A propósito del receso escolar, el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe recibió a niños de la ciudad. ¿Cómo pueden las personas apoyar este lugar que enseña a ver las especies naturales de forma distinta?
¿Cómo se aprende a querer un árbol, a escuchar el viento, respetar a un cactus, entender a una ardilla o los mensajes de insectos o flores?
Estas preguntas que parecen tan obvias no lo son desde siglos anteriores en que imaginarios culturales, la revolución industrial y ciertas enseñanzas occidentales transmitieron la idea de supremacía y dejaron a un lado esa relación ancestral entre las personas y especies naturales. Hace unos días, las calles y espacios del Jardín Botánico recibieron a 80 niños entre los 8 y los 12 años que llegaron hasta allí como parte de las Vacaciones Recreativas organizadas con este fin: enseñar más sobre las especies y transmitir ese amor por la naturaleza que se pierde a veces cuando gran parte de la vida transcurre entre edificios de cemento.
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Como parte de las actividades, los asistentes pudieron aprender más sobre las mariposas, plantas prehistóricas o tradiciones agrícolas. Liliana Salazar Acosta es analista de cultura y trabaja con la educación ambiental y los programas ofrecidos a estos grupos de visitantes. Expresa su satisfacción sobre la visita de los niños en esta época de vacaciones y resalta la importancia de estar ahí: “quienes vienen hasta aquí pueden respirar otro aire, conocer al árbol abuelo (una ceiba que tiene más de 100 años), respirar de una forma diferente, meditar, sanar el cuerpo y la mente. Venir hasta aquí es desconectarse del día a día, disminuir la velocidad, entender los mensajes que la naturaleza tiene para nosotros. Es un espacio para descansar, leer un libro, hacer yoga o asistir a alguno de los talleres que ofrecemos”. También resalta que todos los públicos, sin importar la edad, son bienvenidos.
El bosque de la ciudad
Si la importancia histórica de un lugar se mide por su aparición en los álbumes fotográficos, la existencia de cientos de fotografías donde se ve el actual Jardín dan fe de su valor. La historia de este sitio comenzó a finales del siglo XIX en las tierras que entonces se conocían como El Edén y pertenecían a la Familia Arango. Años después, el 11 de agosto de 1913, se creó el llamado Bosque Centenario de la Independencia cuya adquisición fue liderada por la Sociedad de Mejoras Públicas con el propósito de convertirlo en una reserva verde para Medellín. En 1968 y con el apoyo de varios grupos de personas, nació la fundación que dio vida al Jardín Botánico que hoy conocemos y recibió el nombre Joaquín Antonio Uribe, en honor a este educador y naturalista antioqueño. En el 2005, durante la administración del alcalde Sergio Fajardo, la dirección de Pilar Velilla y la guía del arquitecto Nicolás Hermelin, el Jardín Botánico comenzó un proceso de renovación que dio lugar a espacios diversos, mejoró sus condiciones y permitió acercar la naturaleza a los visitantes, respetar su esencia y conservar su armonía.
Formas de apoyar en tiempos desafiantes
Como se conoció hace varios meses, las directivas del Jardín Botánico expresaron su preocupación por una crisis económica generada por la cancelación de eventos masivos durante la pandemia y el cambio de contratación por parte de la Alcaldía de Medellín en temas de mantenimiento y jardinería. A esto se sumaron algunas protestas violentas en las que participaron algunos manifestantes que causaron daños a varios de sus espacios.
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Con el mismo espíritu de renovación y libre de resentimiento que muestra la naturaleza, la gente del Jardín Botánico lo da todo por estos días para lograr que las personas los visiten y hagan parte de sus días. Liliana Salazar Acosta explica que es posible apoyar este lugar de muchas formas: a través de los recorridos guiados que realizan (martes y sábado a las 2 de la tarde, jueves y sábado a las 11 de la mañana, también), la compra de artículos en la Tienda del Jardín o en el vivero, asistir a los talleres y cursos virtuales que se ofrecen en la Tienda Virtual de su página web o mediante visitas donde las personas disfrutan en el restaurante In Situ o en el Café del Bosque.
Otra forma de hacer parte de la vida de este lugar histórico para la ciudad es organizar una visita programada (de hasta 15 personas) y guiada en la que además de disfrutar, reciben enseñanzas. “Al Jardín Botánico lo quiere todo el mundo y esperamos que las personas vengan a visitarnos”.