El momento justo para un concierto magnífico
El director Andrés Orozco regresa a su ciudad para un momento musical único en la interpretación de repertorio clásico local
“Cuando me invitaron este año para celebrar el aniversario número 25 del Teatro Metropolitano, acepté sin dudarlo”, dice Andrés Orozco Estrada, quien también fue el director invitado de la celebración de aniversario pasado. Vino a Medellín para conducir la Sinfonía No. 2, de Mahler, y Fanfarria para Gustavo, del compositor Juan David Osorio. Orozco no lo dudó, pues, además de ser un placer encontrarse en su ciudad natal, la obra de Mahler es de gran importancia. No solo es la primera vez que la ciudad oye esta pieza, sino la primera vez que el maestro la dirige. Esto no se debe a falta de oportunidades pues Orozco ha estado al frente de orquestas como las de Euskadi, Viena, Munich y Roma, entre otras tantas internacionales. Pero su entusiasmo frente a la pieza es evidente, sus manos no dejan de moverse como si al describirla la estuviera conduciendo. “Es una música indescriptible que define todas las sensaciones, emociones y angustias del ser humano, lo que sabes y lo que no sabes, lo sobrenatural, y al final se siente como si abrieran las puertas del paraíso”.
El entusiasmo no lo abandona hablando del futuro. Sabe que son muchas las orquestas por descubrir en medio de un repertorio tan extenso como maravilloso. Sin embargo, orquestas históricas de ciudades estadounidenses como Chicago, Boston y Cleveland, y la posibilidad de ser director de óperas en La Scala de Milán, son sueños contundentes.
De realizar esos sueños, es probable que el director lleve a estos lugares sus dos sencillas batutas, aquellas que guarda con cariño y con el recuerdo de haber sido su instrumento en grandes momentos de éxito; una de ellas la usó para dirigir la Filarmónica de Viena y la otra para la Filarmónica de Munich. No revela cuál de las dos usará para el concierto del 2 de agosto, pero ya lo sabe pues siempre utiliza la misma desde el primer ensayo hasta el concierto. Se trata de un afecto sencillo: “Si dirijo sin batuta no pasa nada, no dejo de ser lo que soy como músico y eso no define si la música suena bien.”
Eso es lo más importante. Como director, lo primordial es entender qué es lo que la orquesta puede ofrecer, sin imponer su voluntad sobre ella. Para eso ensaya, estudia, piensa, vive y discute la obra hasta el cansancio. Así lo ha hecho para este concierto y cuenta alegremente que se encontró desde el año pasado con un grupo de gran nivel, el cual debió ser complementado con músicos invitados para lograr la orquestación que exige la obra. Esto le permite decir que es el momento justo para que Medellín viva grandes retos como la Sinfonía No. 2, de Mahler. “El público responde al buen nivel. Está atento, tiene ganas, lo valora, lo aprecia, y lo merece”.