El que a buen árbol se arrima…
Dibujo de instalación. MAMM. Árboles imaginados, noviembre de 2013
Entre enero de 1998 –edición 127– y diciembre de 2001 –edición 217–, Vivir en El Poblado publicó en cada número un registro de los árboles de El Poblado. En aquellas ediciones se expresaba la necesidad de seguir los árboles, de censarlos, de saber dónde se encontraban y en qué condiciones. Se realizó, entonces, un trabajo de investigación sobre el origen, las propiedades, la altura, el nombre común y científico; cómo son las flores, los tallos, las ramas y hojas de cada individuo. Fue un intento para conocerlos mejor.
Conífera Gran Cañón, junio 17 de 2011. Libreta No.26 | Bosque en El Gran Cañón, junio de 2011. Libreta No. 26 |
Convivimos con ellos y podría parecer como una falta de respeto ignorarlos, desconocer su origen y sus familias. No podíamos hacerlo en ese momento y menos ahora.
Su presencia hoy es imprescindible, son nuestros pulmones, los pulmones de la tierra que habitamos hoy nosotros y mañana nuestros hijos y nietos. José Ignacio Vélez, a propósito de su trabajo artístico con el árbol como protagonista, dijo: “… El árbol hoy es el personaje más importante de la humanidad…” Entonces tomamos aquel seriado que Vivir en El Poblado publicó hace algunos años, como el censo que nos llevó a conocer cuántos son, dónde están, cómo son, qué hacen, y si es posible hablar con ellos, sentirlos, tocarlos; los árboles no son seres inertes y seguramente nos observan con la misma sonrisa de los nativos africanos cuando el colono europeo llegaba a talarlos, fuente de sombra, frutos y vida.
Boceto. Rionegro, abril 14 de 2011. Tomado de la Libreta No. 26 | Veinte árboles. Calle Corrientes. Buenos Aires, diciembre 15 de 2012. Libreta No. 35 |
Rehicimos el recorrido, los fotógrafos de Vivir en El Poblado buscaron los árboles que protagonizaron aquel seriado y aquí están algunos, distintos, más altos, más frondosos, con el entorno cambiado, no sabemos decir si más o menos alegres, pero siempre con la presencia sutil que solo se encuentra en la sabiduría. Algunos dibujos de árboles de José Ignacio Vélez y un texto de Memo Ánjel acompañan esta edición.
Tronco de drago, de la serie Hierofanías. El Carmen de Viboral, noviembre 20 de 2006 | Sietecueros. Boceto para Calle de las Arcillas. Guatapé, abril 16 de 2013 |
“El árbol es el centro del universo.
Nos han engañado cuando nos dicen que somos nosotros.
No es cierto. Son ellos”José Ignacio Vélez
Acacia Roja
También conocida como Flamboyán. Alcanza ocho metros de altura. En el norte del Valle de Aburrá, más cálido, las flores son más llamativas. Nativa de Madagascar. Se encuentra en el Parque de La Bailarina (en Astorga).
Edición 184. 07/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
Árbol del pan
Árbol de gran valor alimenticio y ornamental. Alcanza 20 metros de alto. Su fruto, considerado alimento, es rico en carbohidratos, vitaminas y minerales. Se encuentra en el barrio Lleras, carrera 37 con la calle 8.
Edición 181. 05/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El azuceno
Conocido con el nombre de Estremadelio. Es pequeño, con tres o cuatro metros de altura. Sus hojas son de color verde claro brillante. Las flores blancas y aromáticas. Hay azucenos por la calle 7 con la carrera 39.
Edición 201. 04/2001 | Edición 554. 12/19/2013 |
El balso
Alcanza 40 metros de altura. Es conocido como Palo de Balsa. Tiene una gran copa abierta e irregular. Sus raíces son superficiales, sus hojas son simples y sus flores solitarias. Sus frutos tienen muchas semillas. Este se encuentra en el Parque de El Poblado.
Edición 183. 06/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El chiminango
Es un árbol ornamental utilizado en las zonas verdes públicas. Se encuentra en la Avenida El Poblado, desde La Aguacatala hasta Envigado. Su follaje tupido cubre hasta 10 metros. Se usa como cortina rompe vientos.
Edición 140. 08/1998 | Edición 554. 12/19/2013 |
Palma cica
Es pequeña: 3.5 metros en el medio urbano. Su tronco es rugoso. La copa es amplia. La corona hace que parezca una palma. Sus hojas son usadas como follaje en floristerías. Se encuentra en Patio Bonito, cerca al Éxito.
Edición 176. 03/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El corcho
Llega a medir hasta diez metros de altura y con la copa puede cubrir hasta tres metros de diámetro. Es originario del oriente de Australia. Este corcho está en la Zona Rosa, calle 10 B.
Edición 136. 06/1998 | Edición 554. 12/19/2013 |
El pero de agua
Es originario del sudeste asiático. Es un árbol mediano, de follaje tupido todo el año y con su copa llega a cubrir hasta 8 metros de diámetro. Sus frutos se usan para hacer conservas y vinos. Tiene un alto contenido de hierro. Este pero de agua está en Oviedo.
Edición 179. 04/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El guayacán de Manizales
Mide hasta 15 metros de altura, aunque en zonas frías alcanza 20 metros. Sus hojas son de color verde brillante y rojas cuando se marchitan. Tiene flores grandes de color blanco amarillento. Está en la Avenida El Poblado con la calle 16.
Edición 208. 07/2001 | Edición 554. 12/19/2013 |
La ceiba
También es conocida como Bonga. Mide hasta 50 metros de altura. Su copa es muy extendida y tiene pocas ramas gruesas. Es apreciada como ornamental y para dar sombra. Está en La Avenida El Poblado con la 9 Sur.
Edición 150. 01/1999 | Edición 554. 12/19/2013 |
El velero
También lo llaman Cañafístula. Alcanza 12 metros de altura. De clima húmedo, es cultivado como ornamental, como sombra del café, en cercasvivas y como rompevientos. Este velero está en el edificio Novatempo.
Edición 182. 06/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El chumbimbo
La expresión “dar chumbimba” se relaciona con este árbol porque sus frutos parecen balas. La infusión de sus raíces y hojas se usa contra picaduras de serpiente. La semilla se utiliza como insecticida o como insumo de artesanías. Está en el Parque de El Poblado.
Edición 160. 06/1999 | Edición 554. 12/19/2013 |
La palma fénix
Originaria de las Islas Canarias. Llega a medir 20 metros de altura y un metro de diámetro. Sus hojas son ascendentes. Es resistente a suelos pobres, sequías y vientos marinos. Esta fénix está en el Parque de El Poblado.
Edición 194. 12/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
La palma de plata
Se llama así porque sus hojas en abanico brillan cuando las mueve el viento. Es solitaria, de raíces superficiales e inofensivas. Se cultiva como ornamental. Se encuentra en la Avenida El Poblado con la calle 5.
Edición 191. 10/2000 | Edición 554. 12/19/2013 |
El níspero de Japón
Mide entre cuatro y seis metros. Las hojas son usadas como follaje en arreglos florales. Las flores pequeñas, como el envés de las hojas, están cubiertas de un tomento lanoso blanquecino. Este níspero está en la estación Poblado, del metro.
Edición 164. 08/1999 | Edición 554. 12/19/2013 |
El urapán
Conocido como Fresno. Crece rápidamente y su copa de follaje tupido cubre cerca de 15 metros de diámetro. Por eso también se le considera para dar sombra, proteger riberas y para la reforestación mixta. El de la foto está en la Universidad Eafit.
Edición 205. 06/2001 | Edición 554. 12/19/2013 |
Por Memo Ánjel
Ibn Burdah, derviche de Teherán. S. XII.
Los cabalistas de Safed tenían pocos árboles, uno de ellos un algarrobo al que misteriosamente le llegaban pájaros y mariposas. Se dijo que era el árbol de los prodigios, el del día y la noche, el de la abundancia y la escasez, el de los inicios y los fines. Yehudá Hajasid, príncipe de los sabios, eso se dijo y se alabó, interpretó el algarrobo como la síntesis de todos los árboles: fue semilla, fue raíz, fue flores y fue fruto. Y como la cáscara es dura, hay que trabajar para partirla. Y partida, en el interior, en lugar de carne y jugo (como en el fruto de la granada), mostrará la harina con la que se hace el pan. Hacer el pan es lo que nos evita ser animales.
En La diosa blanca,
el libro de Robert Graves,
se cuenta que en el inicio de los tiempos,
los dioses fueron árboles.
En La diosa blanca, el libro de Robert Graves, se cuenta que en el inicio de los tiempos, los dioses fueron árboles. Daban sin agredir: daban el fruto, la sombra, el cobijo, el espacio para los nidos y la corteza (liber) para proteger los libros. Pero algunos se volvieron soberbios y fueron a la guerra. Hubo guerras entre los árboles, hasta que un dios mayor los detuvo y los castigó. Los árboles no pudieron moverse más. En los bosques, quietos, se ven los ejércitos del pino, del abeto, del ciprés (que no para de llorar), del roble y de otros que cambian de nombre según las tierras que habiten y los hombres que los miren. Y en esa quietud hunden sus raíces buscando agua, elevan sus ramas buscando al sol y en ese proceso de levantarse y hundirse, dan hojas, flores y frutos. Y la vida se nutre de ellos (incluida la tierra) a la par que ellos se nutren de la vida: del calor y la lluvia, de los componentes de la tierra e incluso de la carne del corazón de algún viajero, como aquel personaje de Las minas del rey Salomón, que pidió que lo enterraran con una semilla en su pecho, para ser árbol después de muerto.
Guillermo de Orán (nombre el primero que esconde al de Isaac) hablaba del árbol como representación del mandamiento de honrar los orígenes. Si las raíces son profundas, los nutrientes contienen principios y leyes que resisten las tormentas y los soles calcinantes. Si son cortas, de nutrientes vagos y vanos, un golpe de viento las saca de la tierra y llega el sol y las seca. De las raíces profundas nacen los troncos robustos, las hojas brillantes, las flores hermosas y los frutos sobre los que la serpiente no es capaz de mentir. Y las ramas, que se conectan con los cuatro puntos cardinales para no estar perdido en el mundo.
—Pero el árbol no se mueve —dijo un alumno.
—No mueve sus raíces, pero extiende las ramas y los pájaros anidan en él para llenarlo de colores. Y como se mantiene fijo, es hospitalario y se cubre de la lluvia feroz, convirtiendo el aguacero en gotas que caen acariciando la tierra. Y cuando el sol es intenso, convierte la luz en hebras que embellecen la sombra. El árbol se mantiene de pie, como el hombre que mira el horizonte y se prepara para el encuentro. El árbol son muchos ojos y muchos brazos. Matarlo es matar el paisaje y las manos que acarician. Y ese no paisaje ni abrazos, son la puerta de los infiernos.
Guillermo de Orán (nombre el primero que esconde al de Isaac), le hablaba a los árboles y ellos le hablaban a él. No se sabe más.