Dejarlo en pie, porque la memoria no se desploma, o derrumbar, para construir olvido… en medio del debate aparece el elemento presupuestal: reparar el edificio Mónaco demandaría una cantidad de dinero desproporcionada para el panorama que hoy afronta Medellín.
No está fácil encontrar puntos en común frente al destino que debe darle Medellín al Mónaco, un edificio que, ahí sí hay un acuerdo casi general, representa el terror, el crimen y la vergüenza colectiva generados en los ochenta desde esas paredes.
Entre la ciudadanía, en el taller de imaginarios promovido por la Alcaldía, se piden para ese sector de Santa María de los Ángeles un parque para descansar y leer, aunque contradictores señalan que parque equivale a consumo de drogas y ventas ambulantes; más propuestas apuntan a levantar una escultura que represente la transformación de la ciudad, a generar parqueaderos o a cerrar el paso a quienes no sean del barrio.
En la academia, urbanistas y arquitectos han señalado el valor que para Medellín tendría transformar un ícono sin necesidad de demoler (“es otro acto de violencia”) y confrontar lo que nos incomoda para construir memoria.
Este octubre se abrirá un concurso para elegir la destinación de la mole y honrar a víctimas, héroes y valientes. La Alcaldía debe cerrar el proceso y no heredarle el monstruo a una próxima administración.
Sin embargo, dentro de todos los puntos de vista, el factor presupuestal y de eficiencia del uso del recurso zanjarán la discusión: el Mónaco tendrá que caer. Si la decisión fuera mantenerlo en pie, el requerimiento de dineros sería escandaloso.
La estructura del edificio, de acuerdo con una investigación de la Universidad Nacional, es vulnerable, no cumple con las normas de sismorresistencia y perdió, por vandalismo -¿Quién robó? ¿No estuvieron allí la Fiscalía y la Policía todos estos años?-, las redes eléctricas e hidráulicas. Bajo esas condiciones, ponerlo a punto demandaría unos 40 mil millones de pesos.
¿Cuánto representa esa cifra en Medellín? El recurso inicial este año para movilidad era de 127 mil 55 millones, para desarrollo económico era de 118 mil 271 millones y la entidad de deportes y recreación, el Índer, comenzó 2018 con 81 mil 355 millones. No habría coherencia en ese gasto, no en la Medellín que además tiene panorama ciego en cuanto el presupuesto disponible a corto plazo, dada la crisis en Hidroituango y las transferencias de EPM al Municipio.
Este octubre la Alcaldía, acompañada por la Sociedad Colombiana de Arquitectos y el Museo de la Memoria, abrirá un concurso público de diseño para elegir la destinación final de la mole. Sostiene que, contrario al concepto de tierra arrasada, honrará a víctimas, héroes y valientes. En febrero llegará la demolición: que sea compromiso de la Alcaldía abrir y cerrar el proceso y no le deje de herencia el monstruo a una próxima administración.