Voy a comenzar esta columna con una conexión un poco inesperada. Hace casi 40 años, el nobel colombiano Gabriel García Márquez nos regaló una de mis novelas favoritas, El amor en los tiempos del cólera, en la que contaba cómo el amor sobrevivía, e incluso florecía, a pesar de todas las circunstancias: enfermedades, diferencias sociales, la vejez, desengaños, y más.
Lea más columnas de Santiago Henao Restrepo aquí.
Hoy en día, es impensable hablar de construir o gestionar un ecosistema —de cualquier tipo— sin considerar el uso de herramientas tecnológicas. Y, sobre todo, las redes sociales. Es más, casi todos los días nacen nuevos ecosistemas en plataformas como LinkedIn o WhatsApp, desafiando las barreras de tiempo y espacio que antes limitaban nuestras interacciones.
Sin duda, la tecnología ha potenciado nuestras capacidades humanas. Las redes sociales y las herramientas de mensajería nos permiten generar contenido, colaborar, transferir conocimiento a gran escala, y conectarnos de formas que antes ni soñábamos. Por ejemplo, en LinkedIn hay empresarios y emprendedores con más seguidores que algunos políticos o artistas reconocidos.
Esto es maravilloso, porque en una sociedad donde cualquiera puede ser “influencer”, necesitamos más empresarios y pensadores críticos que generen contenido y transmitan mensajes de valor. Pero con esta capacidad viene una gran responsabilidad hacia el ecosistema.
Lea también: Desempleo = ¡Más tiempo para servir al ecosistema!
El ecosistema de emprendimiento colombiano ha crecido y se ha fortalecido en el ámbito de Latinoamérica gracias a las redes sociales. Sin embargo, como en la novela de García Márquez, también ha sido impactado —para bien o para mal— por varios sucesos desafortunados en los últimos meses.
Sin entrar en detalles o chismes, quiero destacar algunos elementos clave para el buen uso de las redes sociales dentro del ecosistema:
- Empatía: emprender no es fácil, y en un ecosistema emergente, hay obstáculos e intereses personales que a veces chocan con el bien común. Denunciemos los abusos y celebremos los logros, pero evitemos caer en un ciclo de protagonismo.
- Confianza: sin confianza, ningún ecosistema ni relación humana es viable ni sostenible. Hay que cultivarla y fortalecerla dentro del ecosistema para que se refleje hacia el exterior.
- Apertura a la crítica y al error: en Colombia, todavía nos cuesta aceptar errores y recibir críticas, especialmente en una red profesional como LinkedIn, en la que algunos creen que deben proyectar la imagen de “super empresarios”. Dejemos de temer a posts como: “Me quebré como emprendedor” o “Me equivoqué en esa inversión”. Si se abordan con empatía, se construye confianza y se genera un valor enorme para el ecosistema.
Por último, necesitamos más humildad y reconocimiento del trabajo duro y colectivo. En mi opinión, necesitamos menos “10X founders” o “YC24” (sin demeritar a quienes lo han logrado y el esfuerzo que implica), y más personas comprometidas con el ecosistema, compartiendo aprendizajes de errores pasados y creando más relaciones donde todos ganan.