En medio del tsunami informativo al que estamos acostumbrados los colombianos, se esconden a veces realidades dolorosas que no alcanzamos a percibir en el día a día. Uno de esos temas fue destacado recientemente por el profesor e investigador pedagógico Julián de Zubiría en su cuenta de X: “Más de 3 millones de jóvenes entre los 14 y 28 años no estudian ni trabajan. De ellos, el 67 % son mujeres, reflejando una brecha de género en contra de las mujeres de cerca de 18 puntos porcentuales”.
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El profesor Zubiría replicó un análisis realizado por el Laboratorio de Economía de la Educación, de la Universidad Javeriana, que recoge estadísticas propias y del DANE. El porcentaje nacional es exactamente el 25.7 %: una cuarta parte de nuestros jóvenes colombianos son ninis, una palabra que refleja este drama nacional.
Y, como recalca el profesor Zubiría, los datos reflejan otros aspectos preocupantes, como la brecha de género (3 de cada 10 ninis son mujeres), así como el índice de desigualdad nacional. Los porcentajes mayores están en la costa Atlántica y en el Chocó (Valledupar, 29.4 %; Riohacha y Santa Marta, 28.7 %; Quibdó, 28 %). Los porcentajes más bajos están en las grandes ciudades (Bogotá, 22.9 %; Medellín, 21.7 %; Pasto, 21.1 %; Bucaramanga, 19.5 %; Tunja, 19 %).
No son realmente honrosos esos penúltimos puestos que ocupan Bogotá y Medellín en esta tabla. ¿Cómo así que en las ciudades que se precian de tener los mayores recursos y la mejor infraestructura una quinta parte de sus jóvenes no tiene oportunidades de estudio ni de trabajo?
Y si cruzamos estas estadísticas con otras aún más dolorosas, nos damos cuenta de que algo estamos haciendo muy mal: según el último boletín de Medicina Legal, entre enero y julio de 2023 se incrementó en un 15,73 % la tasa de suicidios en Colombia, con respecto al mismo periodo de 2022. El Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública registra, además, que se presentaron más de 30 mil casos de intento de suicidio (con corte al 8 de septiembre). La mayor cantidad de casos se presenta entre jóvenes.
Es un panorama de desesperanza. Es un reto enorme, no solo para el Gobierno Nacional, sino también para los hombres y mujeres que están en este momento en la contienda electoral para ocupar los cargos regionales. Nuestros jóvenes piden a gritos oportunidades de estudio y de inserción laboral, no subsidios ni incentivos temporales, que lo único que hacen es generarles expectativas que no se cumplen. Nuestros jóvenes necesitan crear y creer, para crecer.