Todos hemos escuchado las grandes historias de fundadores visionarios que con una gran idea, y su equipo de co-fundadores e inversionistas, lograron cambiar y revolucionar la historia de una industria, país o, incluso, de toda la humanidad. Nombres como Elon Musk, Mark Zuckerberg, y otros más cercanos como Simón Borrero (Rappi) o David Vélez (Nubank), están grabados en la memoria colectiva de todos los que tenemos un smartphone en la mano.
Pero, ¿quiénes fueron las personas que ayudaron a estos líderes visionarios a pasar de 100 a 10.000 o de 100.000 a 100.000.000? Acá es donde entra el operador, un personaje que juega un papel fundamental en el éxito de estas empresas emergentes, y que en la mayoría de ocasiones pasa desapercibido al ojo público.
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Un perfil especial: mentalidad de crecimiento y orientados a la acción
Es cierto que un founder exitoso puede ser un gran operador. De hecho, en etapas tempranas, un founder debe ser el mejor operador. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la principal distinción entre un founder y un operador radica en su enfoque y objetivos. Los fundadores son los arquitectos de la idea central, dueños de comunicar hacia adentro y hacia afuera su visión y, además, de crear una estrategia a largo plazo. Su papel es inspirar, motivar y guiar al equipo. Por otro lado -y de forma complementaria-, los operadores son los cracks de la ejecución con excelencia, los maestros de la implementación y la optimización. Entienden a la perfección el “mejor hecho que perfecto”. Su enfoque, por lo general, se centra en construir operaciones y resolver problemas de manera rápida.
Ambas figuras son esenciales para el éxito de cualquier startup. Los fundadores aportan la visión y la dirección, mientras que los operadores ayudan a convertir esa estrategia en una realidad tangible y escalable. Es la combinación perfecta que impulsa la innovación, la escalabilidad y el crecimiento a largo plazo.
¿De qué está hecho un operador exitoso?
- Priorización y enfoque: son proactivos, están en la búsqueda constante de cómo hacer más con menos. Saben identificar las tareas críticas y se enfocan en ellas con precisión. La regla del 80/20 es su mantra.
- El diablo está en los detalles, y los operadores lo saben: detectan problemas potenciales y oportunidades de mejora en cada paso del proceso. Su visión crítica les permite anticipar problemas y tomar decisiones estratégicas.
- Magos del networking: construyen relaciones sólidas dentro y fuera de la organización. Son generadores de valor, siempre buscando oportunidades para colaborar y crear sinergias.
- Maestros de la narrativa: la comunicación es clave, y los operadores la dominan. Son excelentes comunicadores, capaces de transmitir el impacto de su trabajo y contagiar su entusiasmo a los demás.
- Un gran operador sabe que su mayor activo es él mismo. Por eso, su bienestar físico, mental y emocional es una prioridad. Se alimentan bien, duermen lo suficiente y practican actividad física para mantener su energía y enfoque al máximo.
¿Un operador nace o se hace? Se hace, punto. La buena noticia es que cualquiera puede convertirse en un excelente operador, ya que no existe una fórmula mágica para ser un gran operador, no se aprende en la universidad ni hay un playbook puntual a seguir. En realidad, desde diseñadores hasta líderes de ventas o contabilidad pueden serlo, la clave de un operador exitoso radica en su mindset: un operador enfrenta cada reto y fracaso como una oportunidad para crecer.
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Uber, Rappi, Nubank o Mercado Libre no tendrían el impacto que tienen hoy sin la presencia de un ejército de excelentes operadores que ejecutan y actúan como si fueran dueños de la empresa (y en algunas ocasiones, lo son, thank you equity!) y que invierten cada día en lograr lo extraordinario. En un mundo donde las buenas ideas abundan, la ejecución con excelencia es lo que hace la diferencia.