Colombia estaba al borde de la anarquía y una reunión cambió el rumbo del país. Claro, al frente había un Jefe de Estado.
Mi pariente Alberto Acosta Penagos, el Maestro, como lo llamaban los periodistas que trabajaban en su noticiero de las 7 de la noche en la Televisora Nacional (“Ojos abiertos, oídos despiertos”, recordarán ese eslogan mis ya no muchos contemporáneos), por allá en los años 70 nos contó a mi papá y a mí una anécdota que he recordado en estos días, ya verán por qué.
Comenzaba la semana del 20 de abril de 1970 y el país se estaba saliendo de madre. Multitudes de seguidores del candidato de la Anapo, Gustavo Rojas Pinilla, se volcaban a las calles de Bogotá y de las demás ciudades, a protestar porque consideraban que se había consumado un fraude en las elecciones del domingo, a favor del candidato oficialista, Misael Pastrana. Colombia estaba al borde de la anarquía, la situación podía degenerar en un nuevo Bogotazo. El presidente Carlos Lleras Restrepo decidió decretar el Estado de Sitio.
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Sin que el país lo supiera, Lleras Restrepo llamó a Rojas Pinilla y le propuso reunirse para buscarle salida a la crisis: estaba en juego la existencia misma de la República.
“Ponga usted el lugar”, le dijo Lleras. “La Nunciatura Apostólica. Y el Nuncio como testigo”, le respondió Rojas. El Nuncio a su vez exigió que la reunión fuera filmada, no con el propósito de hacerla pública sino para que quedara registro en los archivos de la Nunciatura.
“General: usted ha salvado a Colombia en dos ocasiones”, le dijo Lleras para empezar. La primera cuando se tomó el poder el 13 de junio de 1953, y nos libró de la dictadura de Laureano Gómez, quien se dirigía a imponer en Colombia el modelo del nacional-catolicismo franquista. No fue un golpe de estado, fue un golpe de opinión, como lo dijo Darío Echandía.
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“La salvó por segunda vez cuando entregó el poder el 10 de mayo de 1957, en respuesta al clamor nacional que exigía el fin del régimen militar. Usted prefirió exiliarse que sacar al Ejército a las calles a enfrentar la población”.
“Ahora general usted tiene la oportunidad de salvar a Colombia por tercera vez. Está en sus manos la paz. Pídales a sus seguidores parar los desmanes: el Gobierno le dará todas las garantías constitucionales y, una vez termine el recuento de votos, acatará el resultado de las urnas sea cual fuere. Lo mismo le pido que haga usted”.
Lo demás es historia conocida. El nuevo Bogotazo se pudo desactivar. Aunque esta reunión nunca se hizo pública, algunos pocos la conocieron por el camarógrafo que la filmó. Tal vez, si el Vaticano desclasifica sus archivos, se podrá conocer.
Eran tiempos distintos a los de hoy. Y eran otros hombres. Al frente de Colombia había un Jefe de Estado.