Emprender (Parte 2)

No hay lugar a duda que las relaciones pueden llegar a ser complejas, muy complejas de hecho. Hablo de relaciones de todo tipo, familiares, amorosas, laborales, en fin… Lo que realmente las hace complejas más allá de los comportamientos, claramente es la falta de comunicación. Sobre todo, porque nos da miedo por naturaleza ser sensatos desde un principio, simplemente porque en nuestra mente no existe el espacio para el conflicto y, por ende, nos da pánico enfrentarlo.

Por eso hoy les quiero compartir uno de los temas más importantes, sino el más a la hora de arrancar un negocio o empresa: las sociedades. Es decir, a quién escogemos como coequiperos o coequiperas para llevar a cabo una visión puede ser, como dicen los gringos, el make or break de ese proyecto. Claro está, existe la posibilidad de ser lo que se conoce como solopreneur o sea, irse solo en el camino y eso no tiene ningún problema (superficialmente hablando). Lo que pasa es que, desde mi perspectiva, solo siempre es más duro, mucho más al inicio, donde uno como founder es todero. 

La escogencia de socios o socias es simplemente la decisión que lo puede todo, y cuando digo todo es TODO. Puede amplificar lo bueno o puede exacerbar lo malo y por eso la relevancia en este paso. 

Como les dije en el artículo pasado, la factura emocional en el emprendimiento es real y muy alta, y los socios o socias son ese catalizador que puede ayudarte en tus peores momentos, o puede terminar por agotar tus fuerzas y energía. Yo siempre un poco dramático, lo sé, pero mi idea es que ustedes los lectores puedan conocer casos reales que no son color de rosa.

Yo terminé por fundar mi primera startup, TurboBOY con mi hermana y con un gran amigo. Claro, inicialmente y cuando eres novato en el vínculo societario, nunca, pero nunca crees que crear una empresa vaya a tener un mal desenlace, y aunque el final de TurboBOY fue digno y justo, la cantidad de errores que cometimos los tres fueron inimaginables y eso al final del día desgastó las relaciones… algo que en ninguna maestría o PHD te lo enseñan. No solo a lidiar con esas relaciones en el día a día sino también las del post TurboBOY. 

El error más grave que cometimos fue no haber puesto las cosas en contexto antes de crear la empresa. Con esto me refiero a que no deben arrancar por crear una compañía pensando que todo va a ser maravilloso, porque el sesgo que existe sobre esa aproximación es bastante nocivo a largo plazo. Mis socios se retiraron mucho tiempo antes que yo de TurboBOY y, sin entrar en detalles si las razones fueron válidas o no, porque seguramente lo fueron, lo que continúa después de eso no es sencillo de tratar, y menos aun cuando nunca hiciste lo necesario para mitigar ese tipo de situaciones. 

Por eso, mi recomendación hoy para los que se quieren adentrar a crear una empresa con socios, es que piensen en hacerlo mapeando todos los posibles peores escenarios. Si, así como lo leen. Tengan esas conversaciones incómodas, tengan ese o esos momentos que pueden parecer malucos, pero que les van a ahorrar muchos dolores de cabeza en el tiempo. Para esto, mis 5 centavos pa’l peso van más allá de tener solo esas conversaciones; hagan lo que se conoce como un “acuerdo de accionistas”. Este acuerdo formal debe considerar muchísimas cosas; sí, esas no tan cómodas (obvio no todas, ya que es imposible). Aquí les comparto unas cuantas como para que tengan contexto:

  • ¿Qué pasa si un founder se retira antes que el otro o los otros? 
  • ¿Qué pasa si uno o una de ellos/ellas muere? 
  • ¿Qué pasa con su participación accionaria?

Hoy, por ejemplo, en Vozy (startup de la que soy cofundador) somos 4 socios. Todos no podemos ser más diferentes, en personalidad, en madurez, en muchas cosas, pero sí nos unen varias cosas: claramente la visión y el propósito de lo que queremos impactar con Vozy, y el analgésico más importante, un acuerdo de accionistas, que nos dice y nos da la pauta de lo que pasaría ante muchas eventualidades en la relación de sociedad. 

Después de convertirme en ingeniero litigante, hoy mi responsabilidad con el ecosistema emprendedor es contarles mi camino y algunas de las cosas que me han pasado, buenas y no tan buenas. Y les puedo decir que la que corresponde a los socios y socias ha sido y es la más decisiva de todas (obvio desde mi punto de vista). Le doy gracias a las energías de la vida por haber puesto en su momento a Carolina y a Daniel en TurboBOY, y hoy a Humberto, Helmuth y Ricardo en Vozy. Finalmente, todo es un camino de aprendizajes.

Por último, y como nos dice Jason Lemkin, uno de los gurús del SaaS… Qué buscar y por qué preocuparse a la hora de buscar socios.

Buscar:

  • Alguien muy bueno en algo fundamental para lo que tú no eres: genial en ventas. Genial en ingeniería. Excelente en marketing.
  • Alguien con quien quieres trabajar durante una década. Tienes que trabajar mucho en SaaS.
  • Alguien que lo desee tanto como tú y por las razones correctas. De lo contrario, cuando las cosas se pongan difíciles (y así será), se irán. O darán un paso atrás.
  • Alguien ético con quien compartas valores fundamentales. Sí, realmente importa. Vas a ser desafiado muchas veces, de muchas maneras.

Preocuparse por:

  • Personas de corto plazo. 
  • Personas que sólo quieren ganar lo suficiente para satisfacer sus necesidades. O gente que simplemente quiere probarlo por un tiempo. Siempre renuncian.
  • Personas con un conjunto de habilidades demasiado similares (no siempre, pero sí a menudo). Si ninguno de los dos sabe codificar, bueno… deben encontrar a alguien que lo haga. Si ninguno de los dos quiere apresurarse para conseguir clientes… bueno, ¿quién lo hará?
  • Gente que acabas de conocer. Puede funcionar, por ejemplo, Dropbox. Pero si hace esto, al menos acepte un verdadero abismo en su adquisición de derechos.
  • Asentamiento. No te conformes con un cofundador. Encuentra a alguien en quien realmente creas y ames. Si aún no puedes encontrar a esa persona, sigue adelante.

Espero hayan disfrutado y, como les dije en la parte I, ánimo y vayan “a por todo y con toda”.

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