El lettering, expresión gráfica y estética a la hora de escribir, es también una forma de meditación activa.
Por Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]
Natalia Mesa recuerda aquel día que una de sus alumnas rompió en llanto en mitad del taller de lettering. “Encontró un espacio para desahogarse, para contarnos que tenía dos hijos, uno en la Tierra y otro en el cielo. Todas entendimos lo que quería decir y ahí estuvimos, listas para dar todo nuestro apoyo”. Y la situación se repite con diferentes historias. Es lógico que al escribir, la gente encuentre espacios de desahogo.
El lettering, explican Ana Vélez y José Betancur, de Veleta Casa de Diseño, “es el arte de dibujar letras a mano con un sentido estético”. Johanna Logreira añade que la caligrafía es el arte del escribir a mano, por lo que se beneficia del primero.
El nacimiento de esta disciplina no es reciente, sin embargo, ha cobrado vigencia con corrientes que prefieren lo hecho a mano sobre lo digital. Cada vez más diseñadores, publicistas y marcas han encontrado que su expresión gráfica va mejor con letras escritas por una persona y no por un computador.
Sin embargo, este no solo está siendo utilizado con fines estéticos. “Aunque gran parte de mi trabajo tiene que ver con la escritura”, explica Logreira, “he encontrado que la caligrafía es un buen método de meditación”. Sus talleres son espacios para aprender la técnica, pero también para invitar a sus estudiantes a que se tomen un tiempo, reflexionen y dejen de hacer las cosas de forma automática. “Para hacer lettering es necesario saber qué se está escribiendo, de lo contrario se convierte en algo mecánico”, dicen desde Veleta.
Así, Johanna, que también es experta en temas de creatividad, ha empezado a desarrollar técnicas que unen la caligrafía con el mindfulness: “Meditar no solamente es respirar y poner la mente en blanco, también es escoger una actividad que requiera de toda tu atención, que cuando la estés haciendo no tengas que pensar en nada más”. Esto es lo que muchos conocen como meditación activa.
Para Ana y José, de Veleta, cuando se escribe “uno está presente, siempre entendiendo que la mano se está moviendo y que, al mismo tiempo, se está expresando algo”. La gente empieza no solo a hacer un ejercicio consciente de escritura, sino que le da valor a una actividad “que te hace estar en un lugar y en un momento”. Así, se encuentran momentos de introspección que luego permiten el desahogo, como les pasa a los estudiantes de Natalia, quien concluye diciendo que se “ha creado una comunidad, pues se establecen conexiones profundas entre personas que no se conocían”.
Ana, José, Johanna y Natalia han encontrado en sus talleres varios secretos que sirven a los principiantes:
- Hay que empezar desde cero, haciendo planas, líneas y círculos. “Cada elemento será vital para construir otras letras”, explica Johanna.
- Las personas pueden dividirse en dos grupos, según cómo escriben “hay quienes hacen mejor las líneas rectas, otras las líneas curvas”, dicen Ana y José.
- No se necesitan herramientas especiales, lápices, marcadores, pinceles o plumas. Todo sirve para escribir.
- La clave del lettering es la valoración de los trazos gruesos, que se hacen hacia abajo, y de los trazos delgados, que van hacia arriba.
- El color es expresividad, por eso es necesario hacer exploraciones.
- Para empezar, la mejor palabra para escribir es el nombre de cada uno.