recurso de reposición, o de apelación, sin solicitud de revocatoria, derecho de petición, tutela o acción popular, formas jurídicas que toma la oposición, y que a criterio del mismo Betancur “son un terrible desgaste porque en su gran mayoría los proyectos aprobados cumplen las normas”.

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Desde la antropología Juan Carlos Orrego plantea: “Lo desconocido genera incertidumbre, por eso se cree que es mejor malo conocido que bueno por conocer. Son posturas como la de Robinson Crusoe cuando descubrió en su playa las huellas sobre la arena: no pensó que se trataba de un ser humano, pensó en el demonio, incluso en algo más peligroso”.

En otra lectura, Carlos H. Jaramillo, Subsecretario de Planeación, entiende que en sus pleitos los lugareños expresan sensaciones de peligro y amenaza, prevén la vulneración de sus derechos colectivos, o, en una postura individualista, desean que las cosas no cambien. Señala además que la conducta es muy propia de las gentes de esta comuna, aunque no exclusiva, y por eso cita como ejemplos los procesos más recientes abiertos en contra de estaciones de servicios en la Avenida Nutibara y en La 70, de Camino de los Almendros, frente a Carlos E. Restrepo, o de Torres de San Nicolás, en la carrera 50D con la 65.

Otras interpretaciones obtenidas por Vivir en El Poblado aluden a temores por la diferencia o a la comprensión errada de la territorialidad, y acompañan este informe.

Pleitos bien particulares

No son pocos los barrios de El Poblado que se han escapado de sufrir relaciones de verdad tensas y perjudiciales, más los que reúnen viviendas y establecimientos comerciales, asimismo porque la historia ha demostrado que las autoridades, por indiferentes o bien porque no dan abasto, no logran atender con eficacia todas las alarmas de preservación de la tranquilidad.

Pero lo particular de aquellos otros pleitos es que los rechazados, la estación de Terpel, Los Juncos, la Orquesta Filarmónica y demás, apenas sí comenzaban a planear la instalación en el barrio, cuando más tenían una primera piedra. Entonces la persecución en aras de excluir, llevada por algunos al extremo de mentir en las denuncias, por ejemplo decir que tal construcción “no tiene licencia”, en realidad se suele basar en presunciones -cuando menos, porque también se habla de capacidad socioeconómica y de rasgos físicos-, y no tanto en conflictos medibles y verificables.

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Por eso mismo en otro pleito reciente, la reforma de una propiedad en la calle 10A, la Inspectora 14A determinó con base en la Ley que si bien en el local funcionará un establecimiento comercial, “ni el dolo futuro, ni la contravención futura son susceptibles de ser sancionados”.


Foro sobre el antivecino

El medellinense, que siempre se ha autocalificado como hospitalario, abierto y servicial, y que así se está vendiendo al mundo, entonces no es propiamente el tipo de persona que es descrita por este fenómeno del antivecino. ¿Algo cambió? ¿La inseguridad y la violencia hicieron mella en la gente de aquí? ¿Se rechaza por apariencias, por orígenes, por condiciones económicas? Piense en ciudad, ayude a pensar, y participe con su opinión en este foro. (Ir al foro)


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