Una de las cosas maravillosas de ser un coach personal, es que tengo la oportunidad de conocer en profundidad el corazón de muchas personas. Debido a mi trabajo, soy coach de hombres y mujeres de diferentes edades, razas, clases socio-económicas, y nacionalidades. Lo que más me ha fascinado de esta experiencia ha sido que cada una de las personas que he conocido es un ser humano increíble. Hasta hoy no ha habido una sola persona con la cual no pueda relacionarme, en la cual no pueda ver algo que sea similar a algo que tengo yo. Hasta ahora no he conocido la primera persona en la que no encuentre algo que admirar, sea su poder de recuperación, su valentía, su generosidad, capacidad de soñar, optimismo, etc. Lo mismo pienso de las personas que he conocido en mi vida, mi familia, mis amigos, mi compañeros de trabajo, mis vecinos. Entonces he llegado a la conclusión de que cuando uno conoce el corazón de una persona, no encontrará más que a un ser maravilloso. Y que, de alguna manera, todos los seres humanos nos parecemos; todos tenemos miedos, tristezas, inseguridades y frustraciones, todos sentimos amor, felicidad y rabia, todos tenemos a alguien que nos hace vibrar y a alguien que nos arruga el corazón.
Antes de ser su coach, me había topado con muchas personas del mismo perfil de los que ahora son mis clientes. Personas que me servían en un restaurante, limpiaban el piso del edificio donde queda mi oficina, eran la mamá o el papá de un amigo o que, inclusive, estudiaron en mi misma universidad. Y por muchos años nunca se me ocurrió pensar que podríamos tener tanto en común. Ser coach me ha cambiado la manera de ver el mundo, ahora cuando estoy hablando con el mesero de un restaurante, o con una azafata, me pregunto: ¿Qué habrá en el corazón de esta persona?, ¿cuáles serán sus sueños, sus miedos, sus amores? ¿Qué tendremos en común? Hasta me he empezado a preguntar lo mismo sobre la persona que me pita en la calle sin ninguna razón o el operador del servicio al cliente que no me da un buen servicio.
¿Cómo sería el mundo si todos viviéramos buscando conexiones con otras personas, en vez de razones para juzgarlos? ¿Qué pasaría si todos buscáramos ver en los demás algo de nosotros mismos? Creo que tal vez viviríamos con más paz, amor y compasión.
Te invito a que abras tu corazón y tu mente, a que suspendas el juicio por unos días y veas el corazón de las personas que te rodean. Haz más preguntas para entender por qué alguien reacciona de una manera o la otra. Escucha más. Te reto a que en la siguiente semana encuentres a cinco personas que no conoces y a través de una conversación aprendas en qué se parece a ti. Creo que si lo intentas, te sorprenderás positivamente.
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En el corazón de las personas
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