El cofundador de Waze, Uri Levine, vino a enseñar

“Si tenemos el ADN y personal correcto en nuestras compañías y organizaciones, este será el viaje de nuestra vida. De lo contrario, será una pesadilla”. Afirma Uri Levine, cofundador de Waze.

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Aquel 11 de junio de 2013 se convirtió en un día histórico para el mundo de los emprendedores y en especial para Uri Levine. Ese día, la empresa Google compró Waze, una aplicación que él había creado junto a Ehud Shabtai y Amir Shinar. La transacción, de 1.300 millones de dólares, se cerró después de casi seis meses de negociaciones. Han pasado doce años desde entonces y Uri Levine sigue siendo ese niño curioso de sonrisa generosa y sincera que ensayaba todo aquello que le daba curiosidad, en Tel Aviv (Israel), la ciudad dónde creció.

Esa curiosidad infinita, esa ausencia de miedo al qué dirán y su deseo de lograr que el mundo sea mejor, los aprendió junto a su madre, una maestra, y al lado de su padre, un emprendedor: “Cuando yo dudaba sobre algo, él siempre me decía: si no lo consigues, el mundo no va a detenerse ni a verse afectado. Si lo logras, es posible que algo cambie, para bien”.

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A lo anterior se suma un precepto en hebreo llamado Tikun Olam (reparar el mundo) que invita a las personas a transformar lo que existe.

Desde esa venta histórica y el reconocimiento de su historia se ha dedicado a recorrer el mundo, aprender, pensar en soluciones a problemas y a asesorar a emprendedores que sueñan con crear una start -up (nueva empresa y con base tecnológica) o tener uno de los llamados “unicornios”, empresas tipo start – up como Rappi o Mercado Libre, cuyo valor supera los mil millones de dólares.

Como parte de su camino, llegó a Medellín. Enseñar y compartir lo aprendido son parte de su misión, dice. Por eso también escribió Enamórate del problema, no de la solución, un libro que ya se consigue en Colombia.

“Soy un mentor. Escribí este libro para ayudar a emprendedores”, para devolver lo que he recibido”,

explica.

 Cuando se le pregunta por qué no tenemos más empresas como Rappi o Mercado Libre, en Colombia, cree que la respuesta está en las creencias: “Siento que el miedo al fracaso y al qué dirán es muy fuerte en Latino américa y eso limita. Por eso creo que es muy importante inspirar a las personas a que tengan más perspectivas”. ¿Nunca le ha tenido miedo al fracaso o a las opiniones?, pregunto. Con la seguridad que muestra al hablar, responde: “Claro que sí, soy humano. Sin embargo, siempre gana mi deseo de crear valor y hacer que el mundo sea mejor, así, como pensó este hombre”, dice, mientras sonríe y señala una pintura de Albert Einstein, que hay en una pared de este salón.

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