El tono de su voz revela lo que es: un hombre que busca el silencio y la calma para poder revelar su maestría. José Ignacio Vélez vivió más de veinte años en El Carmen de Viboral, un pueblo al que conoce bien y visita con regularidad.
El movimiento de gente hacia él y el aumento de rutinas nuevas hizo que se mudara a Guatapé, el lugar donde ahora tiene su taller, archivos y materiales para trabajar la cerámica. Ahí también trabaja en otros proyectos, que pueden incluir exposiciones o eventos que ayuden a las personas a vivir mejor a través del arte.
Lo suyo ha sido una vocación y un camino único: “Ser artista estaba en mi interior. He trabajado con la certeza de que esta manera particular de vivir entre los colores, los materiales y las formas es mi método para crecer interiormente. Desde los doce años no he parado de trabajar y en la obra encuentro la verdadera expresión de mi memoria”. A la cerámica llegó por sus convicciones naturales: “Soy un artista que ama los materiales y sus posibilidades”.
Cuenta que en sus búsquedas como artista han estado el dibujo, el grabado, la pintura y la cerámica. En esta última se unen los caminos que le han permitido expresarse y encontrar esa calma y silencios buscados.
Dice que lleva más de cuarenta años de estudio de esa tradición de cerámica junto a personas como Francisco Arnoldo Betancur, Olga Ligia Betancur, Nelson Zuluaga. Ellos le han ayudado a ver y a entender qué hay detrás de una pieza de cerámica.
Valor y patrimonio
El pasado 13 de diciembre, el Consejo Nacional de Patrimonio aprobó la inclusión de la cerámica de El Carmen de Viboral en la llamada Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. Esto fue posible gracias al trabajo de diversas personas en ese municipio, quienes esperan que este reconocimiento reciente pueda abrir puertas para todas las personas que hacen parte del proceso de cerámica.
Para José Ignacio Vélez es una oportunidad para cuidar todas las piezas del proceso, como los hornos, y transmitir el valor de lo existente a las generaciones nuevas.
“EN LOS AÑOS 80, YO NO SABÍA QUE SERÍA EL PRIMER
ALFARERO Y DISEÑADOR. NO FUI EL PRIMER ARTISTA;
SÍ FUI EL PRIMERO QUE SE QUEDÓ”, Jose Ignacio Vélez.
Sobre esto último ha contribuido en las últimas décadas con su trabajo artístico y también con su estudio, lo que lo llevó a participar en el libro Carmen, cerámica e iconografía, elaborado por él y el escritor Esteban Duperly.
Gracias a la observación, el trabajo juicioso y la sensibilidad artística, José Ignacio hace una afirmación que aparece en este libro: “La iconografía carmelitana proviene de fuentes extranjeras, de copias hechas a muestras traídas de otros países, de adaptaciones que fueron haciendo, poco a poco, las decoradoras sobre las pintas tradicionales y, en unos casos minoritarios, de interpretaciones nuevas”.
Durante su contacto con este mundo de la cerámica, José Ignacio ha podido ver el proceso de la cerámica con claridad y de forma completa. Y cada semana que pasa continúa sumando conocimiento. Analiza, observa, compara, trabaja y escucha.
Esto le permite afirmar que la cerámica de El Carmen hace parte de una de las grandes culturas de cerámica en América Latina junto a otras reconocidas en el continente, como es el caso de Talavera de Puebla, en México, o Cuenca en Ecuador. Sin embargo, aún es considerada muy joven.
A la hora de hablar sobre el futuro de la cerámica y de El Carmen, le gustaría que este oficio y tradición se enseñe en escuelas y colegios. También quisiera que haya una escuela de oficio cerámico, artesanía y diseño, y que ellos “se apropien de la estética urbana para salvar a El Carmen de todo lo que propone el desarrollo desordenado”, concluye.
PARA ENTENDER LA HISTORIA
Como lo considera aún y lo dijo en conversaciones para el libro Carmen, cerámica e iconografía, José Ignacio Vélez cree que los maestros artesanos que llegaron a El Carmen en la década de los sesenta, dejaron ahí las primeras decoraciones.
Entre esos maestros estuvo Jorge Oteiza, un escultor que tenía reconocimiento internacional y era de origen vasco. José Ignacio Vélez, apoyado en la tradición oral y los registros históricos, cree que la llegada de los maestros artesanos a El Carmen aportó al avance de las decoraciones. A este avance también se sumaron las mujeres artesanas que han tenido un papel vital, antes y después. Entre estos nombres están Teresa Idárraga, Consuelo Betancur, Maryory Ruíz, entre otras.