Desde la antigüedad, algunas culturas han tenido claro el poder que tienen las palabras. Incluso en arameo existe una muy conocida que se ha usado a la hora de hablar de magia, creaciones o saberes de antes: abracadabra. Y que traduce al español: yo creo cuando hablo. Si miramos un poco la cultura antioqueña, vemos a personajes como el culebrero, una persona que recorría las calles y pronunciaba discursos largos para vender remedios. Aunque muchas de esas frases no fueran ciertas, eran dichas con tanta convicción que lograban ganarse la aprobación de la gente.
Desde que fue creada, Confluye ha trabajado a través del conocimiento de la educación, la comunicación y la psicología, para lograr que haya relaciones humanas mejores. Y, sobre todo, para que un aspecto vital de ellas, como las conversaciones, creen otras realidades y conexiones. Hace unos días, presentaron en el Country Club un juego de tarjetas que incluyen preguntas y son el punto de partida para que las personas se conozcan más entre ellas y haya conexiones significativas.
“PARA TENER MEJORES CONVERSACIONES EN ESTE FIN DE AÑO, INVITO A LAS PERSONAS A QUE ESTÉN CONSCIENTES DE LA TENSIÓN ENTRE LOS AFANES Y LA QUIETUD. ES IMPORTANTE DETENERNOS, RESPIRAR Y ESTAR CONECTADOS CON NOSOTROS MISMOS”,
Ana María Estrada, Directora de Confluye.
De lo individual a lo colectivo
Ya sea con personas o con organizaciones, Confluye trabaja para q u e haya transformaciones medibles y reales. Ana María Estrada, directora de Confluye, ve la conversación como “una posibilidad enorme de contribuir a esta necesidad de integración en medio de tanta fragmentación, polarización y fanatismo que no nos conduce a nada como sociedad. Así que si pensamos en términos de ciudad, país y de planeta, necesitamos integrarnos, unirnos y trabajar juntos para que este mundo sea posible para todos. El Capital Conversacional contribuye a esto, porque pasa del ‘egosistema’ al ‘ecosistema’ y sucede cuando volteamos el haz de luz hacia nosotros mismos, para trabajar en nuestros puntos ciegos y conectarnos con lo esencial, en nosotros, y que aparezca, así, la sabiduría colectiva. El mundo que estamos creando es responsabilidad de todos, y solo si cambiamos nuestra forma de mirar vamos a tener un mundo más inclusivo, amoroso y con un sentido de bien superior que trascienda los intereses particulares”.
A propósito de este tiempo del año en el que cambian los ritmos, agrega: “Cuando nos conectamos con la esencia propia, soltamos el resentimiento, el malestar y aparece el sentimiento de como-unidad. Por eso es importante detenernos. La Navidad y el fin de año nos traen la conexión con lo esencial. Es importante evitar caer en el consumismo, en los afanes y en los miles de compromisos. Ayuda concentrarse en lo fundamental para poder abrir esas conversaciones que hemos venido postergando durante todo el año, para que podamos construir comunidad con los más cercanos. Eso también funciona como un frente de onda e influye en nuestra ciudad, país o planeta”.
UN PROCESO MEDIBLE
A la hora de analizar cómo suceden las conversaciones y qué producen, la gente de Confluye analiza varias dimensiones a través de su método: lugar interior (desde dónde hago lo que hago), diversidad, certezas, disposición, valentía, capacidad de escuchar, la confianza, los métodos de conversación y la ubicación. Después de esto, es posible saber si la mente, el corazón y la voluntad de una persona tienen apertura y flexibilidad. O no. También es posible entender cómo nos ven los demás y cómo los vemos a ellos. Actualmente hay cuatro personas en proceso de certificación en esta metodología del Capital Conversacional, y ya hay 10 certificadas. Entre ellas está Mónica Guarín, de la organización Mesa Redonda, quien opina: “Fue un proceso tranquilo en el que se disfrutan las conversaciones”. Quienes deseen conocer más, pueden solicitar aquí las tarjetas que ha lanzado Confluye y permiten ver qué tan presentes o ausentes estamos: https://confluye.com