Para liderar y gobernar, bien sea un país, una empresa, una institución educativa o militar o cualquier otra organización, lo primero que debemos hacer es conocerla muy bien para poder tener éxito en nuestro propósito. Así mismo, para liderar y gobernar correctamente a los demás, primero debo aprender a liderarme y gobernarme, puesto que no es posible gobernar y liderar bien lo que no se conoce.
Es por lo anterior por lo que la primera responsabilidad del líder y del gobernante es conocerse a sí mismo, sus fortalezas y debilidades, saber quién es, para poder controlar sus defectos y potencializar sus dones. Es una falacia, es una mentira decir que soy un buen líder o gobernante si no soy capaz ni siquiera de controlar mis impulsos, mis pasiones, mi temperamento. Es menester empezar por el gobierno y liderazgo de uno mismo, para así poder liderar y gobernar correctamente a los demás.
En el Partenón, en el templo de Apolo y en la Academia de la antigua Grecia, aparecían inscritas a la entrada de estos lugares la frase conócete a ti mismo. Grandes líderes y personalidades en la historia de la humanidad han hecho énfasis en la importancia de tal exhortación. Aquí traigo algunas de ellas: Sócrates dijo “El conocimiento propio es el comienzo de toda sabiduría y de toda actividad humana, tanto teórica como práctica”. Aristóteles, a su vez, mencionó: “Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría”. Artistas como Linda Thomson han enunciado también que “La libertad reside en saber quién eres en realidad”. El Pensador Chino y creador del Taoísmo también declaró: “Conocer a los demás es sabiduría, conocerse a sí mismo es la iluminación”. El dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare expresó: “De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo”. Y para concluir con estas citas, no puedo dejar por fuera al físico Alemán Albert Einstein, quien manifestó: “Conocer bien a los otros es inteligente, conocerse bien a sí mismo, es sabiduría”.
Como podemos observar, son varios de los más destacados científicos, artistas, escritores, poetas, sabios y gobernantes que nos marcan el camino hacia la sabiduría y la felicidad. Y como todo gran premio, requiere de un gran sacrificio y éste de una decisión personal; el conocimiento de sí mismo requiere de nuestra determinación y de nuestro esfuerzo, porque no es fácil conocerse a uno mismo, debemos estar dispuestos a arriesgarnos a emprender este viaje, este desafío, quizás el que más cercano, el que más depende de nosotros, pero también, el más importante y significativo que podemos realizar en nuestras vidas. En este proceso nos encontraremos con nosotros mismos y con Dios, cualquiera que sean tus creencias o la idea que de Él tengas, porque Dios reside dentro de nosotros. De esta manera, descubriremos un mundo lleno de oportunidades para amarnos, perdonarnos y liberarnos. Encontraremos nuestra vocación, nuestra misión y, por ende, el propósito de nuestra existencia, el cual podemos materializar en una vida lograda y feliz.
Soy un convencido de que el ser humano es bueno por naturaleza, y que la maldad es fruto de la ignorancia; y que la peor de ellas es la ignorancia o desconocimiento de uno mismo. Al respecto Sócrates expuso: “Nadie es malo por su voluntad, el malo lo es por ignorancia y por lo tanto se cura con sabiduría”. La maldad es ignorancia y ésta es la que debemos combatir, porque haciéndolo estaremos combatiendo el mal. En esta línea, afirmaba el mismo Sócrates: “…es mejor recibir un daño que hacerlo, y esto porque cuando dañas a alguien, antes has dañado también tu propia alma, y como el alma es lo más importante de todo, porque de ella viene la serenidad y el equilibrio, mejor es ser dañado que dañar”.
La anterior reflexión nos invita a pensar -especialmente en un país como el nuestro, que estamos intentando salir de un ciclo de violencia que nos ha acompañado inmisericordemente desde los más de 200 años que llevamos como nación- sobre nuestra actitud frente a cuál debe ser nuestro aporte o participación en la construcción de una mejor Colombia, a no ser indiferentes con el futuro de nuestro país y, en cambio, apostarle desde donde estemos por combatir la ignorancia, el desconocimiento, la desinformación y propender por el bien común.
Los líderes y los gobernantes deben de ser ejemplo ante sus seguidores y promover la grandeza y la excelencia en los demás a través de la humildad fundamental -que consiste en el conocimiento de sí mismo- la educación y la práctica de las virtudes. De tal suerte que logremos una nueva generación de líderes que entiendan y sepan lo que debe hacerse y cómo hacerlo en favor de una sociedad próspera, llena de oportunidades para todos, justa, en paz, y cuya felicidad sea el resultado de vivir en armonía, de respetarnos los unos a los otros, de la amistad, de la solidaridad y de una vida virtuosa.
Por: Francisco Javier Cardona Acosta
Ex Viceministro de Educación Superior
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