El fanatismo

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La vida cotidiana percibe gestos y signos cargados de fanatismo. Venga a bien una reflexión en ese sentido.
/ Julio Jaramillo Martínez
Etimología
El vocablo “fanatismo” proviene de dos raíces: fan – ismo
Fan: representa al seguidor y aficionado, al simpatizante y admirador
Ismo: alude a inflamación, crecimiento abultado, desarrollo exagerado.

Utilización del término
En el lenguaje cotidiano acudimos a dicha expresión para referirnos a una actitud de personas o de grupos en virtud de la cual ellos se adhieren – y lo hacen con furor – a alguno de los múltiples factores que se presentan en el día a día de la casa común, de la sociedad.

La persona y el fanatismo
Entremos ahora a considerar el proceso personal que se puede vivir de cara al fanatismo contemplando, para ello, dos dimensiones propias del ser humano.

Primero: las personas tenemos la capacidad de decidir y de situarnos ante las circunstancias que nos rodean. Por ejemplo: lo hacemos ante el quehacer político, ante los factores que conforman los criterios sociales, ante las aficiones deportivas, ante las creencias religiosas. Estos aspectos, y otros muchos, irrumpen en el devenir de los humanos con la fuerza de un imán: los atraen, los seducen y los cautivan.

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Segundo: en la historia personal cada quien, después de ubicarse ante esas facetas, involucra allí las dimensiones propias de su yo. Bien sean estas de orden teórico –ideológicas y racionales- que conducen a los análisis intelectuales de comprensión, o bien las de orden práctico, las propias del comportamiento –procedimentales y operativas.

Es viable que la persona, así dispuesta, opte por uno de los sistemas antes enunciados y que lo efectúe con una actitud intensa, casi que ciega, y cargada de un intenso procedimiento emocional.

El ‘yo´, el ´nosotros´, están a las puertas de colocarse a disposición del líder, de la ideología, del fervor popular.

El ´ísmo´ ha echado sus raíces. La pasión personal le abona con cuidado. El factor emocional se muestra, en este momento, como el poseedor de la primacía en el comportamiento humano.

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Se han tocado las puertas para pertenecer a la esfera del seguidor exagerado. Riesgoso momento. Pronto se podrá dar el salto a la instancia del ciego obsecuente. Instancia caracterizada por la mansedumbre, por la persona entendida y requerida como ´donación a la causa´. Ha brotado entonces la actitud fanática, el talante avistado como ´pasión desmedida e intensa’.

Efectos del fanatismo en el comportamiento de la persona
El vigor que se asocia a los fanatismos conlleva unos modelos de comportamiento personal y social. Vengan a cuento los siguientes entre otros:
El dogmatismo: unos postulados teórico-prácticos hacen las veces de formulaciones. Se les brinda a estas la pretensión de llegar a ser no solo principios directores de las vidas sino además unos dogmas –casi infalibles- por defender a toda costa.

El autoritarismo: el fanático adquiere conciencia de ser el poseedor de la verdad. Se fabrica su propio pedestal. Desde él proyecta manejar las situaciones y las realidades que involucran el tejido social. El dogmatismo doctrinal es percibido como el gestor de autoridad.

El maniqueísmo: quien piense o actúe de manera diferente al postulado que se pretende imponer es mirado por el fanático con sospecha, con vacilación. La variedad y la diversidad de pensamiento es objeto de recelo y de desconfianza. Sobre quien no sea obsecuente con las posturas fanáticas se pronuncia con facilidad: ‘está y vive en el error´. ‘Quienes no piensen como yo son tan malos como perversos’.

La conciencia de verdad y de bien ha quedado circunscrita a la persona y al grupo de quienes son portadores de un estandarte específico.

La uniformidad. En el horizonte del fanatismo se hace presente la uniformidad. Una-forma. Uniformidad como único estilo de vida. Uniformidad incapaz de asumir y de asimilar las diferencias. ¿Será factible sostener una única forma de mirar el mundo y la sociedad a sabiendas de que cada humano es capaz de formarlo y de comprenderlo a su manera? Vaya utopía la del fanático.

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Conclusión
Difícil conciliar la pasión del fanatismo con la tarea de la auto-determinación de cada persona. Inadmisible es convertir la noble misión humana de decidir sobre sí mismo con la tan simple como inocua tarea de constituirse en borrego.

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