Si se toman los límites que da Planeación, en el barrio La Aguacatala quedan Eafit, el Centro Comercial Oviedo, el Colegio San José de las Vegas, el Hotel Portón de Oviedo, Yuruparí y el Centro de Negocios de Las Villas. La estación del metro que lleva el nombre del barrio, por el contrario, estaría en Santa María de los Ángeles y la virgen de la gruta en el barrio El Castillo.
A esto se agrega, como lo saben todos los que viven entre las calles 4 sur y 12 sur y entre las avenidas El Poblado y Regional, que se trata de dos barrios distintos, La Aguacatala N°1 y La Aguacatala N°2, hechos en épocas y en condiciones distintas.
Los terrenos que hoy ocupan estos barrios, como casi todos los barrios de El Poblado, fueron antes fincas de recreo de las familias de clase alta de Medellín.
Para el caso de La Aguacatala, el terreno era propiedad de Manuel Celedón, el cual le vendió a la Urbanizadora Nacional. Esta empresa hizo todo el trabajo de urbanización tal y como se hacía entonces: trazado de las calles, separación de los lotes y demás. Un dato anexo: el Jefe del Departamento de Ingeniería de esa empresa en la época era el candidato a la Gobernación, Álvaro Villegas Moreno.
En esos años, primer lustro de la década de los 60’s, el mercado de la construcción era muy restringido si se compara con el presente. Por eso las empresas urbanizadoras no construían el barrio completo, sino que vendían los lotes listos para construir.
Con esos parámetros se “lotió” el barrio La Aguacatala N°1. El terreno se dividió en lotes de 900 metros. Los límites eran por el norte la finca Lorena, por el sur la calle 12 sur, por el oriente la carretera a Envigado y por el occidente había una manga; el límite se fijó con las medidas de Planeación por el lugar en que se construiría la futura avenida Las Vegas.
Años después Valorización hizo la ampliación y rectificación de la carretera a Envigado, hoy Avenida El Poblado; también hizo la avenida Las Vegas, parte de la cual la debió hacer la Urbanizadora Nacional cuando trazó el barrio, aunque después la Avenida fue hecha unos metros más hacia el occidente. Por eso el barrio La Aguacatala N°1 tiene una calle paralela a Las Vegas que pareciera no llevar a ninguna parte.
La Aguacatala N°2; en esta zona los lotes eran de 600 metros, de acuerdo con las normas de Planeación de la época. Por aquellos años el precio del metro cuadrado de lote urbanizado era 600 pesos.
En los dos barrios, las normas decían que eran lotes para vivienda unifamiliar con retiros perimetrales, es decir, casas completamente separadas entre sí, al estilo de los suburbios de las grandes ciudades de Estados Unidos.
Ambos barrios se fueron poblando a finales de los 60’s y principios de los 70’s. A ellos llegaron en la mayoría de los casos matrimonios jóvenes. El procedimiento para hacerse a una propiedad en los nuevos barrios era simple: comprar el lote de su predilección y en él construir la casa de los sueños de cada quien.
Los barrios no se llenaron en un par de años, como pasa hoy en día. Los lotes fueron urbanizados alrededor del año 65, sin embargo, en el barrio La Aguacatala N°2 no habían hecho más de cinco casas a principios de los 70. El trazado para ambos barrios incluía amplias zonas verdes y andenes, dos cosas elementales que hoy simbolizan el lujo en esta ciudad.
Segunda etapa
Después de consolidado todo el sector de La Aguacatala, empezó el cambio que han sufrido las zonas residenciales de El Poblado. Desde hace unos ocho años, las casas de repente se hicieron muy grandes cuando los hijos crecieron y formaron sus propios hogares.
Por eso, paulatinamente, algunas familias han dejado el barrio y sus grandes casas son ahora oficinas. En La Aguacatala N°1 construyeron varios edificios, algunos de apartamentos y otros de oficinas. Tanto en el frente que da hacia la Avenida El Poblado, como en el que da hacia Las Vegas, las casas fueron remplazadas por negocios; hay hoteles, bancos y empresas aseguradoras, entré otras.
En La Aguacatala N°2 hay centros educativos, firmas de arquitectos y hasta un centro de servicio automotriz. En este barrio, aunque hubo pequeños roces al principio entre residentes y comerciantes, hoy tienen un pacto de convivencia entre ambos para ayudarse los unos a los otros y poder habitar el barrio cada uno a su manera.
Tienen problemas por falta de estacionamientos y porque el barrio ahora tiene congestiones de tránsito, pero han aprendido a vivir juntos. Un representante de los comerciantes tiene asiento en el Comité Cívico del barrio.
Por eso de los tiempos en que comprar un lote en La Aguacatala era irse a vivir a una zona lejana de Medellín -en ese entonces se decía despectivamente “al lado del río”- no queda nada. Hoy toda la zona de La Aguacatala es una agradable zona residencial y de oficinas, con uno de los niveles de vida más altos de la ciudad. Sus habitantes esperan con prevención los desarrollos viales que tiene planeados el municipio en su zona, pero antes que irse, se organizan para mantener la calidad de su barrio.
Artículo publicado en la edición impresa el mes de octubre de 1997.