Estas dos situaciones tuvieron un factor común, a la hora de las entrevistas Carlos Mario reía al describir esos momentos. No es inmadurez ni mucho menos falta de seriedad. Él, uno de los atletas de alto rendimiento que tiene Antioquia y el país, sabe cómo sacarle provecho a la adversidad. “Sé que en las demás competencias que vienen puedo ser mejor. Hay que dar las gracias por esa oportunidad de aprender que es lo más importante, de seguir mejorando. Eso es lo que nos da alegría. Hay que seguir riendo”, dice.
Tiene 28 años, le gusta también el fútbol y es hincha de Atlético Nacional. Se convirtió en referente nacional en el BMX, luego de ser medallista olímpico. En el mundo culminó el 2015 en la cuarta posición de la Unión Ciclista Internacional (UCI) en la categoría masculina, otro gran logro para el hijo de La Estrella, en el sur del Valle de Aburrá. Es un guerrero en todo el sentido de la palabra, su cuerpo denota disciplina y esfuerzo, logros que suma gracias a su padre Carlos Alberto, su madre Elide y sus hermanos David y Alex.
Se levanta todos los días con la misma energía a entrenar. Algunas horas en el gimnasio y luego el salto a la pista con su bicicleta. Llegan los ajustes a la técnica, la potencia y la explosión cuando cae el partidor. La adrenalina a tope y se lanza con un suspiro a conquistar los morros, uno tras otro hasta cruzar la meta, como lo ha hecho en todas las competencias del ciclo olímpico.
En la actualidad se prepara en Medellín para los Juegos de Río de Janeiro 2016 en agosto. No descuida los detalles y sabe que todo lo que ha pasado en estos cuatro años es el bagaje con el que llegará a la cita orbital. “Los Olímpicos duran tres días, pero no solo fueron esos tres días, no fueron los 15 días que duran las competencias, los Olímpicos comenzaron desde que terminó Londrés 2012, es el estar feliz en todo ese proceso”, explica.
No hay un día que Oquendo, como le dicen sus amigos, no visualice ser campeón olímpico y Mundial de BMX. Son dos obsesiones que lo hacen ser constante y perseverar. Por eso, aprendió que cada hombre y en especial los deportistas deben tener una filosofía y él, sin creerse un gran pensador ateniense se inventó una: Sueño, lucho y Río.
“Pensar que todo sueño deportivo se puede alcanzar teniendo objetivos claros, luchando con el mejor esfuerzo, entrenamiento duro, constancia y perseverancia, y Río es de disfrutar el proceso cuando se gana y también de reír cuando se pierde. Todo ligado a lo que se viene en Juegos Olímpicos”, comenta.
Así es como creó la marca que lo identifica en su vida diaria y que llevó a redes sociales. Un pensamiento que lo motiva a preparse de la mejor manera y transmitir esa energía a otros. En su proceso de entrenamiento combina su profesión con la de ingeniero administrativo e impulsa su nombre como una marca, rol que, señala, le falta al atleta colombiano.
“Acá no hay profesionalismo del deportista. No es solo que se prepare para sus competencias, sino que tiene que ser más integral. Que él entienda como mercadearse, entienda qué cosas tecnológicas le sirven, que entienda comercialmente qué le conviene y que no. Que tome la profesión como un estilo de vida y no como un hobby que se deja para hacer otras cosas”, enfatiza.
Y es que Carlos Mario es uno de los pocos atletas colombianos que se ha preparado para asumir su rol como profesional. A la práctica deportiva le sumó elementos que convergen y le ayudan a ser un deportista íntegro en el que él se valora como eje de su futuro. Relaciones públicas, publicidad o simplemente hablar ante un micrófono y una cámara han sido elementos en los que ya va sobre ruedas sin trastabillar en sus objetivos.