Gran parte de su vida, José Rincón se ha dedicado a la enseñanza de la entomología. Desde hace varios años es padrino del medio ambiente en la comuna 14
A José Rincón pocas veces se le ve quieto, a pesar de estar jubilado. A sus 65 años, este biólogo se la pasa corriendo, de aquí para allá, entre reuniones y foros ambientales para hablar sobre la conservación de la naturaleza y defender las especies animales que, según dice, están desapareciendo paulatinamente.
Cada vez que habla, lo hace con la propiedad de un científico y el amor de un ciudadano que ha visto cómo la construcción de edificios se abre un paso inclemente por los hábitat naturales de El Poblado. Hace parte de la mesa ambiental de la comuna 14. En los barrios Alejandría y Los Balsos No. 2, se le reconoce porque habitualmente lleva unas botas de caucho amarillas, un chaleco de explorador, una pequeña gorra, una lupa y unos binoculares que le sirven para avistar aves e insectos en las cuencas de las quebradas La Sucia y La Volcana, de la que hace más de diez años es padrino.
“Los ecosistemas, como las quebradas, se deben cuidar y preservar. Ahora se le está dando mucha importancia al desarrollo urbano, al cemento, y estos espacios tan importantes para la biodiversidad se están perdiendo”, dice Rincón. Apunta que su labor cívica es quijotesca, pues a poca gente le interesa el cuidado del medio ambiente.
Su casa, un apartamento del conjunto Poblado de Chipre, es un oasis en medio de las torres de edificios. A la entrada, una planta trepamuros se extiende por la fachada. Dentro, en un pequeño jardín, millares de pequeñas abejas sin aguijón flotan en el aire. Todos los días, sin falta, José revisa las cerca de 20 colmenas que tiene almacenadas, las limpia y las protege de plagas y depredadores como las lagartijas que merodean por los rincones en busca de un bocado.
Desde muy niño se sintió atraído por el mundo de los insectos. El mimetismo, esa virtud de algunos animales de camuflarse en la naturaleza, en las hojas y cortezas de los árboles, fue una de las cosas que más le interesó. Por eso decidió estudiar biología en la Universidad de Antioquia y especializarse en la Universidad Nacional, en entomología.
Además en Brasil, en la Universidad de Sao Paulo, hizo una pasantía donde aprendió más sobre la meliponicultura y la apicultura, temas en los que es experto. Actualmente se dedica a ofrecer asesorías y cursos e, incluso, dictó un taller a la Defensa Civil sobre el manejo de las abejas africanizadas.
“Las abejas son animales muy sociales de los que los seres humanos podemos aprender muchas cosas. Nos dan miel y cera, que tienen usos medicinales. La polinización es la función más importante que cumple esta especie con la naturaleza”, cuenta el biólogo, quien también se ha dedicado al estudio de los macroinvertebrados, animales que habitan principalmente los sistemas acuáticos.
Vocación de maestro
Durante algunos fines de semana José Rincón cita a decenas de niños y jóvenes, de la urbanización Poblado de Chipre, interesados en aprender sobre insectos y macroinvertebrados. Algunos muchachos, como Santiago Alzate, estudiante de Medicina, lo persiguen con una cámara fotográfica retratando los animales y bichos que encuentran a su paso.
Aunque es maestro jubilado, Rincón no ha perdido su vocación. Él, que fue el primer profesor de entomología de la Universidad de Antioquia, hoy se dedica a enseñar y compartir su afición por los insectos y la biología a quien se lo pida. En el patio de la casa tiene un cuadro con insectos disecados y de plástico. Hay cucarrones, escarabajos, alacranes, saltamontes, entre otros, a los que estudia su morfología.
“Mi madre y toda la familia fueron maestros. La enseñanza hace parte de la herencia familiar. Esto es una labor de quijotes, pues el urbanismo y la sociedad de consumo están acabando con la naturaleza”, expresa el científico.
Hace pocos días, en sus tradicionales recorridos por las quebradas La Sucia y La Volcana, los únicos espacios naturales alrededor del barrio, descubrió peces “corronchos”. Para su sorpresa, en uno de los jardines encontró un cangrejo de agua dulce, y se los enseñó entusiasmado a sus improvisados alumnos. “Este es el hábitat natural de ellos. Quién se va a imaginar que en estas quebradas existan estas especies. El objetivo es conservarlos y protegerlos”, dijo el biólogo a los niños enseñándoles el crustáceo. Segundos después, se acercó a la ribera de la quebrada La Volcana para dejarlo libre y permitir su reproducción.