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Por: Juan Carlos Vélez Uribe | ||
Dentro de la plataforma de competitividad de la ciudad se ha venido contando con el Aeropuerto internacional José María Córdova. La conectividad de Medellín con el mundo depende en gran parte de las posibilidades que ofrece este. El poder contar con vuelos directos a Los Estados Unidos, España, Perú, Venezuela, Panamá, Costa Rica, entre otros, convierte a Medellín en una ciudad incluida en el proceso de globalización que esta viviendo el mundo y muy especialmente nuestro país.
En alguna parte leía que la competitividad de Bogotá se ha debido en gran parte al hecho de contar con un aeropuerto internacional con presencia de múltiples aerolíneas, lo que ha generado la posibilidad para varias empresas multinacionales de establecerse allí, así como contar con un sinnúmero de extranjeros que han optado por tener a Bogotá como su sitio de trabajo, lo que a la vez le ha dado ese toque cosmopolita a la capital. En Medellín vamos por ese proceso, pero necesitamos a todas luces poder contar con un aeropuerto que sea amable para el viajero, que sea cómodo, y que este reciba los servicios aeroportuarios que debe obtener al pagar la tasa aeroportuaria. Encontramos que el proceso de concesión del aeropuerto ha sido en algunos aspectos benéfico. Es indudable que han mejorado los servicios sanitarios, las salas de espera, la atención en los “counters”, la ubicación de las áreas comerciales y la recepción de equipajes. Sin embargo aun no se han dado algunos pasos necesarios para que este aeropuerto esté acorde con las exigencias de sus usuarios. Es inaudito que a estas alturas aun no se pueda contar con los muelles de abordaje. Es decir que no pueda el pasajero acceder de manera directa a las aeronaves, sino que, por el contrario, como existe en los aeropuertos de segunda y tercera categoría, se deba acceder por la plataforma, después de descender por unas incomodas escaleras de emergencia. Y qué decir cuando ese viajero internacional, que por primera vez llega a la ciudad, es obligado a transitar por la plataforma y utilizar las ya mencionadas escaleras o caminar hasta la zona de entrega de equipaje, y acceder a esta, a través de una pequeña puerta por la que entra el personal que allí labora. Ya llevamos varios meses con los muelles de abordaje a medio acabar, generándose toda clase de incomodidades para los viajeros como la que me tocó vivir el sábado 4 de septiembre, cuando fue necesario suspender el abordaje a una aeronave de Avianca por espacio de una hora, por un fuerte aguacero que estaba cayendo y los pasajeros se podían “empapar”. Es perentorio también mejorar las áreas para el consumo de los alimentos que se expenden en la zona comercial antes de llegar al filtro de seguridad, no hay una mesa donde acomodarse para comer cómodamente. Los domos, que creíamos que la inversión que se estaba haciendo iba a ser suficiente para terminar con las “goteras “del terminal, habrá que cambiarlos otra vez, ya que todavía debemos circular con paraguas por esta cuando está lloviendo, y no sé qué ocurrió con el control a la filtración de la luz, en cuanto a que es generalizado el quejido de los funcionarios de las aerolíneas en razón a que les queda muy difícil trabajar con el sol dándoles de frente en las tardes. Podría continuar enunciando otros detalles por corregir en nuestro aeropuerto internacional, pero mi propósito ha sido en este artículo reconocer los aciertos de la concesión en el mejoramiento de las condiciones del José María Córdova, pero a su vez, manifestar mis preocupaciones por lo que falta optimizar. |
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