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Por: Carolina Zuleta Maya | ||
Si hiciéramos una encuesta acerca de cómo preferimos sentirnos, la respuesta más común sería: feliz. Lo paradójico es que constantemente elegimos pensamientos que nos hacen sentir mal. Vivimos en una época que se caracteriza por las numerosas opciones que se nos presentan y hasta somos caprichosos para tomar las decisiones más triviales; por ejemplo, nos tomamos un buen tiempo para escoger la marca del jabón con el que lavamos, su fragancia, su presentación; solo comemos la comida que nos gusta y nos vestimos como creemos apropiado Sin embargo, cuando se trata de nuestros pensamientos muy pocos somos así de selectivos. Muchas personas enfocan su atención en cualquier asunto que se les presente, aún cuando los haga sentir mal. Pasan largos ratos preocupándose por hechos que no han sucedido, imaginando el peor escenario posible. Oímos comentarios como ¿supiste que al primo de Juan le dio cáncer? o ¿viste que Pedro y María se divorciaron? y después entramos en todos los detalles de lo horrible de la situación hasta el punto que quedamos sintiendo miedo de enfermar o perder a un ser querido. ¿Por qué dedicamos tanto tiempo a temas que nos hacen sentir mal? La mayoría de las personas lo justifica con la respuesta de que es lo que está sucediendo. Pero, ¿es acaso esta una respuesta tan sólida como para aceptar que nos sintamos mal cuando lo que más queremos es ser felices? ¿Acaso cuando estás viendo televisión sigues viendo el programa que te parece aburridor y de mal gusto simplemente por el hecho de que es lo que están dando? ¡No! Si en la televisión presentan algo que no te gusta pasas de canal. Pues con nuestros pensamientos es igual, podemos pasar de canal en el momento que queramos. Si tenemos el poder de elegir lo que comemos o vestimos, tenemos todavía más poder de elegir lo que pensamos, pues esto sólo depende de nosotros mismos. Si encuentras que te estás preocupando dale un giro de 180 grados a ese pensamiento y haz el esfuerzo por pensar en cómo las cosas podrían salir bien. La próxima vez que estés en una conversación sobre algo que no te gusta cambia el tema. Con esto no me refiero a ser indiferente al dolor de los demás, si puedes hacer algo por ayudar a alguien hazlo, pero ten en cuenta que sentirte triste por situaciones que están fuera de tu control no le hace bien a nadie pero si te afecta negativamente a ti. La sicología explica que lo que pensamos tiene una consecuencia directa en lo que sentimos, así que si quieres sentirte bien elige pensamientos que te agraden. Cambiar nuestro foco de atención no es tan difícil, algo tan simple como distraernos con música o con una conversación sobre nuestra película favorita hace la diferencia. |
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