En el mundo corporativo, del emprendimiento, los negocios, y la vida personal el éxito no se mide únicamente por cifras financieras. Un factor cada vez más relevante es el capital relacional, definido como el conjunto de relaciones, conexiones y vínculos que una persona u organización establece con diferentes actores.
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Cada uno de nosotros tiene un capital relacional que se mide, en parte, en el número de personas que conoce: familiares, amigos, colegas, entre otros. Además, sus familiares y amigos tienen otros familiares y amigos, y así se configura una red de personas relativamente cercanas.
En 1929, Frigyes Karinthy formalizó la idea de que cualquier par de personas pueden conectarse con seis o menos conexiones sociales. Esto se popularizó mucho después, con un juego llamado seis grados de separación de John Guare, en 1990. Hoy, con la explosión de las redes sociales, es muy probable que gran parte de los habitantes del mundo puedan conectarse aún más rápido. Este capital relacional, cuando se materializa, puede resultar en nuevos negocios, nuevas ideas, o en la posibilidad de generar alianzas para trabajar conjuntamente por una causa.
Todas las personas u organizaciones tienen un capital relacional, pero pocas veces lo apreciamos, y en menor proporción lo explotamos productivamente. La riqueza de una organización o una persona se define usualmente por su patrimonio, pero pocas veces medimos nuestras relaciones interpersonales y las relaciones organizacionales como un activo productivo. El capital relacional se puede medir, y se pueden medir los beneficios que este trae de manera individual u organizacional.
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Actualmente vemos en el mundo del entretenimiento cómo los artistas buscan cada vez más colaboraciones con otros artistas, y esto tiene sentido en tanto que juntos son capaces de llegar a las audiencias de ambos. Es decir, multiplican el beneficio. Así lo vemos en el retail, diferentes marcas hacen alianzas para capturar el valor del otro y así agregarle valor a su producto. Y en el mundo académico o de las universidades, vemos cada vez como se presentan dobles títulos o programas titulados por dos o más universidades. De esta manera se logra sacar lo mejor de cada una, para poner en el mercado un producto que por sí solas no hubiesen logrado.
Podríamos encontrar infinitos ejemplos para demostrar que el capital relacional es un activo que le aporta inmenso valor a las personas y organizaciones, el secreto está en encontrar la clave para capitalizarlo.
Cada persona u organización significa un puente que nos conecta con muchas personas u organizaciones más, esto representa un universo de oportunidades de conexión y crecimiento. Como diría el adagio popular, es mejor tener amigos que plata.
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