Soy un ciudadano más de Medellín, que seguramente como muchos otros se preocupa por temas críticos como la seguridad o la movilidad, entre otros. También me preocupa cuando veo con mucha frustración que los mandatarios de turno se esmeran más en mostrar victorias tempranas en problemas de calibre mayor, como la contaminación ambiental y la calidad del aire de la ciudad, que en atacarlos de raíz.
Por: Juan Esteban Jaramillo Betancourt
Medellín y en general el Valle de Aburrá, por su condición topográfica y como lo han explicado mil veces los expertos, en dos épocas del año febrero-marzo y octubre-noviembre, presentan una concentración de la contaminación, debido a que por la acumulación de nubes sobre el cielo, la carencia de la luz directa del sol y la escasez del viento hace que los gases provenientes de fuentes fijas y móviles se acumulen y generen un ambiente tóxico para el organismo. Y en los últimos años, como contraste a esta situación, el Gerente del Área Metropolitana acompañado de alcaldes, secretarios de movilidad y secretarios de medio ambiente de los municipios y como prevención y en algunos casos como reacción a la medición estaciones que monitorean la calidad del aire, imponen medida restrictiva para la libre movilización en la ciudad y poder así influir de manera positiva las mediciones ambientales mostrando de manera rápida y ágil que se mejora la calidad del aire. ¿Y esto que es? Pues en términos coloquiales es como darle un acetaminofén a un derrame cerebral. Me preocupa mucho que nuestros burgomaestres estén más motivados por el afán de su valoración inmediata para futuros cargos públicos, que por el aporte que le dejan a la ciudad o a la región con políticas públicas claras y coherentes para atacar los problemas desde su origen. Claro que los indicadores de contaminación deben bajar. Cuando uno toma una medida restrictiva que hace que el 50% de los carros, motos, camiones, buses, se guarden, pues claro que los indicadores de medición de la calidad del aire tienen que bajar. ¿Pero se atacó el problema de raíz? ¿Están verdaderamente preocupados por arreglar el problema de la contaminación a futuro? O su interés está centrado a que se les aplauda porque bajaron los indicadores en el momento para mostrar victorias tempranas dejando a un lado el verdadero origen del problema. ¿Y por qué, entonces, no hacen lo correcto? ¿Se concentran en buscar el origen del problema y cortarlo de raíz? Pues porque enfrentar el toro por los cachos, implica enfrentarse a gremios muy poderosos que quitan y ponen Alcaldes y funcionarios de alto rango. Además, su gestión sería casi imposible de medir en cuatro años y no pueden materializar los resultados en su mandato. Además de lo expuesto con respecto a las dos temporadas del año donde se concentra la contaminación, Medellín y el Valle de Aburrá están sometidos a una problemática que no tiene fin y que se evidencia en la ausencia total de gestión de los gobernantes de turno (porque el problema no es de ahora, es de muchos años atrás). Entre las principales causas del problema encontramos: no hay políticas claras ni ejecución de un plan estructurado de chatarrización. Ausencia total en generar estrategias para destrabar la ciudad y lograr que la movilidad fluya. Desestimular el uso de vehículos viejos con tarifas impositivas. Mejorar el transporte público en frecuencia, cobertura y calidad. Facilitar el acceso a tecnologías más limpias (motores a combustión Euro VI y a vehículos híbridos y eléctricos con exenciones tributarias). Socializar con las empresas en la necesidad de hacer horarios en jornadas continuas para evitar trayectos inoficiosos. Igualdad en las restricciones actuales para autos y motos. Múltiples centros de acopio para taxis y exigencia que la solicitud de servicio se haga exclusivamente a través de llamada y/o app. Control a la construcción desmedida, sin una planeación acorde que soporte y garantice la movilidad. Vías más estrechas a causa de creación de redes camineras y ciclorrutas mal diseñadas y que solo persiguen un objetivo en kilómetros, dejando a un lado la seguridad de los ciclistas y mayor número de semáforos descoordinados y resaltos que aumentan la densidad de vehículos detenidos y por ende mayor emisión concentrada, y el retraso en la malla vial (tenemos la misma de hace 40 años). A esto, que son las que ocasionan las fuentes móviles es de suma importancia hallar las causas de las fuentes fijas que hacen el 18% de las emisiones contaminantes, según estudio del Inventario de emisiones atmosféricas del Valle de Aburrá. Por último, me gustaría conocer cuál es el impacto de estas medidas improvisadas en la economía y el comercio de la ciudad.