El espejo invisible de las organizaciones: cuando la cultura habla, pero no se escucha

Insomnio. Un virus te visita con más fuerza de la esperada. Pero lo más molesto no es lo físico. Es una punzada en el pecho, esa que no se quita con ibuprofeno ni con respiraciones conscientes.

Esa noche entendí algo que no quería admitir: algo en mí como líder necesitaba cambiar. No en la cultura de la organización, no en el equipo. En mí.

Nos enseñan rápido a mirar afuera. A convocar expertos, a preguntarles a los demás qué está fallando. A veces funcionamos como si el liderazgo viniera con el instinto automático de reparar lo externo… y silenciar lo interno.

Tiendes a buscar ayuda externa inmediatamente, porque claro, el problema es de la organización, de ellos, de los demás. Pero esa profunda incomodidad, y la intuición hablándote al oído, sabes que no tiene mucho que ver con los demás, seguro hay algo como líder que podría estar haciendo diferente.

Pero hay incomodidades que no se resuelven afuera. Hay decisiones que no vienen de mejores rituales ni más ejercicios de equipo. Hay momentos —como ese insomnio— donde la intuición te susurra que lo que está bloqueando tu propio Tejido de Cooltura® no es emocional ni social… es estructural. Y que esa estructura fue construida por vos. Y que solo vos podés empezar a moverla.

Ese fue el inicio de una conciencia distinta: La cultura empieza en el mapa interno de quien la lidera.
La conciencia organizacional empieza ahí: en mirar ese espejo invisible que todos sostienen pero nadie nombra.

Te observas, te haces cargo, lo aceptas y ahí si es el momento de pedir ayuda: De llamar a quienes de forma objetiva pueden darte una mirada sistémica de lo que sucede en la empresa. Eso vale oro, ese paso le diría yo a cualquier gerente que no se lo salte. Porque tener un aliado que no te va a resolver, pero te va dar claridad y método para vivir la transformación es demasiado valioso para poder llevar la empresa por el camino correcto durante el proceso. Cada líder encuentra el aliado que mejor pueda acompañarlo en este camino. A nosotros en Caramelo Escaso nos pasa igual, elegimos muy bien con quien queremos vivir cada transformación, porque por convicción solo ponemos la energía donde hay un líder dispuesto a hacerse cargo y a cambiar desde adentro.

Quisiera dejarles 5 señales de cuando la cultura habla pero no la escuchamos:

  1. Todo el mundo lo sabe… pero nadie lo dice
    Hay comportamientos que se repiten como patrón silencioso: reuniones improductivas, decisiones que se revierten sin explicación, frases incómodas que nunca se enfrentan. Eso es cultura gritando desde el hábito.
    Cuando algo está instalado pero no nombrado, la cultura está hablando sola.
  2. Se hacen ejercicios de conexión… pero nada cambia en el sistema operativo
    Team buildings, mindfulness, coaching colectivo… pero la estructura sigue decidiendo desde el mismo lugar.
    La cultura no se moviliza solo con intención. Se moviliza cuando el sistema también se transforma.
  3. Todos saben que algo pasa… pero nadie lo dice
    Hay temas que rondan, comportamientos que incomodan, decisiones que desconciertan. Y aunque se intuyen colectivamente, nadie los pone en palabras. ¿Por qué? Porque hacerlo implicaría asumir, abrir, moverse.
    La cultura habla cuando la incomodidad se hace costumbre. El silencio colectivo es un síntoma organizacional.
  4. El propósito está bien escrito… pero mal vivido
    Hay manifiestos, slogans y valores en la pared. Pero en la práctica, lo que se premia o castiga no refl eja nada de eso. La cultura habla cuando hay incoherencia entre el relato y el incentivo.
  5. Se evitan ciertas conversaciones “por no incomodar”
    Temas que no se nombran: conflictos entre áreas, líderes sobreprotegidos, decisiones contradictorias.
    La cultura siempre está hablando. A veces grita desde los hábitos. A veces susurra desde los silencios. Y otras veces… nos visita como insomnio. ¿La estás escuchando?

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