El reto de convertir ideas en oportunidades económicas, cada vez se consolida como una alternativa para las nuevas generaciones. Medellín es un buen lugar para intentarlo.
Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]
Que se atraviesen preguntas sobre el fracaso, cuando se decide emprender, es casi natural. Los expertos dicen que hace parte del proceso de aprendizaje. ¿Cómo emprender y no quedarse en el camino? Pablo Ángel, emprendedor, jefe del centro de Desarrollo Empresarial de UPB y miembro de Andi del Futuro, reconoce que “un gran porcentaje de empresas que se crean no pasan los dos años, por eso se necesita que los emprendedores se enfoquen en oportunidades y problemas reales; que se enamoren de problemas y no de soluciones”.
Para ser emprendedor hay que “ser arriesgado”, indica María Gallego Yepes, directora nacional de Creame, incubadora de empresas. Ella explica que en otras economías el hecho de que un emprendedor fracase no es castigado; por el contrario es visto como una lección para una nueva oportunidad.
“Empresas se han creado toda la vida, lo que hacen estos procesos de acompañamiento a emprendimientos es revertir la estadística y disminuir el riesgo de fracaso”, explica Gallego Yepes, quien agrega que los principales detonantes para que no despegue la iniciativa están en la conformación de los equipos de trabajo, los requerimientos legales y las labores para la formalización que incluyen “tareas operativas muy fuertes para una empresa naciente”.
Adriana García Grasso, directora de innovación Eafit, asegura que los emprendedores creen que esta es una opción fácil, pero tal vez es la más difícil porque se requieren competencias muy especiales como “la resistencia al fracaso e identificar buenas ideas: no cualquier idea es un buen negocio”, concluye.
Las universidades son un eslabón importante en el emprendimiento en la ciudad. Por ejemplo, en Eafit hay unas 80 iniciativas empresariales o spin off, de las cuales 16 ya facturan; sin embargo, García anticipa: “muchas con seguridad no van a salir y algunas de las 16 se quedarán en el camino. La dinámica del negocio es de altos riesgos, altísima incertidumbre”. Hay que crear mercado.
Hay con qué y con quién emprender
De acuerdo con cifras de Creame, en los últimos diez años Medellín ha tenido un crecimiento del 50% en su densidad empresarial, esto, según Gallego, por una política continuada y sostenida en las últimas cuatro alcaldías que han permitido que “los resultados se vean”.
Y es que en materia de emprendimiento, Medellín lleva la delantera por encima de Bogotá y otras ciudades capitales en el país. Así mismo Colombia está muy cerca de países líderes como México y Chile.
“El ecosistema en la ciudad es privilegiado. Aquí hay cosas que en otras partes de Colombia no existen: Ruta N, las incubadoras, las universidades; es una ventaja tener tantos actores, mientras más estemos dedicados a eso, vamos a generar esas condiciones”, indica García.
Ángel reconoce que la mayor participación en Andi del Futuro es de empresas antioqueñas y que en buena medida se debe al impulso y la articulación de los sectores privado y público. Por ejemplo, la Alcaldía de Medellín invierte cerca del 2% del PIB en ciencia, tecnología e innovación.
La preocupación
La informalidad es uno de los fantasmas que preocupan a quienes promueven la alternativa del emprendimiento. En Eafit es un tema de discusión permanente. “Si quiere ser empresario, compórtese como tal, con ética y rigor”, explica la directora de innovación, quien ha visto crecer hasta en un 20% el número de personas interesadas en emprender desde la universidad.
“Hoy en día la tendencia es no tener empleados fijos, y contratar personas por proyectos, eso no solo se ve en empresas como Uber o Rappi, sino en firmas muy grandes, eso va con las tendencias mundiales de lo que los jóvenes o millennials, quieren”, afirma Ángel.
Para Creame, hay que aprovechar esa realidad del interés de las nuevas generaciones para la renovación del entramado productivo. “Las grandes empresas hoy no son capaces de generar más empleo calificado, los llamados a generar nuevo empleo calificado son los proveedores, el emprendimiento sí genera nuevos puestos de trabajo” señala Gallego.
Desde la incubadora de empresas creen aún se requiere más confianza en el emprendedor desde lo privado y público; “necesitamos que abran la puerta a recibir emprendedores como proveedores, necesitamos que les compren de verdad” y afirman que también se requieren mecanismos de financiación en el segmento entre los 150 y 400 millones de pesos, que les permitan escalar sus iniciativas.
Un arcoíris de oportunidades
“Los colores de la economía tienen un arcoiris de oportunidades”, asegura Carlos Viviescas, director de ProSur, quien además considera que el emprendimiento aporta nuevo valor a esas propuestas, por lo que desde esa entidad se busca impulsar esas actividades.
- Economía azul: hace referencia a la capacidad de la naturaleza para reinventarse, tener procesos industriales de ciclo cerrado; es decir que cada desperdicio se pueda convertir en un nuevo insumo.
- Economía naranja: tiene que ver con las producciones derivadas de la creatividad y la cultura; es escalar productos del cine, la literatura, entre otros, a un nivel más amplio de comercialización.
- Economía verde: son negocios con una mirada ecológica que aprovecha las capacidades de la naturaleza para la producción de artículos orgánicos.
- Economía morada: está sustentada en plataformas colaborativas en las que predomina el intercambio de conocimiento para ofrecer al mercado bienes y servicios.