Las cifras de embarazo adolescente en Medellín en 2017 fueron las más bajas en los últimos 20 años. Sin embargo, hay mucho por hacer.
Por: Juan Pablo Tettay de Fex
Natalia y Juan Felipe no se conocen, pero tienen algo en común: fueron madre y padre adolescentes. Sin embargo, cuentan una historia muy diferente. Mientras que Natalia tuvo el apoyo de sus padres, los de él lo dejaron solo y, si bien, el modelo machista ha hecho que muchos padres adolescentes desaparezcan, asumió la responsabilidad, aun sin estar preparado.
La historia de ambos ocurrió hace ya más de 20 años. Sus hijas estudian y entienden los sacrificios que sus padres tuvieron que hacer para que ellas llegaran al lugar en el que están.
Según la Secretaría de Salud de Medellín, en 2017, 5.699 jóvenes entre diez y 19 años quedaron en embarazo; en promedio, quince casos cada día. De esos, 256 fueron de menores entre diez y 14 años. En Sura EPS explican que en este rango un embarazo es considerado abuso sexual infantil. Es una cifra alta y preocupa a las autoridades. Sin embargo, es la más baja en los últimos 20 años. Para Claudia Silva, funcionaria de salud sexual y reproductiva de la Secretaría de Salud, es difícil encontrar la causa de esta disminución, pues es claro que el embarazo adolescente tiene varios factores de riesgo (ver recuadro).
Según las mismas cifras, El Poblado, con ocho embarazos cada 1.000 y Laureles-Estadio, con 12 cada 1.000, son las zonas de la ciudad con menor impacto. Del otro lado están los barrios Popular 1 (101,2) y Manrique (93,2).
Voceros de Sura EPS hacen énfasis en aclarar que aunque a partir de los 15 años un cuerpo está preparado para un embarazo, es necesario advertir la presencia de riesgo para la protección del bebé y sus madres, antes, durante y después del nacimiento, puesto que el organismo pasa por importantes transformaciones funcionales durante la adolescencia. Así, la gestación en esta etapa puede ocasionar complicaciones de salud debido al esfuerzo psico fisiológico.
Respuestas en casa
Natalia vivía en Manrique. Sus promedios académicos siempre fueron los mejores y recuerda que en su colegio “que las niñas estuvieran embarazadas era lo más común”. Juan Felipe, que vivía en Laureles, estudiaba en el colegio de la UPB. Ambos supieron la noticia a pocos meses de graduarse. Gracias a sus notas, Natalia tuvo la posibilidad de acceder a una beca para estudiar comunicación social en la UPB y, aunque decidió postergar un año su ingreso a la educación superior, contó con el apoyo de sus padres para la crianza de su hija. Hoy Natalia es comunicadora en una importante empresa de la ciudad. No se arrepiente de nada, sin embargo, dice que el sacrificio más grande por su hija fue no haber podido vivir en Alemania: “a ella no le gustó y decidí que nos devolviéramos”.
Juan Felipe hizo un semestre de ingeniería mecánica, pero se hizo cargo de la bebé y de su novia y, por ello, pronto tuvo que dejar el estudio. Un semestre más tarde se fue para España a buscar fortuna. Allí logró encontrar trabajo y parte de su sueldo lo enviaba a Colombia. Finalmente, pudo reunir la cantidad de dinero necesaria para llevarse a su compañera y a la niña. Allí estudió administración y finanzas y así pudo dejar el trabajo en construcción y dedicarse al sector industrial. Después de la muerte de su pareja, decidió regresar a Colombia y estudiar Diseño Industrial. Hoy tiene su propia empresa.
Abordar el tema en el colegio
El apoyo de los padres es esencial para que los adolescente puedan tener una vida relativamente normal. También lo es de los colegios. Diana Gil, directora general del San José de las Vegas, explica que dentro de sus políticas tienen acciones enfocadas en salud sexual y reproductiva y, antes que darles la espalda, prefieren abordar estos temas de frente. La idea es evitar historias como las de Natalia y de Juan Felipe. Así desde el preescolar inicia un programa enfocado en autoestima, valores, respeto por el cuerpo y por el otro. “Se inculcan temas de rumba sana, de buen uso del tiempo libre y, además, invitamos a que tanto niñas como niños repliquen esta información entre sus grupos”, explica.
Otra de las acciones tiene que ver con entregar simuladores a estudiantes de décimo y de once: “son bebés que lloran, que deben alimentar, cambiar, entre otras cosas. Así, se dan cuenta de la gran responsabilidad que implica tener una persona a cargo”. Desde 2007 no se presentan embarazos entre sus estudiantes.
Por otro lado, el apoyo de las EPS es fundamental. En Sura, por ejemplo, se ofrece un programa de salud materno infantil, denominado Mamás Consentidas, el cual busca tener un abordaje integral desde lo clínico, lo humano y lo psicosocial. Entre las acciones más destacadas de prevención están: planificación familiar, educación en vida sexual responsable y sexo seguro. “Tenemos un componente especial para las parejas adolescentes en embarazo. Se brinda un control prenatal completo y se hace seguimiento permanente con acompañamiento sicosocial”, concluyen.