El Poblado un barrio polifónico. En sus calles se escuchan músicas del mundo, ritmos para descansar, remembrar, bailar y rumbear. Recorrido sonoro en el que, atención, también hay silencios.
Por Daniel Palacio Tamayo
El compás con el que pasan los minutos en El Poblado varía de acuerdo con la hora del día. Las mañanas entre semana parecen tranquilas, más bien introvertidas; quienes transitan por estas calles van en silencio, ensimismados con sus audífonos. En las noches de los fines de semana los ritmos pujan por ganar clientes entre toda la oferta de bares y discotecas; como también hay espacio para un canto de Mama vieja de un sexagenario que toca su guitarra desde las afueras de un restaurante, a las horas del almuerzo, o las acrobacias temerarias en horarios de oficina en un semáforo de un grupo de jóvenes venezolanos que vuela al ritmo de sus aplausos.
El Poblado suena, brilla y vibra entre gustos. Aquí una muestra…
El cuerpo es instrumento
Las músicas de Irak, Irán o Egipto también se escuchan y se danzan en El Poblado. María Isabel Ángel, directora de la academia que lleva su nombre en la calle 10, siente ese ritmo en cada palabra. “Lo bonito es que el cuerpo se convierte en el último instrumento de la orquesta”, explica, mientras imita con su voz los sonidos de una flauta, un violín y la Darbuka —instrumento de percusión, típico de la región—.
María Isabel cuenta que la mujer en la danza árabe busca traducir la flauta con las manos y los acordeones con las caderas. “Ta rra ta tá, lo marco y luego lo maaantengo con un violín o agito mis caderas”, expresa.
Estas danzas tienen amplia acogida en El Poblado en mujeres hasta mayores de 60 años. El hecho de que no se necesite pareja y que la música permita liberar fácilmente las emociones, es el principal atractivo de quienes acuden a esta academia que tiene más de nueve años en El Poblado
Tornamesa y computador
Colombia no es un país con amplia cultura electrónica, como lo reconoce el Dj. Boom Cardona, instructor de la academia Dj. Zentral, pero algunos tienen como hobby realizar mezclas de canciones desde la tornamesa y apoyados por un computador para subir las palpitaciones por minuto de quienes están en la pista. Luis G. Orejuela, director de la Corporación Zona Rosa, asegura que en ese sector la música urbana y el reguetón “han entrado con mucha fuerza entre los jóvenes”, la electrónica entre un público extranjero y el rock entre adultos de 30 y 40 años.
Un crisol de artistas
Felipe Martínez es una de las voces icónicas del rock en Medellín. En el bar Trilogía canta desde hace 25 años los covers de las canciones que han puesto a rockear a varias generaciones.
“Se buscan canciones para que la gente al recordar, cante, y al cantar se sane; para nosotros eso es lo más importante”, dice Martínez.
Felipe se define como un actor que usa la música para entretener personas, pero sabe —porque lo siente desde el escenario— que no es solo entretener, desde ahí siente cuando los coros cantados desde abajo van cargando de energía la presentación.
Ahora Trilogía quiere ser un centro —giratorio, como su escenario— de una torre de babel de gustos musicales que de paso se convierta en un crisol para la presentación de las promesas musicales de la ciudad. Por eso su banda no está dedicada solo al rock, también empiezan a interpretar canciones de pop, salsa, peluquería, y recientemente invitan géneros como el tango, el jazz o el bolero.
Guitarras poderosas
Sobre la calle 10 hay dos almacenes de instrumentos musicales y por lo menos otras dos academias de música, pero hay una amplia oferta en toda la comuna 14. Allí los artículos más buscados son las guitarras, principalmente acústicas e importadas que pueden costar más de un millón de pesos.
Los instrumentos de cuerda, según los vendedores, son el campo de entrada a la música para los jóvenes; sin embargo, hasta allí también llegan personas más avezadas en el arte para encontrar un nuevo instrumento, pues allí no solo se consiguen guitarras, sino baterías, pianos y otros instrumentos menos comunes.
Hay también una oferta muy amplia de instituciones para recibir clases de música. De las más llamativas está la sede de Musicreando, un piano gigante instalado en Las Palmas, y en el que cientos de niños y jóvenes reciben formación artística. Pero también está la Red de Escuelas de Música de la Alcaldía de Medellín, con su sede en Santa María de Los Ángeles, y en la que hay inscritos más de 200 menores que también les ponen notas musicales a los barrios de El Poblado.
La magia del silencio
“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”, es una de las célebres frases de Beethoven. El silencio también es música para los oídos y es, además, el momento previo al culmen de una interpretación musical.
En El Poblado hay lugares en los que la tranquilidad que da la ausencia de ruidos y sonidos es el principal atractivo.
Casas grandes en sectores como Manila se han acondicionado para contemplar el silencio. Espacios en los que se dictan clases de yoga para niños, adultos mayores y maternas con el fin de alcanzar la “conexión con la verdad personal interna y con la verdad del otro como fuente infinita de felicidad”, como lo promociona Happyyoga en Manila.
La música y las personas
Fabio Soto, jefe del pregrado en Música de Eafit, comenta que el aporte de la música en las personas puede verse desde dos sentidos: uno cuando la escuchamos y otro cuando la estudiamos.
En el primer caso, comenta, la música mejora nuestro estado de ánimo, crea bienestar general y nos permite disfrutar de la expresión artística, además de estimular el cerebro para crear redes neuronales complejas en pro de un mejor desarrollo cognitivo. Eso depende del tipo o el género.
Al estudiarla, aparte de los beneficios al escucharla, se mejora la creatividad y los estados emocionales se canalizan, fortaleciendo la disciplina, la paciencia, la perseverancia, el trabajo en equipo, el autocontrol e incrementa la sensibilización.
Eafit completa 20 años formando músicos
El Departamento de Música de Eafit está cumpliendo 20 años de existencia. En la actualidad, informó el jefe del pregrado en Música, Fabio Soto Correa, cuenta con 260 egresados en pregrado y 200 en maestría, y 250 estudiantes activos. “El enfoque del Departamento está centrado principalmente en la música académica y el jazz pero muchos estudiantes complementan su formación musical con estudios propios en el género musical de su preferencia”.