El microcosmos de El Poblado
Todos los análisis de que hoy es objeto Manila en el Concejo hay que hacerlos pronto, porque estamos ad portas de la discusión del POT
Lo que sucede en Manila es, a pequeña escala, un ejemplo de lo que pasa en toda la comuna 14.
En este céntrico barrio, uno de los 22 que conforman El Poblado, se presentan muchas de las características y problemas que se viven en el barrio en general, tal y como se expone en un artículo de esta edición de Vivir en El Poblado.
Varios de estos asuntos, que generan molestias y hasta roces entre los ciudadanos, están relacionados con el aumento del parque automotor y las dificultades de movilidad que afectan a toda la comuna: parqueo desordenado, escasez de parqueaderos y proliferación de construcciones nuevas con un número insuficiente de estacionamientos para atender la demanda de los servicios que ofrecen. Sobre este ítem también profundiza en la presente edición el columnista Juan Carlos Franco (pag 8).
Pero existen otras circunstancias que devienen en inconformidades de los vecinos: el ruido nocturno, el descuido de los espacios públicos, las falencias en la seguridad, las basuras sacadas o recogidas a destiempo… En fin, todos ellos son denominadores comunes en los diferentes sectores de El Poblado. Por eso, la manera como se enfrenten y se resuelvan estos problemas de Manila, que hoy son objeto de estudio por parte de una comisión accidental del Concejo de Medellín, pueden ser ejemplares y definitivas para tomar decisiones en el resto del territorio.
Si la administración municipal y la recién nombrada gerente de El Poblado, Astrid Velásquez, quieren de verdad mejorar no solo la imagen sino la calidad de vida en El Poblado e impedir que sus características negativas se intensifiquen y propaguen, deben contribuir a dar solución a los problemas de Manila, un barrio ubicado en pleno corazón de la comuna y donde confluyen los usos residencial y comercial. Esto no significa que los ciudadanos comunes y silvestres quedemos eximidos de responsabilidades, pues al fin y al cabo en la indisciplina social se gesta buena parte de los problemas que nos aquejan.
Sin duda, Manila y El Poblado son lo que se denomina popularmente un buen vividero. Esto los convierte en sitios estratégicos que si no tienen el debido control por parte del gobierno local y la misma comunidad, se desbordan y se convierten en malos vivideros.
Todos los análisis de que hoy es objeto Manila en el Concejo hay que hacerlos pronto, porque estamos ad portas de la discusión del Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (POT), mediante el cual se definen y clarifican, entre otras cosas, los usos del suelo. Habrá que establecer estrategias para que lo residencial y lo comercial puedan convivir, ninguno en detrimento del otro. Quienes están diseñando las soluciones deben hacerlo con mucha responsabilidad, conscientes de que estas serán un insumo para posteriores intervenciones a mayor escala.