Hace unos días, en uno de nuestros recorridos, hubo una escena que nos llamó la atención,
en medio del paisaje urbano de caos y agitación. Un hombre salió de un taxi amarillo, sacó su
maleta azul y empezó a correr, en dirección al aeropuerto. Ese momento fugaz y con un aire
leve a desesperación, ocurrió muy cerca de la glorieta del aeropuerto José María Córdova, un
lugar donde actualmente se realizan obras que modifican el tráfico y esperan cambiar la vida,
para bien, en el futuro.
Ante la mirada de los que esperaban avanzar en medio del atasco de aquel viernes, apareció
un hombre. Saludó al caminante y después de unos segundos de conversación, le ofreció
subir a su moto para llegar más rápido.
Quienes estábamos cerca, los vimos desaparecer en el horizonte y nos quedamos con la ilusión de creer que el viajero llegó a tiempo a su destino. Esta escena inusual se vuelve llamativa en un momento del mundo donde el frenetismo, la polarización y el individualismo se reflejan en las noticias de cada día.
A propósito de esto último, François Dubet, sociólogo y filósofo francés, definió gran
parte de lo que sucede en muchos de nuestros pueblos y ciudades como una “crisis de la
solidaridad”. Para él, es curioso que esto ocurra justo en un momento del mundo donde
las personas están más conectadas a través de la tecnología y el comercio. Y agrega que
actualmente parece haber una especie de rechazo a “los sacrificios compartidos que son
esenciales para el bien común”.
Para él, la solidaridad es una “necesidad moral y una práctica esencial para la cohesión y el funcionamiento democrático de las sociedades”. Si conectamos los puntos anteriores con la realidad
de Oriente, vemos que, para este 2025, será vital entregar más de nosotros: ¿qué puede aportar cada uno para mejorar lo que existe y hacer la vida más fácil en un momento de expansión?, ¿qué trabajo o campaña es necesario realizar para aumentar la sensibilidad ante la realidad de los demás y podamos trabajar junto a las autoridades para lograr que los recursos se ejecuten e
inviertan con inteligencia y rectitud, en beneficio de las personas y la naturaleza?
Además de celebrar, un cierre de año es un momento para hacer balances, rendir cuentas,
revisar planes, tomar decisiones o girar el rumbo del camino. En este 2025 que está por llegar, esperamos estar cerca de ustedes, nuestros lectores, para hacer visibles sus historias o
inquietudes, crear conocimiento, revisar lo que pasa y, ojalá, mostrar lo que sucede cuando
las personas regalan su tiempo, comparten sus dones o detienen su camino, para ayudar a
otro que vive un momento difícil, así como sucedió al viajero de la maleta azul; en resumen:
el poder de la gente. ¡Felices fiestas!