Fotos Juan David Caicedo>
“Hice un retroceso en el proceso de tránsito físico, pero me reafirmé más en mi identidad como Lilith”, dice ella. Por eso, aunque la directora del Teatro Lido, antropóloga, profesional en artes escénicas y candidata a la maestría en Gestión Cultural de la Universidad de Antioquia tenga una apariencia masculina, sigue siendo y sintiéndose como una mujer.
El primer punto de giro en la vida de esta artista de 44 años fue cuando asumió su identidad femenina y se presentó como Lilith ante la sociedad. El segundo llegó unos años después. Un día se estaba preparando para salir a la calle Barbacoas, un punto de encuentro para la población Lgbti: se puso un pantalón, unas sandalias en las que se veían sus uñas pintadas de rojo, se arregló el cabello en una moña alta que le caía en cascada sobre los hombros y se miró al espejo. Tenía barba, y aunque no sabe decir si se vio fea o bonita, explica que le gustó lo que vio. Se maquilló los ojos y las mejillas y salió así.
“Pienso que lo que uno tiene que buscar es el reconocimiento de lo que es como persona, no lo que es como cuerpo, como estética o apariencia, porque es de alguna manera seguir reproduciendo ese modelo que hemos cuestionado los Lgbti, el hegemónico, heterosexual y heteronormativo. Tengo muy claro que el cuerpo está a merced de la identidad y de la voluntad política y la mía es que mi cuerpo parezca lo que yo quiero que parezca”, dice Lilith.
En la búsqueda de su autenticidad, opina que los sueños cambian y por tanto sus ideales propios también lo hacen, y se siente cómoda con la idea. “Lo que yo quiero con esta apariencia es generar un choque que abra la posibilidad a diálogos y preguntas, y se vuelva un espacio para formar a la gente en una real apertura a la diversidad”, dice.
La antropóloga es activista desde hace 20 años de la población Lgbti y fundadora de la Corporación Tránsito y Comunidad Transgenerista. Aunque para ella, la expresión correcta que la describe es “artivista”, porque todo su trabajo artístico, que pasa por el performance, la danza y el canto, está principalmente marcado por su historia y la de su comunidad.
Lilith fue directora de la Corporación Cultural Rapsodia Negra, entidad de danza folklórica, durante 7 años, y bailó en el Taller Folklórico Experimental de Medellín y en la Corporación Raíces de mi Tierra. “Pero después de un tiempo”, recuerda, “me canso porque el folklore es muy excluyente”. La antropóloga explica que en ese entorno las parejas solo eran de hombre y mujer, y que las personas sexualmente diversas debían aparentar ser lo que no eran en los bailes. Por eso, más adelante, comenzó a hacer performances individuales.
“Hay algo muy importante en mi trabajo y es que siempre lo hago con el cuerpo. Mi trabajo tiene esa connotación performática. La obra soy yo: entonces, a donde voy yo, va la obra. Mi cuerpo no es solo el personaje sino también el escenario. Lo que el Estado y la sociedad atacan más de los Lgbti es el cuerpo y lo que hacemos con él. Precisamente desde ahí es que hay que hacer la propuesta artística: desde ese cuerpo que es negado, abusado, abaleado, aporreado, insultado…”, asegura. En uno de sus performances, que realizó en México, los asistentes le escribieron en el cuerpo los insultos y expresiones con los que se refieren a la comunidad Lgbti en toda Latinoamérica. Luego, hicieron un exorcismo y un reconocimiento que terminó en llanto, porque según la artista aunque en sus performances hay denuncia, también hay sanación y dignidad.
Y como el Lido fue su escenario también, y está ubicado en el Centro, donde vive hace 10 años porque “en el Centro está todo lo que es una ciudad, es una representación micro donde confluyen los lugares de encuentro”, y el teatro además está frente al parque Bolívar, un lugar emblemático para los Lgbti, y como supervisora del programa de Salas Abiertas de la Alcaldía la artista se encariñó aún más con el teatro, Lilith solicitó la dirección del escenario y desde marzo está a la cabeza de este espacio cultural.
Hasta ahora se anota haber podido abrazar programación de la comunidad a la que pertenece en las tablas del Lido, pero reconoce que el teatro está en cierto olvido por parte de los ciudadanos y que es necesario que recupere su lugar como referente cultural. También plantea que quiere que el teatro sea casa de entidades culturales que no tienen sede o sala, facilitando sus procesos creativos, y que, por último, el lugar sea piloto en formación de públicos.
Para el año próximo, Lilith quiere elaborar una obra de teatro que cuente su vida, un gran montaje interdisciplinario que se llamará Humana. La directora del teatro espera que su historia demuestre que lo único que es importante es ser auténtico bajo los principios propios. “La diversidad es diferencia”, asegura.