El pasado 4 de octubre se conmemoró el Día Mundial de los Animales. Un motivo para recordar la labor que está haciendo en Medellín el Parque de la Conservación para proteger la fauna silvestre.
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Tiene 61 años, y está volviendo a nacer: antes, Zoológico Santa Fe; hoy, Parque de la Conservación. No es solo un cambio de nombre: es el reflejo de una nueva ruta, y de renovados objetivos y conceptos que se reflejan en los senderos arborizados, en los espacios para la observación de la fauna, y, sobre todo, en el estado general de los animales.
“Los zoológicos en el mundo están en un periodo de evolución o desaparición -dice Jorge Aubad Echeverri, director del Parque de la Conservación-. Es un proceso paulatino, gradual, pero nosotros decidimos hacerlo de una forma más radical. Nosotros quisimos hacer esta transición de una vez”.
La transformación fue formalizada el 20 de octubre de 2020. La Sociedad de Mejoras Públicas, entidad a la que pertenece el Parque, asumió como reto fundamental concientizar a la comunidad en el tema de la conservación de la biodiversidad, pasando de la reflexión a la acción. Los cambios de la entidad están a tono con los movimientos mundiales para la preservación del medio ambiente.
El director del Parque de la Conservación es muy claro al expresar que la reingeniería “está en proceso”, y en esa ruta han entendido que es necesario buscar el apoyo de otras entidades. Una decisión importante es convertirse en un Centro de Ciencias, para lo cual el Parque ha iniciado los trámites con el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Según el director Aubad, el objetivo es “ser un centro de apropiación social del conocimiento, un centro dedicado a la educación como eje”.
Y, al mismo tiempo, el Parque está fortaleciendo sus lazos con entidades públicas y privadas, como parte del ejercicio de construir juntos esta nueva estrategia. “Creamos un grupo de amigos de la Casa de la Ciencia -dice Jorge Aubad-: Parque Explora, Jardín Botánico, Corporación de Investigaciones Biológicas, Universidad Nacional, Universidad de Antioquia, el CES, la Universidad Remington, entre otras”. Y está tocando las puertas de la empresa privada, para diversificar las fuentes de ingresos. “Nos ha ido muy bien -dice-. La pandemia nos sirvió para reinventarnos, porque el Parque dependía casi exclusivamente de las entradas, y tuvimos récord de convenios con entidades privadas el año pasado, en plena pandemia”.
4 ha
es el tamaño del territorio que ocupa el Parque de la Conservación.
947
individuos de fauna silvestre conviven en el Parque de la Conservación.
1.100
árboles y arbustos hacen parte del ecosistema del Parque.
Un segundo hogar
El oso Kojú retoza en el tronco de un árbol, al lado de las hembras Wii y Manchas. Kojú vive ahora una nueva vida en el Parque, después de que fue incautado por la Autoridad Ambiental en una finca de Remedios. ¿Por qué no fue liberado después de su rescate? En las circunstancias en que fue encontrado, Kojú no podía sobrevivir en el medio natural. En el argot científico se habla de animales “improntados”, es decir, individuos que no tienen capacidad de valerse por sí mismos en su medio, porque han desarrollado una relación de dependencia con el ser humano para su alimentación.
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“Son animales que no se pueden liberar -dice Jorge Aubad-, porque ya perdieron su instinto y llegan en condiciones médicas y comportamentales que nos les permiten sobrevivir en su hábitat. Son condiciones nutricionales gravísimas, entre otras, porque no han tenido dietas adecuadas”.
Lo que hace el Parque de la Conservación, entonces, es ofrecerles un segundo hogar. “Ahora somos un centro dedicado a la rehabilitación de especies que han sido objeto de tráfico de fauna silvestre. Queremos que sean los mejores espacios posibles, entendiendo que son animales en cautiverio”. Gran parte del esfuerzo del Parque está enfocado, entonces, en mejorar los lugares y las condiciones para estos animales: hábitats más amplios, con mucha vegetación y agua en movimiento; y para las especies que requieren aislamiento, barreras acústicas, a través de vidrios y muros.
Y, por otro lado, la entidad está reforzando el equipo profesional (médicos veterinarios, biólogos, nutricionistas y especialistas en comportamiento animal), para garantizar el bienestar de la fauna en cautiverio.
Mirada holística
Este cambio de paradigma del Parque de la Conservación implica también una experiencia distinta en la observación. Así lo cuenta Jorge Aubad, su director: “Nosotros tratamos de que los animales estén tranquilos, y que estén ocupados física y mentalmente, con actividades. Antes se mantenían muy ansiosos. Ahora los visitantes del Parque tendrán otra tarea: ya no van a encontrar el show del animal brincando y saltando. Aunque sabemos que nos falta mucho, queremos que el visitante encuentre el animal donde está, tranquilo, reposando, y en mejores condiciones”.
Es evidente el cambio: hace algunos años, la estrella del zoológico Santa Fe era la chimpancé Agripina, y el programa favorito de los niños era tirarle chucherías para ver su reacción. Hoy no solo está prohibido darles alimentos a los animales en cautiverio, en respeto a sus propias dietas y preferencias, sino que el mensaje, en general, es completamente diferente.
“Tenemos tres premisas -dice el director del Parque-: contarles a los observadores, de manera transparente, cómo, en qué condiciones y de dónde llegó ese individuo que están viendo; contar qué estamos haciendo por él; y decirles: este es un problema de todos. ¿Qué pueden hacer ustedes? No comprar fauna silvestre, denunciar el tráfico de fauna, y propender por una conservación holística”.
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En la información ubicada al lado de los refugios, los visitantes se enteran, por ejemplo, de que el casuario australiano, único ejemplar que hay en Colombia, hacía parte del zoológico montado por el narcotraficante Pablo Escobar en la hacienda Nápoles, al igual que las cervicapras y los hipopótamos, especies foráneas que fueron extraídas de su lejano ambiente natural, en los años 90. Unos pasos más adelante, un cartel cuenta la historia de un ave caracara, que habita allí porque “llegó con una lesión en el ala por un disparo, razón por la que ya no puede volar”. En otro lugar se pueden observar las diferencias entre las especies nativas y foráneas de caracoles, y aprender a reconocer a la especie invasora africana, que fue traída hace muchos años al país, en el auge cosmético de la baba de caracol.
Este es el objetivo central del Parque de la Conservación: ayudar a entender, a partir de la observación de los animales que han encontrado allí un refugio, que ellos representan un problema aún mayor. “El tráfico de fauna -dice el director Aubad- es el cuarto negocio de tráfico del mundo: en su orden, drogas, personas, armas, fauna. La cantidad de animales en peligro que nos llega acá semanalmente es enorme”.
Además de fortalecer el área de rehabilitación y liberación de especies, el Parque espera avanzar en el trabajo in situ, es decir, ir a los lugares donde se promueve el tráfico de fauna, y donde se están presentando graves problemas de degradación de los ecosistemas. “Acá nos llegan los problemas, y los atendemos. Pero queremos llegar a trabajar con las comunidades, de la mano de las empresas y de la Autoridad Ambiental. Tratar de mitigar, en la medida de nuestras posibilidades, este fenómeno”.
De Casa Museo a Casa de la Ciencia
Fundado el 11 de marzo de 1960, el zoológico Santa Fe, hoy Parque de la Conservación, se construyó en los terrenos de la hacienda que pertenecía a doña Mercedes Sierra de Pérez, hija del acaudalado Pepe Sierra. Al morir, doña Mercedes donó el terreno y su casa a la Sociedad de Mejoras Públicas, con el fin de que se construyera allí un parque recreativo. La casa, de estilo republicano, construida a inicios del siglo XX, fue durante muchos años un museo que exhibía los muebles y enseres adquiridos por la matrona en sus viajes alrededor del mundo. En poco tiempo, gracias al proceso de restauración, que ha recibido el apoyo de Comfama, se convertirá en la Casa de la Ciencia, un espacio para la investigación y el estudio de nuestra biodiversidad.
Proyectos del 2022
- Ser un Centro de Ciencias avalado por el Ministerio.
- Terminar la restauración de la casa antigua de la hacienda Santa Fe, para convertirla en Casa de la Ciencia.
- Modernizar el auditorio.
- Nueva tienda del parque, con productos exclusivos.
- Nueva batería de baños y restaurantes para los visitantes.
- Abrir el módulo de cambio climático, para explicar el cambio y qué incidencia tiene sobre la fauna silvestre.