Laura Oyola Ceballos, bióloga profesional del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, relata el triste panorama del tráfico ilegal de primates en el Valle de Aburrá.
“Para que un ciudadano tenga un primate, primero debe matar a su madre o hacerle daño”, dijo la bióloga.
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Claramente, son lamentables las consecuencias que sufren dichos animales, al ser apartados de sus hábitats naturales.
Primero, hablemos del tráfico ilegal, una de las consecuencias de alejar a un animal de la fauna silvestre de su hábitat natural. Esto no solo se considera un delito en Colombia, tipificado como tráfico de fauna, y está consagrado en el artículo 328A de la Constitución Política Nacional. Es un acto en el que los ciudadanos podrían incurrir en una pena de hasta 60 y 135 meses de cárcel y, a la vez, en una sanción económica entre los 300 y hasta 40.000 salarios mínimos legales vigentes.
Además, este acto se convierte en la posibilidad de que los animales pierdan por completo sus habilidades necesarias para la sobrevivencia en los ecosistemas, lo cual, en muchos casos, es producto de la muerte de cientos de ellos.
En este 2022, al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre -CAV- del Área Metropolitana del Valle de Aburrá han ingresado 53 primates, de los cuales corresponden:
- 22 monos titíes cabeciblanco, Saguinus oedipus.
- 11 a monos cariblanco, Cebus albifrons.
- 6 a martejas, Aotus sp.
- 6 monos aulladores, Alouatta seniculus.
- 3 monos capuchino, Cebus capucinus.
- 3 Tití gris, Saguinus leucopos.
- 1 Titíes pigmeo, Cebuella pigmea.
- 1 Tití panameño, Saguinus geoffroyi.
Sin embargo, en el CAV se atienden en el momento a más de 120 primates, la mayoría ingresaron a este centro de atención en años anteriores.
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Oyola Ceballos especificó que todos estos animales han ingresado producto del mismo tráfico ilegal de fauna silvestre en la región y, en su gran mayoría, son neonatos, situación por la cual, para el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, como autoridad ambiental y la Academia, en este caso, la Universidad CES, encargada de la operación del centro de atención, trabajan en la recuperación de estos animales. El proceso de rehabilitación de estas especies es complejo, y hasta es probable que muchos de ellos ni siquiera puedan recuperar su libertad en el futuro.
“Estos individuos representan un reto muy grande, y al ser animales tan dependientes de sus madres, el manejo y crianza se hace muy difícil. Nosotros hacemos nuestro mayor esfuerzo, sin embargo, siendo animales gregarios, es decir, que viven en comunidad, se afecta aún más la situación, ya que la conformación grupal se hace compleja y a la vez, por la misma interacción con los ciudadanos, sus comportamientos y habilidades no serían las mismas”, indicó la bióloga del centro de atención.
Finalmente, la bióloga habló de la importancia de los primates para los ecosistemas. Estos individuos cumplen diferentes funciones, como ser dispersores de semillas, reforestadores, polinizadores, controladores de plagas y hasta se convierten en alimento de otros animales, por lo que, al apartarlos de sus habitantes naturales, los ciudadanos lo único que promueven es romper sus cadenas alimenticias y ciclos biológicos.